Ésta es la primera vez que se exponen juntas todas las series eróticas realizadas por Federico Castellón hace ya cuarenta años, en compañía de su amigo y también artista Peter Paone. Con motivo de la exposición, el Museo Casa Ibáñez ha editado un libro en el que se recogen las piezas que forman el imaginario erótico de este almeriense, que desarrolló su carrera en Estados Unidos.
Se trata de un recorrido por los trabajos eróticos de este almeriense universal, que eligió la crudeza del grabado para adentrarse en un mundo lleno de mitos y marcado por los tabúes impuestos por la sociedad. Estos mismo se puede ver en cada una de sus imágenes que, de alguna manera, hacen un guiño al trabajo que en su día realizaron los canteros de la época románica, en esos maravillosos capiteles historiados, donde ‘hablaban’, casi sin tapujos, de los placeres de la carne, eso sí, con una clara función moralizante.
Un total de 81 obras traídas de Estados Unidos, después de un proceso de investigación que se ha prolongado durante más de un año, para conformar esta exposición comisariada por Juan Manuel Martín Robles.
Federico Castellón Martínez (conocido también como Fred Castellon en EE. UU.) (Alhabia, 1914-1971) fue un pintor, escultor, litógrafo e ilustrador de libros infantiles hispano-estadounidense.
Si bien es especialmente reconocido por sus grabados, Federico Castellón fue también pintor y escultor. De hecho, tuvo gran interés al principio de su carrera por el mural, recibiendo el apoyo del mismo Diego Rivera, a quien conoció durante el proceso Rockefeller.
No fue hasta finales de los 30 cuando comenzó a interesarse por el grabado. En su obra pueden apreciarse temas e influencias tanto de sus contemporáneos y compañeros, como Dalí, Picasso o Miró, como de maestros clásicos del grabado, como Goya.