El pasado 24 de agosto, Japón comenzó a verter aguas residuales nucleares que fueron utilizadas para refrigerar los reactores de la central nuclear Fukushima Daiichi, generadora que resultó dañada por el terremoto y posterior tsunami de 2010. El país asiático asegura que estos desechos, que podrían contener un isótopo radiactivo llamado tritio y otros restos radiactivos, fueron tratados y serían seguros. No obstante, esta medida ha causado polémica y alerta en el mundo entero.
La profesora del Departamento de Geología de la Universidad de Chile y directora académica del Centro Avanzado Para Tecnologías del Agua (CAPTA), Linda Danielle, explica que “lo que declara tanto la empresa que está manejando esta planta nuclear como la IAEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) es que esto está siendo controlado. Los niveles del tritio son bajos con respecto a los niveles de seguridad tanto de Japón como los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, entonces aquí estamos hablando de un tratamiento que se ha realizado donde esta agua, a grosso modo, aliviada de esta carga radioactiva, es diluida en el mar”.
“¿Qué problema podemos tener? Primero, que en el papel siempre puede funcionar todo muy bien y luego los medios, la naturaleza, es más compleja. Entonces, hay una parte de incertidumbre y también de preocupación sobre estos vertidos, no solo para el ecosistema marino, sino que también por los posibles efectos en la salud humana”, detalla la académica, quien también es investigadora del Centro de Excelencia en Geotermia de los Andes (CEGA) y del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (CITRID).
La profesora Danielle añade que “la exposición a la radiación no es saludable a partir de alguna dosis y esto es bien conocido. Sin embargo, respecto a lo que está pasando ahora hay unos niveles que son bien bajos con respecto a los niveles de seguridad y, la verdad absoluta, yo creo que los estudios futuros dirán si efectivamente todo el mecanismo que se ha implementado para la descarga, del control de esta descarga, realmente funciona, realmente la dilución tributa mínimamente en el ecosistema marino y, claramente, si es así, también a las personas”.
Cómo podría afectar a países bañados por el Pacífico
Por otra parte, el académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, Víctor Muñoz, sostiene que “el océano es un sistema interconectado y, por lo tanto, uno debería esperar que en algún momento el material que está en las costas de Japón llegue a Chile. Desde luego, el caso de los tsunamis, los efectos de un terremoto en Japón, se perciben en el nivel de las aguas acá en Chile y hace que eso dé cuenta precisamente de esta interconexión de la que hablamos”.
“También está el factor de que si el material ya está lo suficientemente diluido, al ser vertido en el mar debería diluirse algo más, pero en sí esto no tendría que ser una señal para no preocuparse en absoluto, porque el movimiento de las corrientes puede ser bien complejo. Hay que estar monitoreando ese flujo, cómo se fija en el fondo marino, cómo se fija el material radioactivo en la fauna que habita el océano y, por lo tanto, si bien en principio los cálculos pueden sugerir que no hay efectos directos, el problema a largo plazo es difícil de determinar con la misma certeza”, indica el profesor Víctor Muñoz.
El físico añade que“la única solución robusta a eso es que nuestro país esté monitoreando permanentemente los niveles de radiación en el agua, en los alimentos que consumimos,que, de todas maneras, debería ser una medida habitual no solamente a propósito de este evento”.
“El conocimiento técnico y científico acerca de la radiación nos puede tratar de dar algunas certezas. Estamos midiendo constantemente las variables que importan. Podemos darle certeza a la población de que los niveles de concentración en el ambiente, en los alimentos, son seguros, o si la acumulación en los tejidos o en el fondo marino sobrepasa en alguna parte los niveles peligrosos. En el caso del cuerpo humano, el agua con tritio, que es lo que se está liberando, puede ser retenida por unos 15 días aproximadamente, de manera que uno no esperaría que la acumulación, al menos en el cuerpo humano, sea un peligro inminente” sostiene el académico.
No obstante, precisa que “nada de esto significa que uno tenga que relajarse. Son parámetros, son antecedentes que uno tiene que estar mirando junto con otros muchos y, por lo tanto, es muy importante que podamos tener el monitoreo y las mediciones y el conocimiento técnico científico para estar razonablemente seguros, dentro de lo que se puede, y que en caso que se detecte un aumento de las concentraciones y de la radiación, salten las alarmas inmediatamente”, indica el profesor Víctor Muñoz.