De acuerdo con esta investigación de la Universidad de Costa Rica, un ambiente positivo y estimulante tiene la capacidad de ejercer varios efectos neuroconductuales benéficos, mientras que estímulos negativos, aunque no son determinantes, pueden propiciar la aparición de trastornos mentales como ansiedad, depresión y dependencia a sustancias psicoactivas.
Los resultados del estudio demuestran que, el enriquecimiento ambiental (EA) y el ejercicio físico, tienen el potencial de generar mayores beneficios para la salud, si se les compara con la fluoxetina, uno de los fármacos antidepresivos más utilizados a nivel mundial.
A un ambiente se le denomina de “enriquecimiento ambiental” (EA), si integra una serie de estímulos positivos como la interacción social, la estimulación sensorial y motora y la actividad física. Sin embargo, las actividades que constituyen un EA no son generales para toda la población, sino que dependen de cada persona y de su definición subjetiva de placer o bienestar.
La investigación de la UCR fue realizada por el Dr. Juan Carlos Brenes Sáenz de Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) y del Centro de Investigación en Neurociencias (CIN), el Dr. Andrey Sequeira Cordero de Instituto de Investigaciones en Salud (INISA) y del CIN y el Dr. Jaime Fornaguera Trías también del CIN, quienes publicaron los resultados en la revista científica “Frontiers in Pharmacology”.
Para estudiar cómo el ambiente influye en las respuestas del cerebro y medir el efecto antidepresivo del (EA), el equipo científico de la UCR se valió de los modelos animales.
Mediante un protocolo experimental de estrés crónico por privación del contacto social y estimulación sensoriomotora, se generó en las ratas de laboratorio una respuesta neuronal y conductual análoga a la depresión.
Posteriormente, los animales estresados fueron asignados a tres grupos que recibieron tres diferentes terapias. A uno se le ofreció EA en un lugar más acogedor que propició la actividad física y una mayor estimulación sensoriomotora en compañía de otras siete ratas para que socializaran.
Al segundo grupo se le facilitó hacer ejercicio físico en una banda caminadora, sin estimulación social y sensorial.
Al tercer grupo se le suministró fluoxetina, que es un medicamento que inhibe la recaptación de serotonina y se usa como tratamiento para la depresión, sin estimulación social ni sensoriomotora.
Tras un mes de tratamiento, se evaluaron las distintas respuestas de desesperanza conductual, anhedonia, actividad psicomotora y peso corporal. Hubo grupos control de animales no estresados y de animales estresados que no recibieron ningún tratamiento.
El ejercicio físico y la fluoxetina mostraron un efecto terapéutico similar, mientras que el EA superó por mucho a estas dos terapias en cuanto al efecto antidepresivo.
Al respecto el Dr. Brenes acotó que “cuando comparamos los efectos, vemos que el más generalizado en términos de que beneficia diferentes aspectos, en el comportamiento, a nivel del cerebro, a nivel físico de los animales, el más integral es el EA y en segundo lugar el ejercicio”.
El psicólogo agregó que “a nivel cerebral, obviamente el medicamento produjo el efecto que se esperaba: aumentar la serotonina en el hipocampo, que en nuestro experimento se disminuyó producto de la exposición al protocolo de estrés y aislamiento.
El tratamiento que mejor revirtió la disminución en la serotonina fue el antidepresivo y, en segundo lugar, el EA. El ejercicio físico no fue efectivo en este parámetro, es decir, no revirtió el efecto que produjo el estrés en la serotonina. Ahí ganó el medicamento, pero fue en el único parámetro en que fue mejor. En los demás parámetros, siempre fue efectivo, pero fueron más efectivas las otras alternativas, cuando se comparó con el medicamento”.
El Dr. Juan Carlos Brenes Sáenz explicó que esté tipo de experimentos es imposible realizarlos en seres humanos por cuestiones éticas y técnicas. Por eso se realizan este tipo de pruebas en animales de laboratorio, ya que son una especie fisiológica, genética y conductualmente similar al ser humano. Estos hallazgos deben interpretarse con cautela ya que el experimento fue realizado en animales no humanos y la depresión es una condición meramente humana. Aún así, se pueden obtener conclusiones aplicables a las personas como ocurre con la gran mayoría de la investigación preclínica y biomédica.
Sobre esto el Dr. Brenes dijo que “el propósito es llevar un mensaje donde no se desmerite la importancia que tienen los medicamentos, pero que permita voltear la mirada hacia el valor de las cosas fundamentales de la vida. Es decir, cada quien podría, según sus posibilidades, sus ingresos y sus horarios, incorporar una serie de actividades en su vida que incluyan actividad física, ejercicio, contacto social y espacios de esparcimiento. Si se hace periódicamente, puede tener un efecto terapéutico”.
El investigador recalcó que “lo más importante es que si esto se hace antes de que aparezcan los síntomas de un trastorno mental, puede ser un factor protector. En otros estudios hemos probado que estas condiciones protegen, es decir, reducen el riesgo de que aparezcan estos síntomas.”
El Dr. Brenes explicó que en el caso de los seres humanos el “EA involucra todas aquellas actividades coherentes con la definición subjetiva de placer y bienestar, sin que compitan con los parámetros típicos de salud. Si se realizan tendrán un impacto positivo en la vida de la persona. Sin embargo, estas estrategias no reemplazan el tratamiento farmacológico y psicológico en quienes lo requieren, por lo que se recomienda siempre la búsqueda de ayuda profesional”.