El Apolo recibe con un lleno absoluto el estreno de 'La mujer de la sombrilla'

El simbolismo y la sinceridad marcaron el estreno mundial de la Ópera de Cámara ‘La Mujer de la Sombrilla’, y cautivaron al público del Teatro Apolo. La soprano Mariví Blasco, acompañada del narrador Tete Cobo y de cinco músicos más, trataron en un tono intimista y sutil la enfermedad del Alzheimer. Con esta obra, de Juan Cruz-Guevara, en el ámbito artístico, y Francisco Joaquín Cortés, en el aspecto literario, se inauguró el viernes el XII Certamen Internacional de Guitarra Clásica Julián Arcas, organizado por la Fundación Cajamar.

Esta ópera, que ha sido promovida por la Fundación Cajamar en el Año Mundial de la Investigación del Alzheimer, estuvo dividida en tres escenas. La obra comenzó con el personaje principal, Olvido, la soprano, recostada sobre una tumbona, y rodeada de los cinco músicos, una flauta, un violonchelo, un acordeón, un saxo y la percusión. Como fondo de escenario, cinco sombrillas blancas y abiertas, en las que las imágenes de la memoria se van sucediendo, a modo de película y en flashbacks. Y se inicia la obra con la entrada del narrador, que no es sino la memoria de la mujer enferma.

Destaca de esta obra la escenografía, que aunque muy sencilla está cargada de simbolismo. Así, durante la acción se suceden las imágenes proyectadas sobre las sombrillas blancas del fondo del escenario, que no son sino retazos de la memoria de la mujer. La mayoría de estas imágenes están relacionadas con el mar, puesto que la obra transcurre en una playa de Benidorm. Así se suceden fotografías o fragmentos de película del mar, de una gaviota, de la mano de un niño agarrada a la de una mujer, de un hombro desnudo o de las sombrillas clavadas en la arena.

Literatura

La literatura también está presente en esta ópera, siendo frecuentes las referencias explícitas a grandes poetas del siglo XX, como Alfonsina Storni, Leonora Carrington, William Faulkner, Vladimir Maiakovski, o Clara Janés, entre otros. El léxico utilizado tanto por la soprano como por el narrador es meticuloso, expresivo y cargado de metáforas que trasladan al público por los vaivenes de la memoria de la protagonista.

En la acción intervienen también cada uno de los músicos instrumentistas, con movimientos musicales que consiguen una unión íntima de música y texto. Igualmente, colaboran en crear un ambiente de ensoñación sincero los dos figurantes, que pasan de un lado a otro del escenario dando palmadas y mostrando el caos de la mente de Olvido.

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