Luz Casal levantó anoche el telón de los conciertos de la Feria, organizados por la Concejalía de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería, con casi dos horas de actuación entregada, cómplice con su público hasta el límite, mezcla de todos los registros del más puro estilo Luz y con mucho mensaje en todos sus temas. Los más de 2.000 espectadores que comenzaron el espectáculo sentados sobre la pista del Palacio y terminaron en pie, pudieron disfrutar con la Luz Casal más rockera, la más melódica, la más pasional y la más melancólica. Una Luz Casal, sobre todo, entregada a su público, llena de amor y respeto por los que la escuchaba. Sin duda, la mejor receta para que todo ello fuera recíproco. Ataviada con un largo vestido blanco de volantes y torera negra con pedrería, a juego con un pequeño tocado del mismo color, Luz se plantó en el escenario bañada en calma y serenidad, al son de los primeros punteos del tema ‘Mar y cielo’, incluido en el disco ‘La Pasión’. “Me quieres, pero de nada te vale; soy tuya, porque lo dicta un papel” fueron sus primeras palabras, recreándose en cada letra, dejando caer cada frase, ante los aplausos iniciales de su gente y rodeada por un gran equipo de músicos, con guitarras, órgano y piano, batería y timbales, bajo, así como un área de cuerda, con tres violines, violoncello y contrabajo; y otra de metales, con saxo, trompeta y trombón.
“Gracias por invitarme a vuestras fiestas”, se dirigió Luz su público en cuanto tuvo oportunidad, al tiempo que agradecía también su aportación “a los compositores e intérpretes de música de amor”. Y acto seguido, le puso letra y música a ese agradecimiento, con aquello de “Ya no estás más a mi lado, corazón”, primeros compases de ‘Historia de un amor’, como no hay otro igual. Encima y debajo del escenario ya se anunciaba la Luz más Luz y llegó ‘Entre mis recuerdos’, uno de sus clásicos. “Cuando la pena cae sobre mí; el mundo deja ya de existir; miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos”.
A lo largo de la noche, la artista realizó varios homenajes y dedicatorias. Una de ellas, la primera, fue para las mujeres. Tras pedirles a las presentes que gritaran para cuantificar su presencia, resolvió dedicarles ‘No me importa nada’, enumerando todo aquello de “que rías o que hagas, que subas o que bajes, que entres o que salgas… y no me importa nada, nada”.
De vuelta, Luz era ya una rockera metida en un traje de cuero negro, con la cabeza al aire y dispuesta a todo, tras cambiarse de ropa en lo que acababa un tema y comenzaban los primeros compases del siguiente, ‘Dame un beso’, con el que la intérprete mantuvo una espectacular complicidad con Manuel Manzano, a la trompeta; para atacar después con otro de sus temas más rockeros, ‘Plantado en mi cabeza’.
‘Vengo del Norte’ sirvió para acometer un nuevo homenaje, en este caso a su tierra, “donde nací”, culminada con un baile típico de su casa, que no tardó en contagiar a los presentes, la mayoría de los cuales ya habían abandonado sus asientos para acompañar a Luz Casal en sus pasos, mientras toda la orquesta se empleaba en dar compañía musical a su solista.
“Maldita sea, siempre estamos igual”. Uno de los detalles más llamativos de la velada fue la tremenda complicidad de la artista con su público. Hubo momentos nostálgicos y tiernos, momentos entregados a las letras de amor y otros en los que Luz y su público se unían en un mismo coro para mostrarse desafiantes, independientes y sobre todo muy unidos. Artista y público eran todo menos “notas discordantes” mientras silabeaban ‘Tal para cual’, que daba paso a otro de los temas con los que Luz saltó al estrellato, aquel ‘Rufino’ “con su aire de pingüino”. La batería era ahora la que formaba pareja con la solista, que respondía bailando sola en el centro del escenario, en un ejercicio de percusión que iba a más en cuanto a ritmo, agradecido con palmas y gritos desde la platea.
El amor volvía sobre el escenario antes de que Luz volviera a hacer una mínima parada. “Me emociono, al volverte a ver; y aún preguntas quién dejó a quien”, coreaba todo el público con ‘Loca’, para terminar con ‘Un pedazo de cielo’, en el que el público obedecía a la intérprete cuando pedía aquello de “grita… salta… canta”.
Tras casi una hora y media de actuación, Luz se despedía por vez primera de sus incondicionales, aunque regresaba enseguida para dar las “gracias por la acogida que me habéis brindado y por tantos años de cariño en esta tierra, con tantos amigos”. Con el público en pie, Luz comenzaba la recta final de su actuación, desgranando los primeros acordes de ‘Piensa en mí’, uno de los dos temas que cantó para Pedro Almodóvar en la película ‘Tacones lejanos’, de la que interpretó dos versiones consecutivas.
Después, se disculpaba públicamente por “haberle dado la espalda durante años a algunos estilos musicales; algo que voy solventando. Así es como he descubierto una canción que es como darle ‘Gracias a la vida’” y “gracias a Violeta Parra por esta canción”.
Ya sólo le restaba, a Luz Casal, presentar uno por uno a sus músicos, con los que, cogidos de la mano, se despediría en primera línea del escenario; regalar al público ‘Ramo de rosas’, “un tema que vamos a grabar en unos días y que quiero saber qué os parece”, junto a la guitarra de su compositor, Juan Cerro; y terminar con otro tema 100% Luz, ‘Te dejé marchar’, con el que abandonaba el escenario, tras arrodillarse ante miles de personas puestas en pie y reconociendo su admiración con un cerrado y prolongado aplauso.