Las chicas se llevan la peor parte de este fenómeno, con vulnerabilidades mayores en relación a su imagen y al padecimiento de distintos tipos de violencias, según estudio de la Universidad de Granada.
Un estudio encabezado por investigadoras de la Universidad de Granada, con la colaboración de las universidades de Sevilla, Jaén, Oviedo y Castilla-La Mancha, avisa sobre el riesgo que supone que la juventud idealice el consumo de alcohol, relacionándolo constantemente con la diversión y el ocio en las publicaciones de Instagram, una red social de elevado uso entre jóvenes.
En tiempos de COVID-19, señalan las expertas, esta práctica se ha acentuado. “Compartir ‘eventos de la bebida’ se ha convertido en un divertimento habitual entre las personas jóvenes en redes como Instagram. La pandemia ha reestructurado tanto sus pautas de consumo de alcohol, como los usos que hacen de las redes sociales”, detalla la catedrática de Antropología Social de la UGR e investigadora del Instituto Universitario de Investigación de Estudios de las Mujeres y de Género, Nuria Romo Avilés.
Para llevar a cabo este trabajo, sus autoras, pertenecientes a dicho centro de investigación, realizaron una etnografía digital. La muestra total de carácter intencional está compuesta por 118 adolescentes y jóvenes españoles/as de entre 15-24 años.
Las investigadoras califican Instagram como “parte de la fiesta, parte imbricada en la vida cotidiana de las personas jóvenes, en la que se comparten regularmente imágenes deseables de las pautas de consumo de alcohol y sus efectos”. Adolescentes y jóvenes construyen así un modelo online idealizado del alcohol. El problema principal radica en que estas publicaciones solo hacen visibles los efectos de la fase de desinhibición tras el consumo y se obvian el resto de las fases de los efectos de las bebidas alcohólicas, aquellas que perjudican a la salud.
Según la última encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España: ESTUDES (Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, 2021) citada en este trabajo, el primer consumo de alcohol sigue siendo el mismo que en las últimas dos ediciones de la encuesta: 14 años. Asimismo, en estudiantes de entre 14 y 18 años, el alcohol se posiciona como la sustancia psicoactiva más consumida.
El impacto del género
Las mujeres se llevan la peor parte de las consecuencias negativas que acarrea la idealización del consumo de bebidas alcohólicas a través del uso de las redes sociales. Las personas entrevistadas para este trabajo muestran que la cultura de la intoxicación y su transmisión virtual no son neutras al género.
Las chicas relatan vulnerabilidades en este espacio en relación a su imagen –a ellas se les juzga más y de peor manera– y al padecimiento de distintos tipos de violencias (Fernández et al. 2019; García-Carpintero et al. 2020; López-Morales et al., 2021; Ruiz-Repullo et al. 2020; Tarancón et al., 2021). El estudio recoge narrativas en varios casos en los que hubo que socorrer a mujeres ebrias ante violencias sexuales dentro del contexto del ocio festivo.
Los relatos muestran una vulnerabilidad en la imagen pública afectada por el consumo abusivo de alcohol y sus efectos (Romo-Avilés et al. 2020), “que sigue siendo patrimonio de lo masculino y vilipendiado cuando se produce en exceso entre las chicas más jóvenes, siendo rechazadas y sexualizadas en las redes por los comportamientos relacionados con la bebida”, denuncian las autoras de la investigación.
COVID-19 y consumo de alcohol
Durante el periodo de medidas más restrictivas contra la COVID-19, marcado por el confinamiento de la población, aparecen consumos de alcohol en soledad entre personas jóvenes y adolescentes y reuniones virtuales en las que el consumo de alcohol también se hace de forma virtual.
Después, conforme se han ido relajando las restricciones, las investigadoras detectan un aumento del deseo de la fiesta que hace que se suban a las redes las imágenes que no se habían compartido durante el confinamiento. “Nuestros datos coinciden en un aumento de la comunicación online en relación al consumo de alcohol y a los eventos festivos entre personas jóvenes o adolescentes”, explican las investigadoras.
Las autoras de este estudio proponen abordar la problemática teniendo en cuenta los nuevos patrones que añaden las redes sociales al ocio relacionado con el alcohol entre los jóvenes. “Nuestros resultados hacen pensar que es fundamental incluir estas nuevas formas de transmisión de las pautas de consumo de alcohol en la normativa española que regula la venta y uso, pero también en la prevención, que debería adaptarse a este lenguaje y aprovechar un contexto privilegiado como es el virtual”, exponen.
También consideran fundamental la perspectiva de género en la prevención y regulación, ya que las chicas son triplemente vulnerables: sobre su cuerpo, sus roles e identidades de género y sobre la violencia que padecen cuando ocupan espacios como aquellos en los que se consume alcohol online y offline.
Referencia bibliográfica:
Romo-Avilés, N., García-Carpintero, M. Á. y Pavón-Benítez, L. (2020). Not without my mobile phone: alcohol binge drinking, gender violence and technology in the Spanish culture of intoxication. Drugs: Education, Prevention and Policy, 27(2), 154-164.
Tarancón P., Romo-Avilés, N., & Pavón-Benítez, L. (2021). “Yo sí te Creo”: Alcohol-facilitated sexual violence among young women in the Spanish night-time economy. Social & Legal Studies, 09646639211057288.