Un estudio del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) ha comprobado en aves las consecuencias a largo plazo de la contaminación por metales pesados como plomo y mercurio en antiguas zonas mineras, y remarca la importancia de remediar los problemas de contaminación en estos entornos, como medida de conservación de la biodiversidad. Las aves han puesto en evidencia los altos niveles de contaminación de estos lugares.
La minería metálica es una de las actividades humanas que genera un impacto ambiental más severo, especialmente cuando se centra en la explotación de metales que, como el plomo (Pb) y el mercurio (Hg), son altamente tóxicos. Una vez que estos metales son liberados al medio ambiente se dispersan por el agua, la atmósfera y los suelos, de modo que los animales y las plantas quedan potencialmente expuestos, pudiendo incorporarlos a sus tejidos y, en consecuencia, generarse problemas de toxicidad y de seguridad alimentaria.
En espacios naturales afectados por la minería metálica asociada al Pb y al Hg es fundamental biomonitorizar los niveles de contaminación a lo largo del tiempo, esto es, evaluar el grado de exposición de la fauna silvestre a estos metales contaminantes y sus posibles efectos sobre la salud, con el fin de valorar los riesgos asociados y prevenir impactos sobre la conservación de la biodiversidad.
Cómo monitorizar la contaminación por metales pesados
Lo ideal para realizar esta biomonitorización sería analizar la acumulación de metales en órganos internos como los riñones, el hígado o los huesos de los animales, ya que desempeñan un papel clave en su metabolización, excreción y acumulación. Sin embargo, analizar muestras de estos órganos requeriría necesariamente el sacrificio de los animales muestreados, por lo que es conveniente optimizar y validar el uso de otras matrices biológicas “no destructivas” o no invasivas, como las plumas de las aves, que además son excelentes bioindicadoras de la contaminación ambiental.
Científicos del Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), del National Veterinary Research Institute (Polonia), del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (IRIAF) y de la Universidad de Calgary (Canadá) han investigado cómo las aves silvestres que habitan espacios naturales afectados por la contaminación de antiguas zonas mineras se ven expuestas a metales como el Pb y el Hg y cuáles son los factores que condicionan su acumulación en las plumas.
El trabajo de investigación tomó como área de estudio el antiguo Distrito Minero de Almadén, que fue el principal productor mundial de mercurio hasta finales del siglo XX; y el antiguo Distrito Minero del Valle de Alcudia, principal productor de plomo en España hasta finales del siglo XIX; ambos en la provincia de Ciudad Real. Tras siglos de extensa explotación, una parte de las concesiones mineras de ambos distritos y sus residuos (en forma de escombreras, balsas de lodos y otros desechos mineros) fueron abandonados sin ser sometidos a ningún proceso de rehabilitación medioambiental y restauración, generando problemas de contaminación en el entorno. Otras zonas, como la escombrera de la mina de Almadén, sí que han sido restauradas pero la contaminación liberada durante el aprovechamiento minero todavía persiste en su entorno y los ríos de la zona.
En qué parte de las aves se acumulan los metales pesados
Tal y como cabía esperar, las plumas de las aves que habitan los espacios naturales afectados por la antigua minería metálica en ambos distritos mineros acumularon altos niveles de Hg (Almadén) y Pb (Valle de Alcudia) en comparación con las aves muestreadas en la zona no contaminada.
Dentro de las zonas mineras, no todas las aves acumularon los metales de la misma manera, sino que ésta varió dependiendo de su posición trófica. Así, las aves granívoras (como el jilguero europeo, Carduelis carduelis) acumularon los niveles de mercurio más bajos en sus plumas, en comparación con aves de hábitos omnívoros (como el mirlo común, Turdus merula), insectívoros (como la abubilla, Upupa epops) o piscívoros (como el martín pescador, Alcedo atthis). Estas diferencias pueden deberse a una mayor ingesta de metilmercurio (MeHg), una forma química del Hg altamente bioacumulable, según se está más arriba en la cadena trófica.
En el caso del plomo, las concentraciones acumuladas en las plumas de aves granívoras y omnívoras fueron el doble que en las especies insectívoras y granívoras. Estas diferencias pueden asociarse a una mayor ingestión de granos, semillas, hierbas y frutos, e incluso pequeñas cantidades de suelo y gastrolitos (pequeñas piedras que las aves herbívoras ingieren para ayudar a la trituración de alimentos en el buche), contaminados por polvo con altos niveles de Pb.
El 13% de las aves muestreadas en la zona del antiguo Distrito Minero de Almadén tuvo niveles de Hg en plumas asociados con una reducción del éxito reproductivo en aves paseriformes. Por su parte, el 14% de las aves muestreadas en el antiguo Distrito Minero de Valle de Alcudia tuvo niveles de Pb en plumas vinculados con alteraciones comportamentales y cognitivas en aves.
Estos resultados ponen de manifiesto que la avifauna que habita ecosistemas afectados por la contaminación por metales derivada de antiguos distritos mineros, como es el caso de Almadén y el Valle de Alcudia en la provincia de Ciudad Real, puede estar expuesta a niveles de metales potencialmente tóxicos, como el Hg y el Pb, que en algunos casos pueden ser lo suficientemente elevados como para comprometer su salud. De este modo, el presente trabajo evidencia la necesidad de adoptar medidas que prevengan o minimicen la exposición de la fauna silvestre a esta contaminación con el fin de procurar la conservación de la biodiversidad.