Cuando la leyenda usurpa a la historia

Por MILTON COHEN-HENRÍQUEZ SASSO. Ex embajador de Panamá en España, defensor del legado hispánico al mundo y de la historia compartida, y combatiente de la leyenda negra inventada contra España. Este artículo forma parte del libro “Hispanotropía y el efecto von Bismarck” perteneciente a la Asociación Foro de la Reputación de España denominada “Impulsa España”: https://impulsaespaña.org/

Algunos pensarán que las famosas fake news son un invento de esta época de bombardeo informativo y desinformativo. Sin embargo, la manipulación de los hechos para cumplir propósitos de dominación es tan viejo como la humanidad. En libros milenarios como El arte de la guerra, de Sun Tzu, ya se habla del rumor y el engaño como herramientas de combate, sobre todo cuando el afamado estratega postula que «la guerra se gana primero en la mente del enemigo».

También hay que contextualizar los hechos en su época y su circunstancia. Si podemos usar como ejemplo un personaje muy conocido y su relato —leemos en Génesis 6:9: «Noé era un hombre justo y honrado en su generación»—, podemos preguntarnos si hoy en día diríamos lo mismo. En sugeneración era un justo, pero esa generación era tan perversa que Dios decide destruir el mundo a causa de ella; por lo tanto, Noé era justo y honrado pero en ese contexto, ya que el texto bíblico no se queda en justo y honrado,sino que agrega en qué contexto lo era: «en su generación».

Toda obra humana tiene sus claroscuros. Hasta la epopeya más heroica tiene sus sombras y, por supuesto, las grandes tragedias tienen alguna luz. La epopeya del Imperio español no es ajena a esta situación, solo que la capacidad de dominación cultural de sus principales adversarios ha sido también monumental. Cuando se constituye un imperio «donde no se pone el sol», se generan también muy oscuros enemigos.

La España de 1492 era todavía un proyecto en ejecución. Sin embargo, se dice que fue el primer Estado moderno y que Fernando II de Aragón fue quien inspiró a Maquiavelo al escribir El príncipe

En 1492 no existía un Reino de España como realidad política unificada; existían reinos y otras unidades políticas bajo las coronas de Isabel y de Fernando. También existían el Reino de Portugal y el Reino de Granada. Con la conquista militar de Granada y con la política de alianzas matrimoniales con la casa reinante en Portugal, se esperaba consolidar, en el tiempo, toda la península ibérica bajo un solo monarca. 

La península ibérica era un verdadero mosaico de orígenes y de religiones. Los primeros pobladores tartesios, íberos y celtas, todos paganos, fueron complementados en el tiempo con inmigraciones de fenicios, griegos e israelitas; posteriormente, tuvo lugar la conquista romana, con la cual llegó también una inmigración judía a complementar a los israelitas de la época fenicia; más adelante, el poblamiento de partes de la península con pueblos germánicos como los vándalos y los visigodos, estos últimos traídos ex profeso por los romanos; además, en los siglos VI y VII, también los bizantinos se establecieron en el sur.

Esa amalgama de pobladores recibe desde el siglo VIII el impacto de la conquista árabe y, durante los siguientes ocho siglos, se genera una rica convivencia multirreligiosa en paralelo con guerras y alianzas de todas las combinaciones imaginables: cristianos contra musulmanes; cristianos y musulmanes contra otros cristianos u otros musulmanes; cristianos encargando a judíos la administración de ciudades musulmanas y viceversa. 

Francisco Pradilla y Ortiz, La rendición de Granada, 1882, óleo sobre lienzo, Palacio del Senado, Madrid.

Esa España en formación es la que envía naves a las islas de las Especias (las Molucas) en 1492 y se topa en el camino con un continente desconocido para los europeos. Es importante contextualizar esto para comprender en su época y circunstancia el encuentro entre Europa y el nuevo continente propiciado por lo que pronto sería España.

Construyendo un imperio

Ese proyecto de reino o de primer Estado nacional necesitaba un cemento que lo mantuviera unido. En esa época, esa unidad no la daba el pueblo sino la Corona, y la legitimidad de esa corona venía de Dios. Por ello, las conquistas culminaban con el sometimiento de la población a un nuevo señor o una nueva señora y con la conversión de estos a la religión del monarca, ya que esa sumisión religiosa era la garantía última para la sumisión a la Corona. 

Hoy en día, la «alternativa» de conversión forzosa a la religión oficial o expulsión del país a personas cuyas familias habrían vivido siglos o milenios en el territorio, o incluso plantearlo a habitantes de presencia más reciente, nos resulta abominable… y lo es. También causa repulsión la esclavitud y la encomienda, entre otras instituciones comunes en la Europa de esos tiempos.

Este escrito no pretende hacer aceptables hechos de esta naturaleza, solo busca contextualizar las decisiones o acciones que los produjeron y también registrar el hecho de que, dentro del Imperio español, fueron debatidos a lo largo de los años porque hubo muchos que los cuestionaron abiertamente en su época. En ese contexto se puede tratar de comprender los hechos que se suceden desde 1492 en lo que fue a constituir España, primero, y luego el Imperio español.

Los reyes por lo general —salvo en muy raras ocasiones— buscaban incorporar territorios y siervos a su Corona; no les era beneficioso arrasar tierras y gentes, porque las tierras arrasadas y las tumbas no les generaban rentas.

En el caso de los reinos ibéricos, cuando parten las naves de los hermanos Pinzón en 1492, sus guerreros todavía estaban limpiando sus sables y sus lanzas de la última guerra de Reconquista. Hay que recordar que, en esos tiempos, los poderosos se hacían en el campo de batalla o vistiendo los hábitos. La espada y la cruz, al decir del presidente López Obrador, eran las herramientas de conquista, pero también de ascenso social. 

Vemos que en 1492 todavía no existía España como una realidad política. Existen en ese momento varios reinos bajo las dos coronas de un matrimonio fecundo. Existe una reina con una intensa vocación por su religión y una clara conciencia del poder y un rey con una intensa vocación por el poder y una clara conciencia de la utilidad de la religión. Esa combinación genera la conquista ibérica y la conquista americana.

En cuanto a la conquista ibérica, las facetas son tanto militares como religiosas y políticas. Así como se somete a moros y judíos al proyecto de la España unificada política y religiosamente, se somete a los señores feudales a un poder monárquico sin precedentes. También se fomenta el conocimiento y se aprovecha el acervo de los judeoconversos y de los moriscos en la construcción del Estado español. 

Hablar de «colonias»para referirse a los territorios de ultramar no corresponde con la realidad sociopolítica del Imperio español, en donde se hablaba de «las Españas» para referirse a los territorios americanos y asiáticos, además de los europeos, bajo la misma Corona.

Cuando las naves fletadas por Luis de Santángel, el tesorero judeoconverso de la reina Isabel, llegan al nuevo continente y regresan a la península ibérica con las noticias de las nuevas tierras y sus gentes, la reina mantiene su política de absorción, y el rey consorte mantiene su política de acumulación. En los documentos de la época, vemos a una reina Isabel preocupada por dos cosas: que a sus «nuevos súbditos» se los trate bien y que se los convierta al catolicismo; por su parte, cuando a Fernando le toca regentar, lo vemos preocupado por sus rentas y desconfiando de todos.

Colón en la Corte de los Reyes Católicos. Óleo de Wenzel Von Brozik. Siglo XIX.

Un imperio consciente 

Los reyes son cada vez más poderosos, pero también someten los conflictos y nuevas realidades a debates doctorales. En esos años, la Universidad de Salamanca es, y sigue siendo, fuente de doctrina jurídica. A diferencia de otros imperios, los españoles se preguntan si lo que están haciendo es justo y correcto. De estos debates del temprano siglo XVI, surgen los cimientos del derecho internacional, en ese tiempo llamado derecho de gentes por su principal teórico, el padre Francisco de Vitoria. También bajo la guía del padre Vitoria surgen, con la Escuela de Salamanca, los cimientos de la economía moderna.

De la experiencia del padre De Las Casas como encomendero él mismo y luego principal crítico de la institución de la encomiendanace la doctrina de los derechos humanos. 

En ese mismo contexto, el derecho mercantil se desarrolla enormemente producto de los contratos y de los litigios surgidos de su aplicación, incluso en litigios en contra de los reyes por incumplimiento de contratos con los conquistadores. Recordemos que el modelo económico de la época era el mercantilismo y no el capitalismo.

El encuentro entre los españoles y los pobladores del continente ignoto produjo un imperio, pero no un imperio europeo, sino un imperio tricontinental. El Imperio español bajo Felipe II se extendía desde Italia hasta las Filipinas, pasando por las Américas, desde Alaska a la Patagonia; organizarlo y administrarlo fue una tarea portentosa que requirió el concurso de todos los habitantes de esas tierras y no solo de una élite remota y ausente, como en el caso de sus imperios competidores.

Los Reyes reciben a Colón en Barcelona. Óleo de Francisco García Ibáñez (Museo del Ejército, Madrid).

El Imperio español —como derivado de la Reconquista ibérica— fue desde su inicio un proyecto de mestizaje racial y cultural integrado bajo una lengua, una religión y una Corona comunes. De hecho, hablar de «colonias»para referirse a los territorios de ultramar no corresponde con la realidad sociopolítica del Imperio español, en donde se hablaba de «las Españas» para referirse a los territorios americanos y asiáticos, además de los europeos, bajo la misma Corona.

Los habitantes de uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico eran tan súbditos como los de la península; los nobles que vivían en uno u otro territorio no eran diferentes los unos de los otros. Los hospitales, universidades, caminos y demás infraestructuras que se construyeron en América o en Asia no se hicieron solo a beneficio de los peninsulares; desde el principio se acogió —tras someterlos por las buenas o por las malas— a los gobernantes de las tierras conquistadas y a sus hijos, en las universidades y conventos, también en los ejércitos y en la administración.

Muchas de estas prácticas nos pueden parecer chocantes y hasta repulsivas en nuestros tiempos, ya que estamos hablando de que ese tratoigualitario fue más para las élites que para el pueblo llano, pero es que era igual en la Península. 

En este contexto es útil recoger el testimonio del geógrafo, historiador y hombre de ciencia Alexander von Humboldt, quien, como alemán, era neutral ante las distintas leyendas que se han querido imponer. Si bien en sus escritos Von Humboldt no deja de criticar al Imperio español, no podemos dejar de registrar que, tras haber viajado por muchos países y continentes, sostenía que no había pueblos más felices que los gobernados por el Imperio español, que los indígenas estaban protegidos por leyes españolas que eran «sabias y humanas», que casi no había esclavos —cuando en los Estados Unidos eran esclavos un sexto de sus seis millones de habitantes— y que los campesinos de los territorios del Imperio español eran menos pobres que los alemanes y los rusos; sostenía también que los mineros mexicanos eran los mejor pagados del mundo, ya que percibían salarios entre seis y siete veces mayores que los de un minero alemán, por ejemplo.

Por último, Von Humboldt afirmaba que las instituciones científicas de la Ciudad de México eran muy superiores a las de cualquier ciudad estadounidense y que, en esta y en varias ciudades más de la América Hispana, estaban a la altura de las europeas.

El Imperio español fue un imperio de mestizaje cultural, político, científico y racial. Podemos encontrar una cantidad significativa de retratos familiares de la época, con parejas interraciales y su descendencia mestiza exhibidos con gran orgullo. En contraste, apenas en este siglo se empieza a reconocer públicamente en los Estados Unidos a los descendientes mulatos de próceres como Jefferson y otros titanes de la libertad que, sin embargo, tuvieron esclavos y esclavas y procrearon con ellas, pero en relaciones clandestinas.

Al igual que como con Noé, debemos comprender a las personas y sus circunstancias en su generación; pero no podemos dejar de reconocer que el modelo que aplicaron otras potencias fue el del genocidio y la destrucción, en lugar del mestizaje y la asimilación que caracterizó al Imperio español.

De español y de india, produce mestizo.

Desbancando las leyendas

Así como no podemos aceptar la leyenda negra creada y promovida principalmente por los anglosajones y neerlandeses, tampoco podemos caer en la leyenda dorada y sostener que el Imperio español se construyó a fuerza de puro amor y bondad. Como en toda ocupación, hubo violencia en la conquista, hubo despojos y también destrucción. La diferencia es que esos eventos —que, como hemos sostenido, se dieron en el contexto de la época— en general iban en contra de las normas y órdenes generadas desde la metrópoli; normas que fueron generando un corpus llamado derecho de Indias en donde se recogían de forma sistemática este cuerpo jurídico. 

De hecho, muchos de los conquistadores que abusaron de su fuerza y poder regresaron a España encadenados o fueron ejecutados en el sitio por sus superiores; también lo fueron quienes por codicia quitaron a otros —y sobre todo al rey— su parte del botín, porque también hay que ser honestos en que eran botines y no otra cosa.

Así mismo debemos cuestionar la leyenda del buen nativo, que pretende hacer creer que el continente americano estaba poblado por personas absolutamente pacíficas y alejadas de cualquier actitud o sentimiento de baja ley. De hecho, una buena parte de la conquista se dio por unos puñados de españoles que formaban alianzas con pueblos indígenas en contra de otros pueblos nativos que los tenían sometidos y expoliados.

Una buena parte de la conquista se dio por unos puñados de españoles que formaban alianzas con pueblos indígenas en contra de otros pueblos nativos que los tenían sometidos y expoliados.

El caso más relevante es el de Hernán Cortés, quien llega a la posteriormente llamada Nueva España con unos mil quinientos hombres bien pertrechados, pero que, al llegar a Tenochtitlán — la capital de los mexicas, llamados también aztecas—, lo hace con lo que le queda: cinco hombres, tres caballos y dos perros; el ejército que hizo posible la conquista de la capital del Imperio mexica era un ejército tlaxcalteca, pueblo sometido por los mexicas y que, bajo el mando de Cortés, esperaba liberarse de ese yugo. 

Tan importante fue el papel de los tlaxcaltecas que el rey de España les dio fuero equivalente al de los vizcaínos y que, por ello, entre los cinco delegados americanos a las Cortes de Cádiz (nombre dado a la convención constitucional de 1812) uno era tlaxcalteca y venía por derecho propio.

Alianza de Hernán Cortés y los Txalcaltecas. Mural realizado por el pintor txalcalteca Desiderio Hernández Xochitiotzin.

La independencia

Un imperio construido a lo largo de cuatrocientos años no puede carecer de defectos, errores y tragedias, pero para durar tanto (ninguna república hispanoamericana ha llegado aún a mucho más de la mitad) debió haber logrado el respaldo o, al menos, la sumisión de la mayor parte de sus pobladores, como parece reconocer Von Humboldt.

Tanto es así que lo que luego devino en las independencias de las repúblicas americanas realmente fueron movimientos de independencia, sí, pero en contra de la Francia Napoleónica. Napoleón había logrado que el rey Carlos IV de España abdicara, quien lo hizo en favor de su hijo, Fernando VII, pero luego este lo hizo de vuelta en favor de su padre para que fuera quien entregara la Corona a Napoleón con el fin de colocar en Madrid como rey a su hermano José Bonaparte. 

Independientemente de que el mal llamado «Pepe Botellas» (José Bonaparte era abstemio) formara un gobierno bastante bueno, que Fernando VII —bien llamado «el rey Felón»— fuera un pésimo gobernante y que los Borbones fueran un linaje de origen francés, los españoles de todos los continentes iniciaron lo que se llamó la guerra de Independencia. En varias regiones de la España peninsular se organizaron juntas revolucionarias —siendo la más popular en América la de Cádiz— y en el otro lado del Atlántico se empezaron a reproducir otras tantas. 

Si bien más adelante hubo divisiones entre los patriotas y los realistas, lo que dice la historia —a pesar de la leyenda— es que la independencia de América no se inicia como una independencia contra España (todos se sentían españoles como el que más), sino que fue una lucha de independencia contra los Bonaparte. Solo después de que el rey Felón, ya repuesto en el trono, aboliera la Constitución de 1812, es cuando los movimientos en las Américas se tornan en contra de la metrópoli.

Es importante resaltar que en esos años revolucionarios se convoca en Cádiz un proceso constituyente, que de América vienen cinco delegados por derecho propio y que uno de ellos, Joaquín de Mosquera Figueroa, nacido en Popayán —la actual Colombia— no solo es uno de los que preside las Cortes de Cádiz, sino que también, en virtud de ello, queda en un momento como regente de todo el Imperio español. También es importante reconocer que la Constitución de 1812 —conocida como la Pepa— fue la primera constitución democrática que rigió en Hispanoamérica y que fue el modelo de nuestras primeras constituciones republicanas. 

Promulgación de la Constitución de 1812

Por último, hay que recordar que muchos de nuestros libertadores eran oficiales activos del Ejército español (naturalmente, ya que eran españoles) y que cuando Simón Bolívar, Andrés Bello y Luis López Méndez son enviados a Londres para lograr apoyo inglés para la Junta de Caracas, lo hacen «en nombre del rey Fernando VII de España»quien todavía no había mostrado «sus colores» y era conocido aún por sus súbditos como el Deseado.

Claroscuros 

Regresando a nuestros claroscuros, es importante resaltar que la Constitución de 1812 prohibía la tortura, disolvía la Inquisición y abolía la esclavitud, entre otros avances monumentales. Sin embargo, la esclavitud y varias formas de vasallaje pervivieron en las Américas hasta finales del siglo XIX en el primer caso, y bien entrado el Siglo XX en el segundo; todo ese tiempo ya libres de las ataduras con Madrid.

Es más, está comprobado que la mayor parte de los procesos de «limpieza étnica»,o más propiamente de genocidio, cometidos en contra de los pueblos originarios de América tuvieron lugar después de la independencia de las repúblicas americanas, por lo tanto, no por el Imperio español. 

La mayor parte de los procesos de «limpieza étnica»,o más propiamente de genocidio, cometidos en contra de los pueblos originarios de América tuvieron lugar después de la independencia de las repúblicas americanas, por lo tanto, no por el Imperio español.

No podemos negar que hubo una gran mortandad, ni tampoco la desaparición de varios pueblos autóctonos al iniciar la conquista española o en los primeros contactos entre los peninsulares y los originarios; pero, en la mayor parte de los casos, fue producto de las enfermedades infectocontagiosas que traían los españoles —como la viruela, por ejemplo—, ya que la población nativa no tenía inmunidad.

También hubo un proceso de aculturación que, si bien generó una cultura mestiza, también hizo desaparecer diferentes culturas originarias. En ambos casos, no fue un proyecto de genocidio, como sí lo fue el de otras potencias imperiales en los territorios que conquistaron y poblaron. 

Para dar un solo ejemplo de las diferencias, veamos el caso de la viruela: mientras está documentado que el comandante en jefe de las fuerzas británicas en América del Norte, sirJeffrey Amherst, regalaba a los indígenas mantas que habían sido empapadas con el sudor de enfermos de viruela para, según dijo en una carta, «extirpar a esta raza execrable»el español Francisco Javier Balmis organizó y lideró la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna entre 1803 y 1806, que dio la vuelta al mundo con el propósito expreso de que la vacuna de la viruela alcanzara todos los rincones del Imperio español.Esta expedición, como su nombre indica, fue una misión oficial financiada por el Estado español.

La expedición Balmis. Primer modelo de lucha global contra las pandemias. Mapa de la expedición. Javier de Isusi.

Encuentro enriquecedor 

El continente ignoto con el que se toparon los ibéricos en 1492 no era un lugar homogéneo geográfica, climática ni étnicamente. Así como había pueblos que vivían de la caza, la pesca y la recolecta, los había con sofisticados sistemas agropecuarios; así como los había nómadas o migrantes estacionales, se encontraron enormes ciudades con impresionante arquitectura; así como había pobladores con cultura primitiva, había pueblos con mayores avances en el campo científico que los europeos —sobre todo matemático y astronómico—; así como había pueblos dispersos y poco numerosos, había grandes imperios con todas las características de una estructura política de esta naturaleza. El encuentro de estos pueblos con los peninsulares fue uno de enorme complejidad y a la vez muy enriquecedor.

Así como nos debemos lamentar por todas las culturas americanas que desaparecieron producto de dicho encuentro, también tenemos que decir que España, luego Europa y finalmente el mundo tampoco salieron intactos —gracias a Dios— al impacto del encuentro con América. 

El tomate, el cacahuete o maní, el aguacate, el cacao o chocolate, el maíz y la papa o patata son parte de la cocina universal, así como la barbacoa —de donde viene la palabra en inglés barbecue, y no al revés— también lo es. Gracias a la papa o patata —de la cual en Perú hay más de seis mil cuatrocientas variedades—, los irlandeses y otros pueblos europeos dejaron de morirse de hambre en invierno. Qué decir del cacao, con el que se hace el chocolate, y su enorme impacto en la alimentación y el sentido de placer en todo el mundo. 

Así mismo, podemos hablar de la nao de China o galeón de Manila —en su época y distintas encarnaciones, la nave más grande jamás construida— y de las flotas de Indiasverdaderas precursoras de la globalización y gracias a las cuales se desarrolló enormemente tanto el intercambio comercial de bienes como el de especies agrícolas, que empezaron a sembrarse en continentes distintos, pero en los mismos paralelos, con lo cual aumentó la capacidad de alimentar a muchas más personas.

También podemos hablar del impacto de la visión autóctona sobre el mundo y la relación del hombre con la naturaleza, de las nuevas formas de organización sociopolítica que surgen de experiencias como las misiones jesuitas en comunidades indígenas de Sudamérica o de las formas cooperativas para el trabajo de la tierra. Con todos sus claroscuros, el encuentro entre nuestros ancestros fue sumamente fecundo. Sin ello, no seríamos capaces de comunicar nuestras ideas y enriquecernos con nuestras distintas opiniones e informaciones casi quinientos millones de personas.

De esa construcción sociopolítica tricontinental llamada Imperio español, y de las gentes que lo poblaron, surgieron grandes contribuciones para la humanidad. No solo el español es la segunda lengua materna más hablada en el mundo; el Quijote es la segunda obra más publicada en casi todos los idiomas, solo superada por la Biblia; la Gramática castellana de Nebrija no es solo la primera gramática española, es la primera gramática de cualquier lengua romance, y modelo para todas ellas; además, desde su presentación, se resaltó su importancia para la comunicación entre los distintos pueblos del nuevo imperio; las obras de Baltasar Gracián, sobre todo su Oráculo manual y arte de prudencia, están entre las grandes contribuciones al arte del buen gobierno; además de las obras de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Fernando de Rojas, que son textos literarios de naturaleza universal. También lo son las obras del Inca Garcilaso de la Vega y sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo; en la pictórica, están las de Velázquez, de Goya y de El Greco, entre otros, que también son parte del acervo cultural de la humanidad; los principales cálculos matemáticos y astronómicos para el calendario gregoriano los hizo un equipo de la Universidad de Salamanca encabezado por fray Luis de León; el calendario que usa el mundo es, pues, también un producto del Imperio español. 

Es muy difícil sintetizar con justicia las experiencias de una relación tan intensa y con duración tan extensa. Seguramente, habrá múltiples ejemplos que podrían desmentir lo aseverado en este escrito; así mismo, habrá otros tantos que podrían respaldarlo. Se requiere de nuevos encuentros transoceánicos, pero, esta vez, solo armados de paciencia, conciencia, benevolencia y sapiencia para dejar atrás la leyenda y escribir juntos nuestra historia.

Milton Cohen-Henríquez Sasso 

Ha sido diputado a la Asamblea Nacional de Panamá, ministro de Gobierno (Interior y Justicia) y embajador ante el Reino de España, entre otros muchos cargos. En diferentes momentos, ha sido consultor o asesor del presidente de la República, del presidente de la Asamblea Nacional y de la presidente de la Corte Suprema de Justicia de Panamá. Ha dirigido revistas, periódicos informativos de radio y de televisión. Ha dirigido y ha asesorado campañas electorales y ha sido profesor en escuela secundaria y en universidades en Panamá y en España. Ha publicado varios ensayos y una novela.


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