Las abejas están en peligro. Investigadores de la Universidad de Murcia constatan la presencia de un patógeno importado en el 40 por ciento de las abejas silvestres estudiadas en una zona de Sierra Espuña (Murcia), lo que evidencia que se está ante una pandemia que debilita a estos insectos, cruciales en el ciclo de la vida y fundamentales para la agricultura.
El descenso de las poblaciones de insectos es un hecho constatado. Aunque no se conocen bien todos los detalles del declive de estos seres esenciales en la biodiversidad, sí hay indicadores que hacen saltar las alarmas.
Abejas, principal grupo de polinizadores y en peligro
Entre la enorme comunidad de invertebrados, las abejas destacan como el principal grupo de polinizadores. El hecho de que se haga un uso ganadero de algunas especies como la de la miel, y en lo últimos años, también un uso agrícola, ha llevado a estudiarlo en mayor profundidad, quizá no todo lo que se debería, pero sí hay muchos más datos. Y los resultados que se están obteniendo no son nada esperanzadores.
Aparte de mostrar un descenso de individuos, presentan amenazas nuevas para las poblaciones silvestres, resultado de la importación de abejas domesticadas para la producción de miel y su uso como polinizadores en la agricultura.
Cuál es las nueva amenaza de las poblaciones de abejas y cómo se extiende
Un equipo de investigación de la Universidad de Murcia ha hecho público el estudio Detection of microsporidia in pollinator communities of a Mediterranean biodiversity hotspot for wild bees. Microbial Ecology, en el que han constatado una transmisión generalizada del patógenos Nosema ceranae entre las comunidades de abejas del Sureste, lo que pone de manifiesto la capacidad de transmisión de este hongo entre las especies de abejas manejadas y silvestres.
El autor principal de este estudio es Vicente Martínez López, investigador postdoctoral que trabaja en en la Universidad de Liverpool y colabora con el grupo de investigación de Filogemia y Evolución Animal de la Universidad de Murcia. Este investigador explica que la expansión de este hongo en abejas silvestres está asociado, en gran medida, a la importación de abejas no autóctonas tanto para la producción de miel como para su uso como polinizadoras en explotaciones agrícolas.
Además, explica, que otro factor que incrementa la extensión de este hongo y que las abejas estén en peligro son los desplazamientos que se hacen de las colmenas hacia el norte de la Península Ibérica, en busca de lugares más frescos en los que los animales se encuentran más protegidos de las inclemencias de unos veranos cada vez más cálidos.
Esta movilidad, por tanto, favorece el contacto entre abejas domésticas y silvestres, lo que da pie a que extiendan todavía más este tipo de enfermedades y se pueda hablar incluso de una “pandemia global” de los polinizadores, con el descubrimiento de nuevas especies de abejas que presentan el patógeno.
Qué enfermedades causan estos nuevos patógenos
Nosema apis y Nosema ceranae son unas especies de hongos microsporidios que parasitan las células intestinales de las abejas. Causan la nosemosis, una enfermedad de las abejas que les provoca desorientación y diarreas, entre otros problemas, que debilitan a las comunidades y reducen el número de individuos.
Concretamente, explica Vicente Martínez, estos hongos producen esporas en el intestino de las abejas infectadas que son expulsadas junto con las heces. Estas heces contaminadas de esporas pueden permanecer en las flores visitadas por las abejas infectadas, por lo que otros individuos pueden infectarse al visitar esas flores y consumir el polen.
En qué abejas se ha detectado esta enfermedad
En la actualidad, solo se ha evaluado el impacto de estos patógenos en unas pocas especies de abejas, principalmente de los géneros Apis, especies productoras de miel, y en Bombus, que son los abejorros, con lo cual, teniendo en cuenta que se estima que existen más de 20.000 especies de abejas en el planeta (unas 1.000 en la península Ibérica), se evidencia un elevado desconocimiento del impacto que tienen estos patógenos en el declive global de las abejas.
Para el desarrollo del trabajo de investigación, el equipo de la Universidad de Murcia muestreó cuatro veces las comunidades de abejas de nueve parcelas de una hectárea cada una, ubicadas en los límites del Parque Regional de Sierra Espuña, en la Región de Murcia, identificando los individuos mediante técnicas basadas en el ADN y caracteres morfológicos y analizando, mediante técnicas moleculares, las presencia de Nosema ceranae y Nosema apis.
Qué porcentaje de abejas están afectadas por esta pandemia
Los resultados de estos análisis desvelaron la presencia de Nosema ceranae en casi el 40% de las especies muestreadas, y se detectó por primera vez en nueve géneros de abejas. Además, la cantidad de ejemplares de cada especie de abeja en los que estaba presente fue independiente de su grado de parentesco, es decir, de su grado de cercanía filogenética, lo que indica que este patógeno es capaz de llegar a una amplia diversidad de especies.
Por otra parte, Nosema apis se detectó solamente en dos individuos, una abeja de la miel y una abeja silvestre del género Eucera. Este dato es significativo, ya que se trata de la primera vez que aparece esta especie de hongo en este género y la segunda vez que se detecta en un género de abejas silvestres.
Los resultados de este proyecto evidencian la capacidad de dispersión de Nosema ceranae entre las comunidades de abejas y suponen un importante avance sobre el conocimiento de las rutas de transmisión de este hongo microsporidio. También ha supuesto una ayuda para el diseño de estrategias de gestión para minimizar los impactos de los patógenos en comunidades de polinizadores.
La expansión de estos patógenos tiene un papel importante en el declive mundial de polinizadores “En particular, el patógeno Nosema ceranae ha sido un factor clave en la pérdida de colmenas de abejas de la miel en muchos países, sin embargo, hay un amplio desconocimiento acerca del impacto de este patógeno en las comunidades de polinizadores silvestres”, explica Martínez.
Cómo frenar al expansión de la pandemia que pone a las abejas en peligro
Los resultados de este estudio hacen patente que se necesita una actuación de urgencia, para poner coto a la expansión de éste y otros patógenos que dañan a las poblaciones de insectos polinizadores.
Por ejemplo, a Vicente Martínez le gustaría que hubiera una regulación más estricta sobre la movilidad de las colmenas y sobre la cantidad que se pueden ubicar en una misma zona, a fin de reducir la concentración de abejas, algo que favorece la transmisión de enfermedades.
Del mismo modo, pide una mayor responsabilidad a los apicultores, para que actúen en el momento en que detectan alguna enfermedad en sus colmenas, a fin de evitar que se extienda entre las especies silvestres.
De esta manera se conseguiría un cierto equilibrio entre las abejas manejadas y las silvestres, que beneficiaría la recuperación de unos insectos esenciales para la vida en la Tierra.