“La calidad del aire interior del Museo Sefardí es aceptable”, han señalado las investigadoras Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Ana M. Rodríguez Cervantes, química-física, y Susana Seseña Prieto, microbióloga, en el transcurso de la jornada ‘Tras la lupa de la ciencia’, que este miércoles se ha desarrollado en el Campus de Toledo. Entre otras actuaciones para mejorarla, las científicas apuestan por perfeccionar el sistema de filtración de aire y el aislamiento de las vitrinas o instalar mecanismos de absorción de gases y partículas, además de establecer un adecuado protocolo de ventilación.
Las profesoras Cervantes y Seseña han explicado que la contaminación ambiental tiene numerosos efectos sobre el patrimonio histórico, señalando la llamada “costra negra”, los daños por lluvia ácida o el biodeterioro causado por microorganismos. Pero también existe una exposición de piedra, madera, metales, tejidos, cerámica o papel al aire interior, sobre el que influyen tanto los contaminantes exteriores como los que se emiten dentro o el nivel de ventilación.
En este sentido, la profesora Rodríguez Cervantes afirmó que “un buen estudio de la calidad del aire en el interior requiere prestar atención a los contaminantes físicos (la temperatura, la humedad, el ruido), químicos (el dióxido de carbono o los compuestos orgánicos volátiles) y biológicos (bacterias, virus, hongos, etc.)”.
Cada uno de ellos, de forma aislada, tiene efecto en interiores, y todos ellos fueron considerados en el estudio que hicieron para el Museo Sefardí, con precedentes en otros efectuados en el Museo Metropolitano de Nueva York (MET), en el Museo Arqueológico Nacional o en el Reina Sofía. Para llevar a cabo esta investigación, vinculada a un Trabajo de Fin de Máster (TFM) desarrollado por Marta Fernández Álvarez, tomaron muestras del aire interior de la Sala de Oración, Galería de Mujeres (vitrinas) y exteriores entre los meses de enero y julio de 2021, cuando todavía existían restricciones por la pandemia.
Qué parámetros midieron en el Museo Sefardí
Midieron parámetros fisicoquímicos (ozono, temperatura, humedad relativa, dióxido de carbono, material particulado, compuestos orgánicos volátiles, etc.) y parámetros microbiológicos y, tras la incubación y recuento, llegaron a la conclusión de que “la calidad del aire interior del Museo Sefardí es aceptable”, aunque hay que tener en cuenta diversos aspectos.
Por ejemplo, durante el periodo estudiado, el uso recurrente de gel hidroalcohólico como consecuencia de la pandemia hizo que aumentara los niveles de compuestos orgánicos volátiles, especialmente de formaldehído. No encontraron diferencias sensibles entre los datos de las salas y de las vitrinas debido a que estas no son herméticas. Por otra parte, una de las piezas con mayor valor del museo, la pileta, por su ubicación, se encuentra expuesta al tráfico exterior, aunque esté en una vitrina. Además, y también debido al efecto COVID, la intensa ventilación provocó una disminución en los niveles de dióxido de carbono, que serán diferentes en condiciones de “normalidad”.
“Una afluencia superior de visitantes podría modificar los parámetros medidos”, indicó en su intervención la profesora Seseña, que resumió en tres las recomendaciones al Museo Sefardí tras realizar la evaluación: “mejorar el sistema de filtración de aire, mejorar el aislamiento de las vitrinas o instalar sistemas de absorción de gases y partículas y establecer un protocolo de ventilación adecuado”.
Sobre la continuidad del estudio, la profesora explicó que, de contar con financiación suficiente, realizarán nuevos muestreos y análisis por PCR. “Lo óptimo sería hacer un análisis metagenómico de las muestras para profundizar en la información”, dijo. Aunque el estudio preliminar se realizó sin dotación económica, ahora ya cuentan con una subvención de la Diputación de Toledo y esperan seguir recabando apoyos e investigar, por ejemplo, “si es posible atenuar el impacto de los contaminantes con absorbentes o filtros HEPA”. La investigadora se mostró partidaria de legislar sobre la calidad del aire interior, “que está de moda desde la pandemia”, aunque de momento “solo tenemos la norma UNE, que recomienda valores de confort, pero no obliga”.
La jornada ha incluido distintas exposiciones sobre el Museo Sefardí como objeto de investigación multidisciplinar. Así, ha habido intervenciones sobre el plan de conservación preventiva, el uso de espectroscopías láser en el análisis de yeserías, la documentación histórica, la casa judía, la zooarqueología o el urbanismo medieval. También ha participado la profesora Rebeca Rubio Rivera, que ofreció una charla sobre la arqueología en Toledo abordando tanto el carácter científico como la práctica de esta disciplina.