La restauración del lavadero ha sido una manera de poner ante los más jóvenes la importancia que en otros tiempos jugó este elemento arquitectónico, convertido en punto de encuentro social del municipio, y que con el paso del tiempo ha adquirido un gran valor antropológico.
El Lavadero de Benahadux se convirtió en un resto del pasado en el momento en el que se instaló el agua potable en el municipio. Antes, este lavadero fue punto de encuentro entre las mujeres de Benahadux que acudían al lugar para hacer la colada y, también, compartir sus secretos.
El paso del tiempo deterioró este lavadero al tiempo que debilitaba las relaciones sociales que se establecián en torno a este punto de agua. Convertido en lugar de intercambio de información, el Lavadero de Benahadux fue convertido en los años 70 en un espacio privilegiado para conocer la intrahistoria del municipio, algo que aprovecharon en su día unos jóvenes aficionados al periodismo, que plasmaban en su revista muchas de las historias que se escuchaban allí.
De hecho, después de comprobar cómo muchas de las conversaciones salían del lugar, las mujeres se percataron de la perspicacia de estos periodistas y cada vez que los veían llegar se alcanzaba un silencio absoluto.
La obra ha sido realizada por las empresas Cuellar y Obraserv, y fue inaugurada el pasado viernes.