Acompañados por varios concejales y representantes de la empresa que ha procedido a la rehabilitación, Rehabitec, han recorrido las dependencias de este “símbolo de El Cabo”, incluidos los 91 escalones que separan la nave central del campanario, y han mostrado su “satisfacción porque esta iglesia, que es un emblema de toda la provincia, recupera su singularidad y va a poder volver a ser visitada por todo el que lo desee”, tal y como ha indicado el primer edil.
El obispo, por su parte, ha insistido en que la restauración del templo “estaba dentro del proyecto de obras de la diócesis, superadas las dificultades ya es una realidad y los resultados son francamente buenos. Se ha hecho un tratamiento muy respetuoso con lo que era el edificio e incluso se ha respetado hasta el hierro carcomido de la escalinata y la verja es la misma que había”.
A falta del amueblamiento litúrgico, de la adecuación del entorno y de pequeños detalles como la instalación de placas solares para garantizar el suministro eléctrico, Adolfo González ha explicado que en el mes de septiembre “consagraremos el templo y el altar y ya se podrá ejercer el culto en la iglesia, que estará al servicio de la comunidad cristiana y de la expansión cultural de nuestra provincia”.
Para entonces ya estarán colocadas, al menos, dos imágenes en su interior: la de la Virgen, probablemente la del Carmen, como desean los vecinos, y la de San Miguel, que es la referencia histórica y emocional del barrio, no en vano se llama San Miguel de Cabo de Gata.
La sala que cederá el Obispado al Ayuntamiento se encuentra adyacente a la denominada ‘Cripta de la Iglesia’, debajo del templo, con acceso directo a la vía pública e incomunicada con el resto de la edificación. Su uso fundamental será ejercer de Oficina de Turismo, pero también como sala de exposiciones con temas relacionados con el Parque Natural u otros de análoga naturaleza.