Las náyades o depuradoras naturales, entre las especies más amenazadas

Margaritifera auricularia es una de las náyades más amenazadas.
Margaritifera auricularia es una de las náyades más amenazadas.

Investigadores de 26 países europeos llaman la atención sobre la importancia de proteger a las náyadas o almejas de aguadulce por su contribución a los ecosistemas acuáticos. Esta especie se encarga de filtrar unos 40 litros de agua al día y su supervivencia está amenazada por especies invasoras, modificaciones en los cursos de agua, los fertilizantes y el cambio climático.

Investigadores de 26 países europeos han elaborado el primer estudio exhaustivo sobre la situación de estos animales imprescindibles para mantener los ecosistemas acuáticos.

Además de analizar la situación de las náyades en Europa, los investigadores, entre los que hay personal del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y algunas Universidades españolas, ofrecen recomendaciones para proteger a este grupo de especies tan importantes como amenazadas.

Las náyades suponen el 90% de la biomasa en los lechos de ríos y lagos y filtran las masas de agua lo que las convierte en las depuradoras naturales de los hábitats acuáticos. “Pese a tener un papel de vital importancia y posiblemente por lo discreto de su existencia, casi nadie tiene presente que están entre las especies más amenazadas del planeta”, explica Rafael Araujo, investigador del MNCN. “Debemos tomar medidas porque la extinción de estos pequeños depuradores naturales supondría un fuerte impacto en los hábitats acuáticos”, continúa.

Las náyades comienzan su ciclo vital como larvas que viven en íntimo contacto con los peces. Las larvas de cada especie se adhieren a la especie de pez con la que están asociadas hasta que se metamorfosean para convertirse en ejemplares juveniles. Por eso es muy importante mantener sanas a las poblaciones de peces asociadas a cada especie.

Proteger a las náyades europeas, alguna de cuyas poblaciones se han reducido hasta en un 90%; crear planes científicos con objetivos bien definidos para asegurar la conservación de los ecosistemas acuáticos y prestar especial atención, independientemente de su valor comercial, a las especies de peces de los que dependen las poblaciones de náyades, son algunas de las medidas que proponen.

Los investigadores han analizado en qué situación se encuentran las diferentes especies en toda Europa y cuáles son sus mayores amenazas. “Hemos constatado que existe una brecha entre las poblaciones del norte y el sur. En los países más fríos la variedad de especies es menor pero las poblaciones son mayores, mientras que en los países más meridionales hay más variedad de especies pero muy localizadas”, explican los autores.

Existen barreras naturales como las grandes cadenas montañosas que ayudan a que las poblaciones de náyades vivan en zonas muy localizadas. “El aislamiento de algunos grupos es tal que la extinción de una población puede suponer la desaparición de la mitad de su población global”, continúan. En el caso de que desaparecieran las poblaciones españolas de Unio gibbus, especie que solo está presente en algunos ríos de la provincia de Cádiz, esta náyade desaparecería de la fauna europea.

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