Fernando Martínez López ha conseguido ser uno de los escritores almerienses más laureados. Sus novelas han llegado a todos los rincones del país y ahora, con ‘Tu nombre con tinta de café’ ha conseguido el espaldarazo que le faltaba para situarse en primera línea de las letras nacionales. Un conversación con él y abre las puertas no solo de su obra, sino también de una personalidad apasionante marcada por la literatura y el cine.
Hablemos, en primer lugar, de su oficio como escritor. Me sorprende que haya estudiado química y no literatura, en mi opinión son dos mundos paralelos. ¿No piensa usted lo mismo?
Me preguntan con frecuencia que por qué escribo siendo químico, y siempre contesto que por qué no. Somos personas en el más amplido sentido de la palabra, con todas las dimensiones que eso implica. Que mis estudios se decantaran por las ciencias no impide que pueda desarrollar mi faceta humanística y hacerla compatible. He sido lector compulsivo desde niño y a esa edad comencé con mis primeros escritos porque sentía necesidad de hacerlo. Conozco a muchas personas con estudios científicos que escriben, y algunas de ellas de maravilla. Qué mejor ejemplo que Ernesto Sábato, Premio Cervantes y catedrático de Física.
Su última novela ha entrado dentro de las cinco mejores del Premio Andalucía de la Crítica. Entre ellas están también las de Antonio Muñoz Molina, Luis García Montero, José Antonio Garriga y Antonio Abad. ¿Qué siente un escritor cuando lee eso en la prensa?
Ha sido una gran alegría estar junto a estos grandes autores, sobre todo Muñoz Molina que es para mí maestro y modelo de escritor. He sentido satisfacción y reconocimiento a una labor que implica muchas horas de soledad y momentos de desencanto cuando las cosas no salen como uno desea, pero no hay que levantar los pies de la tierra ni pensar que ya todo está hecho como escritor, al contrario, este oficio no termina nunca de aprenderse y hay que mantener una evolución constante. De todas formas, la mayor recompensa es la opinión de mis lectores.
¿Cuántos premios ha conseguido hasta el momento? Veo que es un escritor bastante galardonado. ¿Sus premios le han cambiado como escritor y como persona?
Entre premios y menciones estaré en torno a ochenta. Los premios deben ser un medio, no un fin, que a mí me ha ido abriendo puertas y que me ha permitido conocer lugares y personas interesantes además de conseguir publicar muchas de mis obras. Quien me conoce bien sabe que no me ha cambiado por conseguir tantos galardones, mala cuestión sería si fuera así.
¿Qué razones le daría a los lectores para que leyeran su última novela?
Muchas: el inicio intenso, el interés del argumento, la estructura de la trama, la pasión con la que construyo los personajes, la aportación histórica, el suspense, la acción, los sentimientos… A veces, una misma historia cobra interés o no en función de cómo se cuente. Creo que tengo facilidad para conseguir hacerlas atractivas.
¿Qué libro tiene en su mesita de noche?
Ahora estoy con una revisión de clásicos internacionales. En concreto, estoy leyendo ‘El paso tan lento del amor’, del argentino Héctor Bianciotti, una autoficción sobre el difícil camino para encontrar la dignidad.
¿Cuando escribió ‘Tu nombre con tinta de café’ pensó en algún momento que su nombre estaría entre los grandes nombres de la literatura actual?
Cuando acabo una novela lo primero que me asaltan son las dudas sobre si se será del gusto de los lectores, espero con ansiedad sus comentarios, porque lo que puede ser bueno para ti puede no serlo tanto para otra persona. ‘Tu nombre con tinta de café’, sin embargo, me ha dado satisfacciones desde el primer momento: fue finalista del Premio Fernando Lara en Sevilla y luego ganadora del Premio Felipe Trigo, el más importante de las letras extremeñas. Eso implicaba que tenía serias posibilidades de estar entre esos finalistas del Premio Andalucía de la Crítica pero, sinceramente, no me lo esperaba porque había muchas y buenas obras en liza.
Blanca Darnell es un personaje muy emblemático en mi opinión, al igual que el de la tía Carmen. Pero para triunfar hoy en día en el mundo de los libros, ¿qué piensa que se necesita, aparte de una tía como Carmen y de tener duende?
Siempre hace falta una tía Carmen que crea en ti, ese apoyo incondicional, porque el oficio de escritor no es fácil y necesitas el aliento de los seres cercanos sobre todo en los momentos difíciles. Y después son imprescindibles una serie de factores: imaginación, deseos de aprender, capacidad de trabajo y mucha, mucha paciencia.
Quiero que los lectores se acerquen más a usted y que nos diga cuál es el lugar donde se retira para escribir, cuál es el libro que más le marcó y qué película es su preferida.
Mi lugar preferido para escribir es el despacho en mi casa de San José, acompañado por una desvaída fotografía sepia en la que aparecen mi padre, mi abuelo y una tía mía. Y donde gusto de aislarme para pensar en mis escritos es cala Higuera, junto a San José. En cuanto a los libros que me han marcado han sido varios. Mencionaría aquí ‘El jinete polaco’ de Muñoz Molina, ‘La fiesta del chivo’ de Vargas Llosa o ‘En busca del unicornio’ de Juan Eslava Galán. Si hablamos de películas, Forrest Gump siempre será una de mis favoritas.
Para finalizar, quiero que nos diga el motivo que le hace escribir literatura.
El acto creativo en sí, crear algo donde antes no había nada, compartir con otras personas historias que inicialemente sólo habitan en mi cerebro y que entre todos las hacemos reales. Me produce una alegría enorme que los lectores se identifiquen con mis personajes y conseguir transmitirles a través de ellos los sentimientos y pasiones que yo he vivido a través de la escritura.