El profesor de la Universidad de Valladolid, Rodrigo Aguilera, ha publicado su primera novela, que está ambientada en la residencia de la UVa durante la pandemia
El confinamiento provocado por el Covid-19 obligó a muchas personas a reinventarse y buscar o retomar aficiones que permitiesen amenizar los días de encierro. Rodrigo Aguilera, aprovechó esta circunstancia para reemprender su afición por la escritura y crear su primera novela, ‘Habitación 307’.
La Residencia Universitaria de Posgrado Reyes Católicos fue hogar para cerca de una decena de miembros de la Comunidad UVa durante la pandemia. Entre estos residentes, se encontraban Rodrigo Aguilera, autor del libro, y María Ángeles Paniagua, editora del mismo. “Las charlas con Pilar, una de las encargadas de la residencia y una de las escasas personas con las que tuve contacto en ese tiempo, me empujaron a escribir un cuento que acabó la novela que tenemos hoy entre manos. Sin embargo, esta empezó siendo una historia romántica, que no fluía demasiado… María Ángeles, me animó a pasar del romanticismo al suspense.
Y así nació ‘Habitación 307’ una novela de misterio mezclada con una ambientación completamente real basada en la pandemia y en los sentimientos de agobio y frustración que en ese tiempo sentí”, explica el autor.
La trama principal de ‘Habitación 307’ gira entorno al confinamiento de un chico, encerrado en una pequeña habitación, sin comida más allá de unas latas de fabada o cocido y sin más contacto social que las escasas conversaciones con la responsable de la residencia. Esta agobiante situación se ve aún más agravada con la aparición de sueños extraños y perturbadores. En estas pesadillas una mujer narra cosas que el protagonista no entiende. Cada día cuando despierta el joven tiene la necesidad de escribir todo lo soñado.
‘Habitación 307’ es una combinación de realidad y ficción marcada por numerosas influencias. Escritores como Stephen King, H. P. Lovecraft o Edgar Allan Poe son algunos de los referentes seguidos por el autor. Sin embargo, esta novela está muy influenciada por la cultura de la muerte mexicana, país de procedencia de Aguilera. “Toda mi inspiración a la hora de escribir procede de estos autores a los que he seguido toda mi vida, desde que de bien pequeño mi hermano que es lector empedernido me dejaba sus libros. Además, se puede apreciar que la cultura mexicana en la que me he criado gira mucho en torno a la muerte, ejemplo de ello es la importancia que tiene para nosotros el Día de Muertos”, comenta Rodrigo Aguilera.
El recorrido literario de Rodrigo Aguilera no ha hecho más que empezar, ya que, si no aparecen imprevistos, el autor mexicano cuenta con publicar una nueva novela cada 3 ó 4 años. El profesor ayudante doctor del Departamento de Física Teórica, Atómica y Óptica de la UVa ya tiene esbozada su próxima novela. “La ciencia del sueño me ha llamado mucho la atención, por lo que mi próximo libro, que todavía no tiene nombre, continuará esa línea. La historia aborda la labor de un psiquiatra que trata a personas con sueños muy reales, que no son capaces de distinguir los sueños de la realidad”, adelanta el mexicano.
Literato y físico, Rodrigo no desvincula sus dos profesiones, por lo que sus novelas tienen una sólida base científica y se caracterizan por un lenguaje sencillo y directo, muy común en los artículos científicos. “Las partes en las que tengo que expresar una emoción o situación contienen frases un poco más largas, pero a mi me gusta ir al grano, utilizar un lenguaje conciso. De hecho, el libro pudo ser mucho más extenso, pero habría perdido parte de la frescura que tiene”, analiza Rodrigo.
De los dos años, aproximadamente, que ha durado el proceso de escritura y publicación del libro, el autor destaca, precisamente, la combinación de su profesión científica y de su pasión literaria, como la mayor dificultad a la que se ha enfrentado. “Investigar y dar clases son cosas con las que disfruto. Pero también disfruto mucho escribiendo. Así, en estos dos últimos años, saber balancear el tiempo entre ambas cosas me ha costado mucho”, confiesa el profesor.