Bioconstrucciones en el laboratorio natural del entorno del río Tinto, un ‘espejo’ de futuras exploraciones en Marte

Desde hace décadas, la cuenca minera de Huelva es una maqueta terrestre a escala real de posibles hallazgos de vida en el planeta rojo. Un ejemplo es el estudio de investigadores de la Universidad de Huelva, que han caracterizado estas bioestructuras ricas en hierro en el río Tintillo, afluente del Odiel, una de las pocas zonas del planeta donde se pueden localizar dispuestas en forma escalonada.

Si Marte tuviera una embajada en la Tierra, estaría ubicada en el mayor yacimiento minero a cielo abierto de Europa, en las proximidades del municipio de las Minas de Rio Tinto (Huelva). El río que lo cruza y del que recibe su nombre presenta unas condiciones ambientales muy similares a las que podrían darse en el planeta rojo.

Por ello, desde 2003, las minas de esta zona son un laboratorio natural para la NASA y su misión a Marte, recientemente culminada con éxito a bordo del róver Perseverance.

El denominador común de la cuenca minera onubense y de este planeta recién amartizado es la presencia masiva de hierro en ambos lugares y que ahora, un equipo multidisciplinar de expertos de las universidades de Huelva, Autónoma de Nuevo León en México, Aveiro en Portugal y Politécnica de Madrid, ha estudiado la composición, formación y estructura de este tipo de estructuras formadas en el cauce del río Tintillo. Dichas formaciones servirán como patrones para reconocer biomarcadores morfológicos que puedan eventualmente aparecer en otros planetas como Marte.

Estas estructuras, llamadas estromatolitos, son bioconstrucciones compuestas por comunidades microbianas, algunas de las cuales realizan la fotosíntesis como las cianobacterias, algas verdes-azules, y se encuentran en contados puntos del mundo, entre ellos Huelva. “Alrededor de 2.000 a 3.500 millones de años, cubrían todas las aguas poco profundas del océano y producían oxígeno a escala industrial. Podríamos considerarlos como una especie de árboles submarinos, antes de que existieran los árboles terrestres, que proporcionaron las condiciones idóneas para el desarrollo de formas de vida más eficientes, explica a la Fundación Descubre la paleontóloga de la Universidad de Huelva Ana Santos, una de las autoras de este trabajo publicado en la revista Astrobiology.

Hierro como seña de identidad

En el caso concreto de los estromatolitos hallados en aguas del Tintillo, hermano menor del Tinto y afluente del Odiel, su rasgo principal lo marca el color marrón rojizo que los cubre debido a su alto contenido en hierro. “Los metales solubles resultantes del drenaje ácido de minas como consecuencia de la oxidación de los minerales de sulfuro de hierro, como es el caso de la pirita, interaccionan con las comunidades microbianas y forman aglomerados con laminaciones alternas. Cuando se consolidan originan terrazas, es decir, superficies más o menos planas y horizontales generalmente limitadas por dos pendientes pronunciadas con forma de escalón. El resultado son estas bioconstrucciones que denominamos estromatolitos”, relata Santos.

También conocido como Río Agrio por la acidez de sus aguas, que concentran altos niveles de minerales sulfurosos, como la pirita, debido a la acción minera, este río arroja información científica de interés tanto del pasado como del futuro .“El Tintillo es un espejo de lo que puede haber ocurrido en el pasado, un espacio clave para entender las condiciones que, pensamos, debieran darse para originar la vida en la Tierra.

Al mismo tiempo, puede arrojar pistas sobre el futuro de la exploración de planetas extraterrestres, como Marte, ya que la exploración espacial moderna se basa en el reconocimiento de biomarcadores morfológicos. Si tras el amartizaje localizan estructuras similares morfológicamente a éstas estudiadas, se podría inferir eventualmente vida extraterrestre, ya que requieren agentes biológicos para su formación”, compara esta científica.

Durante este estudio, los expertos analizaron muestras de estos sedimentos y agua procedentes del Tintillo. “Utilizamos este río menor como laboratorio natural porque presenta grandes concentraciones de metales y un pH muy bajo y por tanto, niveles de acidez muy elevados. En él viven organismos extremófilos, que toleran notables condiciones de estrés en condiciones ambientales muy extremas parecidas a los ambientes arcaicos de la Tierra, y a posibles ambientes extraterrestres”, justifica la investigadora.

Para la ciencia, Huelva ha sido, es y será una réplica terrestre del planeta rojo donde estudiar posibles rastros de vida mirando las aguas de sus ácidos ríos. Este estudio aporta su granito de arena dando un pequeño paso para la astrobiología y un gran paso en la exploración del planeta rojo, una odisea en el espacio que no ha hecho más que comenzar.

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