V centenario de la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano

Compartir

Artículo de José Ramón Vallespín Gómez.
Capitán de Navío y director del Departamento de Estudios e Investigación del Instituto de Historia y Cultura Naval del Ministerio de Defensa.

Réplica de la nao Victoria.

La castellana expedición de la armada de la Especiería de 1519, que sin pretenderlo terminó siendo la primera circunnavegación del mundo, es un hecho crucial en la historia de la humanidad, y una gesta náutica con la que muy pocas se pueden comparar, si es que alguna puede hacerlo.

Pero dado que estamos inmersos en la celebración de su quinto centenario, ha sido, y está siendo, contada por innumerables autores y celebrada de muchas maneras, en este breve artículo no se pretende otra cosa que hacer un sucinto resumen y, sobre él, resaltar algunas ideas que, a juicio de su autor, pueden y deben ser corregidas.

Cómo se gestó la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano

Durante toda la Edad Media se habían producido en la cristiandad avances científicos y tecnológicos que, además de desmentir que se trató de una edad oscura como gusta calificarla a la cultura anglosajona y protestante, condujeron a que se llegara al siglo XV a una situación en que los reinos más avanzados en el aspecto marítimo de la cuestión, a la sazón Castilla y Portugal, estaban en disposición de abrazar el mundo con sus descubrimientos por mar.

Y en esencia, en eso consistió la expedición que empezó Fernando de Magallanes y completó Juan Sebastián de Elcano, en casi culminar el esfuerzo de descubrir -hallar la ruta practicable a un lugar, llegar a él, e incorporarlo al mundo cristiano- todo lo que quedaba entonces por descubrir, aunque, como se aclarará más adelante, no era ese su propósito oficial.

Qué avances científicos propiciaron la gesta de Magallanes-Elcano

Esos avances científicos y tecnológicos incluyeron mejoras notables en la geografía, la ciencia de la navegación y la oceanografía y la construcción naval, entre otros. Que la Tierra es sustancialmente una esfera ya se sabía de antiguo, y hasta se había determinado indirectamente el tamaño de su circunferencia –Eratóstenes, siglo III a. C.- con una notabilísima precisión, aunque autores posteriores estimaron un tamaño sensiblemente menor. La cartografía produjo los portulanos mediterráneos y, a partir de ellos, había comenzado a producir planisferios tanto planos como tridimensionales.

Además, la exploración oceánica, iniciada bastante antes de lo que normalmente se asume, había provocado el desarrollo de las técnicas de observación astronómica aplicada a la navegación, con las ballestillas, cuadrantes y astrolabios marinos, que permitían calcular con apreciable exactitud la latitud del observador partiendo del conocimientos astronómicos ya ciertamente detallados. Sin embargo, el cálculo de la longitud, en la mar, era todavía una ciencia muy inexacta pues se hacía por estima, a partir del punto de salida de longitud conocida y combinando la observación del rumbo realizado, con la brújula, y la distancia recorrida multiplicando la velocidad del barco, calculada a ojo, y el tiempo transcurrido, para determinar el punto en el que se hallaba el barco.

Por otro lado, los marinos habían aprendido a predecir, cada vez mejor, el régimen de los vientos oceánicos, clave de la navegación a vela intercontinental, y la construcción naval se había ido perfeccionando para adaptar las naves a las condiciones de viento y mar del océano. En particular se había desarrollado mucho la propulsión a vela, alzando mástiles cada vez más altos y robustos para ser capaz de largar mayor superficie vélica, y los cascos se habían hecho cada vez más resistentes al efecto de las olas, y sus formas se habían hecho cada vez más hidrodinámicas.

Tanto en Portugal como en Castilla se habían creado instituciones, la Casa de Contratación en el caso de segundo de ellos, que concentraban todos estos saberes en una especie de universidad de la mar.

Réplica actual de la nao Victoria.

Qué otras circunstancias contribuyeron a los descubrimientos

Además de este adelanto de las ciencias y la tecnología, se dio una circunstancia muy poco reconocida, o mal interpretada, cual es el entendimiento entre los reinos de Portugal y Castilla para realizar los descubrimientos sin interferirse.

A partir, seguramente, de la tradición de realizar simultáneamente la reconquista de España de manos de los musulmanes progresando hacia el sur en direcciones paralelas, que es lo que produjo que la frontera entre ambos reinos se fuera conformando como una raya que es sustancialmente una porción de un meridiano, cuando ambos reinos pugnaron por la conquista de territorios más allá del estrecho de Gibraltar, en 1494 acabaron por trazar una línea también meridiana, la del Tratado de Tordesillas, que dividía la Tierra en dos hemisferios, el oriental para Portugal y el occidental para Castilla.

Este esquema no pudo evitar, dada la dificultad de determinar con precisión la longitud de las tierras descubiertas, que ambos reinos se disputaran lo que se conoció como el Maluco (hoy las Islas Molucas), al estar aproximadamente en una longitud muy cercana a la línea que separaba ambos hemisferios en el otro lado del globo.

Cuál fue el papel del Carlos V y sus allegados

Con el fallecimiento de Fernando el Católico se produjo en España un cambio político ciertamente notable. Para suceder al rey titular de Aragón y regente de Castilla, vino de Flandes, a donde se mandaban las especias que Portugal traía ya directamente del Maluco, el nieto de los Reyes Católicos destinado a convertirse en el soberano más importante de la Cristiandad, Carlos de Gante.

Con él vinieron ministros y consejeros flamencos, conocedores del negocio, y el respaldo financiero de las grandes familias de banqueros centroeuropeos. No es extraño que ciertos personajes de Portugal se mudaran a Castilla, probablemente animados por el aumento que aquello iba a significar en el interés por la Especiería, el Maluco ya mencionado, por parte de Castilla, animada por la pretensión de que caía en su demarcación según el tratado de Tordesillas.

Esos personajes fueron no solo Fernando de Magallanes, que conocía bastante bien la cuestión por haber estado en las Indias portuguesas, sino también Ruy Falero, un cosmógrafo capaz de sostener científicamente la pretensión citada, también un buen número de cartógrafos –los Reynel, padre e hijo, y Diego de Ribero- y sobre todo Cristóbal de Haro, financiero y comerciante burgalés que había pasado largos años operando desde Lisboa, precisamente en la formación y control de expediciones a las Indias Orientales.

Magallanes en particular se naturalizó castellano por el vigente procedimiento de avecindarse en Castilla, en su caso en Sevilla, y casarse con una castellana, en su caso la hija de Barbosa, portugués que ostentaba el cargo de alcaide de los Reales Alcázares.

Convencido por este grupo de la viabilidad de enviar expediciones al Maluco desde Castilla, y que su descubrimiento le correspondía, Carlos I firmó en 1518 una capitulación con Magallanes y Falero por la que estos, que serían conjuntamente capitanes generales de la armada que se formaría para acometer la empresa, se comprometían a descubrir la Especiería sin entrar en la demarcación portuguesa, a cambio de lo cual aquel les concedía distintos privilegios y recompensas, entre aquellos la exclusiva de la ruta que iban a seguir, que no se menciona directamente en la capitulación.

Juan Sebastián Elcano y Fernando de Magallanes.

Cómo se preparó la primera circunnavegación

Ciertamente hubo dificultades para reclutar dotaciones, primero porque la empresa en sí era arriesgada, y segundo porque Juan III, rey de Portugal, estimaba que la Especiería, con toda la indefinición que en aquel tiempo ese término tenía, caía en su demarcación, y reclamó a su primo segundo, y futuro cuñado por partida doble, el rey Carlos que no reclutara a sus súbditos para la empresa, e intentó, o al menos lo hicieron sus representantes en Castilla, que Magallanes desistiera de su empeño.

No obstante, se completaron las dotaciones, incluyendo en ellas a un respetable número de portugueses. Entre los marinos que se alistaron a la expedición estaba quien sería su héroe final, el maestre Juan Sebastián de Elcano, quien por cierto firmaba como “del Cano”. Se le puso al cargo, bajo la autoridad del capitán, de la nao Concepción, que con la Trinidad –la capitana–, la Victoria, la San Antonio y la Santiago formaron la pequeña armada.

Cerca de doscientos cincuenta hombres –no era una expedición de colonización, por eso no iban mujeres a bordo- formaban el conjunto de las dotaciones, unos cincuenta por barco, aunque entre ellos iban muchos que no eran estrictamente marinos. Así, había oficiales del rey, artilleros, criados y sobresalientes.

Planisferio de Kunstman.

Qué cartografía se empleó para preparar el viaje

Alrededor de un año costó preparar la armada, cosa que se hizo en Sevilla, como era casi obligado desde que en esa ciudad se había fundado la Casa de la Contratación. A la sombra de esta institución se hicieron todos los preparativos, incluyendo dotar a la armada de mapas e instrumentos de navegación. Un planisferio, copia del cual existe aún hoy en día, merece mención especial. Se trata del Kunstmann IV ya mentado, llamado así por haber aparecido en una biblioteca de Baviera, que se atribuye a dos de los cartógrafos ya citados, Jorge y Pedro (padre e hijo) Reynel.

Hay acuerdo entre los especialistas en que es el mapa que, hecho en el mismo año 1519, Magallanes mostró al rey Carlos para convencerle de que el Maluco caía dentro de su demarcación, o poco más o menos, y efectivamente, en el mapa está marcado el meridiano del Tratado de Tordesillas en la línea vertical central, y por tanto a izquierda y derecha quedan las demarcaciones respectivas de Castilla y Portugal, y las Molucas, que se pueden ver cerca del borde izquierdo del mapa, caen entre las banderas castellanas que indican las citadas líneas.

No es, sin embargo, ese detalle el más interesante del mapa, porque lo que se puede apreciar casi a simple vista viendo su ecuador y comparándolo con los continentes ya bien conocidos, es que el diámetro de la esfera que representa tiene un tamaño bastante cercano al que en la realidad tiene la Tierra. En particular, es notable que el Pacífico, aún no descubierto, aparecía con unas dimensiones bastante aproximadas a las reales.

Es decir, contra lo que muchos dicen, la ciencia de aquel entonces no solo conocía perfectamente la esfericidad de la Tierra, sino que sabía con bastante exactitud su tamaño. Esto último es de capital importancia a la hora de entender lo que se va a decir a continuación, que se refiere a la ruta que se había pensado que siguiera la expedición para llegar a las islas de la Especiería.

Ruta seguida en la primera circunnavegación de Magallanes-Elcano.

Cuál era el objetivo de la expedición de la Especiería

Es creencia totalmente generalizada que el objetivo de la expedición era encontrar una ruta por el oeste para llegar a las Molucas. Esta está basada en la creencia previa de que el Tratado de Tordesillas repartía de forma absoluta el globo terráqueo en dos mitades, y que quienes eran dueños de una no podían ni navegar por la otra.

Si esto fuera así, ciertamente los castellanos no tenían más remedio que navegar hacia el Oeste (por la mitad izquierda del mapa, si lo miramos en el Kunstmann IV). La realidad sin embargo es que el tratado solo reparte las tierras (las costas de los continentes y las islas), siendo los océanos lo mismo que hoy, aguas internacionales. Cierto es que en el texto del tratado se mencionan los mares junto a las tierras, pero un análisis atento despeja cualquier duda acerca de que esos mares son el equivalente a las aguas territoriales actuales, la estrecha franja de mar inmediata a las costas.

De ese modo, los castellanos podían escoger el camino a seguir para llegar a la Especiería. Podían seguir intentando llegar por el Oeste, que es lo que, al fin y al cabo quiso hacer el mismísimo Colón, y tantos después de él, pero también podían seguir el camino que rutinariamente seguían los portugueses, pasar por el Cabo de Buena Esperanza, la punta sur de África y, en lugar de arrumbar a la India, como sus vecinos, arrumbar directamente a las Molucas.

Todo esto es perfectamente coherente con la exhortación repetida del rey a sus capitanes de que no debían descubrir cosa alguna en la demarcación portuguesa, pues una cosa es ir a descubrir, y otra hacerlo. Lo primero se puede hacer por aguas internacionales, lo segundo solo se podía hacer en la demarcación propia. Y en ese sentido hay que entender la reacción portuguesa de oponerse al objetivo de la expedición, pues, como ya se ha avanzado, Portugal consideraba que las Molucas estaban en la demarcación portuguesa, y por tanto Castilla no tenía derecho a descubrirlas.

La expedición no buscaba el camino por el Oeste

Establecido que podían escoger el camino a seguir, se debe rechazar la tan repetida afirmación, ya citada, de que el objetivo de la expedición, o al menos parte de él, era encontrar el camino por el Oeste. Es una afirmación tan repetida que para rechazarla hay que hacer mucha fuerza, -fuerza intelectual- si se quiere conseguir el éxito, y por basta con dar los argumentos capitales, sino que hay que adornar el razonamiento con otros más prescindibles.

Dos argumentos muy convincentes son, primero, que ningún documento oficial anterior a la finalización de la expedición lo dice, y segundo, que hay testimonios que dicen que no lo era. Los documentos más importantes en cuanto a lo primero son la capitulación del rey con Magallanes y Falero y las instrucciones posteriores que a ambos dio el mismo rey, en las no se dice que buscar el paso por el sur de la tierra firme (hoy América del Sur) sea un objetivo de la expedición.

En cuanto a lo segundo, los testimonios de los tripulantes de la nao San Antonio, que regresó a mitad de viaje a España, dicen claramente que el empeño de Magallanes por encontrar el paso iba contra las órdenes del rey, lo cual no es sino ratificación de lo que, no tan claramente, se deduce de los privilegios que la capitulación concedía a los capitanes generales (Magallanes y Falero, aunque después este último se quedó en tierra por razones que no vienen al caso), que estipulaban que se les reservaba la exclusiva de la derrota que iban a seguir, es decir, que a nadie autorizaría el rey a ir a Molucas por la vía que iban a tomar ellos, pero, aclara la capitulación, sí que lo autoriza a quién quisiera ir por el oeste.

La conclusión de que iban a ir por el Este es inevitable. Además, ¿qué otra razón habría para que la corona castellana pusiera en manos de tantos portugueses una empresa tan propia sino que eran los que conocían bien el camino que iban a seguir? Más adelante se verá que esta interpretación del diseño inicial de la expedición explica satisfactoriamente uno de los hechos más llamativos de su desarrollo, el tan conocido como, a nuestro juicio, mal llamado “motín” de San Julián.

Mapa elaborado por Juan de la Cosa.

Quienes financiaron el viaje de Magallanes-Elcano

El Rey armaría la expedición poniendo tres cuartos de los dineros necesarios, Cristóbal de Haro pondría el cuarto restante, y la Casa de la Contratación se encargaría de la supervisión de todo ello. El aprovisionamiento para la salida se calculó para dos años, lo que concuerda con la ruta decidida, pues era el tiempo que tardaban las expediciones de la Carreira da India en hacer el viaje redondo.

En el año del señor de 1519, casi lista la expedición para partir, la armada dejó Sevilla río Guadalquivir abajo el 10 de agosto y, después de un periodo de tiempo para terminar de aprovisionarse en Sanlúcar de Barrameda, por fin se hizo a la mar desde allí el día 20 de septiembre.

Cuáles fueron los tramos de la circunnavegación

A partir de ese punto se puede dividir la navegación que hicieron hasta regresar al punto de partida, tres años después en tres tramos, y así la vamos a relatar someramente:

  • El primero es hasta el descubrimiento del paso al Mar del Sur (hoy océano Pacífico) por el Sur de Tierra Firme (hoy Sudamérica).
  • El segundo es hasta la llegada las buscadas Islas de la Especiería.
  • El tercero sería el del regreso a España a través del Índico.

Básicamente el primero consistió en seguir aproximadamente la ruta portuguesa al Cabo de Buena Esperanza hasta el rio de Solís (hoy el estuario del Plata), y a partir de ahí costear la desconocida Patagonia en busca del paso.

Iniciado el viaje, se detuvieron primero en Tenerife, y después en la bahía que hoy llamamos de Rio de Janeiro. Contra la creencia generalizada, la primera parte de esa derrota era consecuente con el plan inicial ya explicado, pues los portugueses sabían que para progresar con rapidez hacia el Sur en demanda del cabo de Buena Esperanza había que abrirse de la costa africana para evitar los vientos que soplan generalmente, en dirección noreste, desde el propio cabo hasta aproximadamente Cabo Verde.

Pero llegados a la latitud de ese cabo, que es la misma que la del Cabo de Santa María, donde empieza el estuario del Plata, había que navegar al Este. La insistencia de Magallanes en seguir hacia el Sudoeste explorando la costa que fueron descubriendo, hoy la Patagonia, era, a los ojos de los capitanes, una temeridad que impedía cada vez más el llegar a la Especiería en el tiempo previsto, además de una desobediencia flagrante de las órdenes del rey.

Eso provocó que, cuando Magallanes decidió que invernarían en el en el golfo que llamaron, y se llama, de San Julián, la paciencia de sus subordinados directos llegó al límite, y requirieron del capitán general una rectificación inmediata.

A Juan de Cartagena, veedor real y capitán de la Concepción, ya lo había depuesto antes, por incidentes no del todo aclarados. Los capitanes de la San Antonio, Gaspar de Quesada, y la Victoria, Luis de Mendoza, se unieron a aquél en su requerimiento, y la cosa acabó en el asesinato de Mendoza y el enjuiciamiento por traición de Cartagena y Quesada. Este murió ajusticiado, y su cadáver fue descuartizado. A Cartagena lo dejó Magallanes en tierra cuando partieron para continuar viaje hacia el Sur.

Después de que la nao más pequeña, quizá solo una carabela, acabara destrozada contra la costa en un temporal, la armada encontró por fin el tan ansiado pasó un año y tres meses después de la partida de España. Un mes entero les costó atravesarlo de un océano a otro, y durante ese pasaje la San Antonio, la más grande de las cuatro naos que quedaban, tomó la vuelta a España, adonde arribaron cinco meses después. Como ya se ha adelantado, por las declaraciones de su tripulación sabemos que la razón de los sucesos de San Julián son los más arriba expuestos.

Qué ruta buscó Magallanes

Al salir al Mar del Sur, Magallanes optó por subir hacia el Noroeste, tratando de alcanzar el Ecuador, y aún siguió más allá, hasta llegar a los 10º de latitud norte, y a partir de ahí navegó al Oeste. Mucho se ha discutido sobre la elección de esa ruta. Para quien esto escribe Magallanes simplemente buscó el equivalente de la ruta que los castellanos hacían en el Atlántico, bajando hasta Canarias para después navegar hacia el Oeste, para pasar a su Indias (el Caribe y el Golfo de Méjico), en el entendido de que la circulación oceánica de los vientos era similar en ambos océanos.

Tres meses se demoró en alcanzar la primera islas habitada que encontró, la de Guam, que entonces llamaron de “los ladrones”, lo cual, como ya hemos visto por la vuelta a España de la San Antonio y podríamos comprobar en otras navegaciones de la época, no fue tampoco una duración extraordinaria, sin perjuicio de las tripulaciones sufrieron de escorbuto y murieron varios miembros de la dotación por esa causa.

La idea de que lo fue está fundada en opiniones de gente con poca o nula experiencia de navegación. Lo que sí fue extraordinario es que Magallanes no bajó al Ecuador cuando podía suponer que estaba llegando al extremo de Asia, pues sabía perfectamente que las islas de la Especiería estaban en precisamente en él. Fuera por lo que fuera, el caso es que siguió su rumbo directamente al Oeste y acabó topándose con Filipinas, que él llamó archipiélago de San Lázaro.

Planisferio de Cantino.

Cómo murió Magallanes

Allí se dedicó sobre todo a establecer relaciones amistosas con los indígenas, a quienes trató de evangelizar consiguiendo inicialmente un buen número de conversiones. Una desafortunada intervención militar a favor de uno de los reyezuelos locales, a quién negaba obediencia su vecino, acabó con su desafortunada muerte en una batalla mal librada. Varios de los notables de la expedición murieron asesinados por la gente del reyezuelo inicialmente aliado con lo que la armada abandonó el archipiélago en busca de la Especiería.

Después de varios avatares por aquella región, lo que incluyó una escala en Brunei y el haberse deshecho voluntariamente de la nao Concepción por falta de manos para manejarla, finalmente arribaron a la isla de Tidore, una de las de las Molucas, donde rápidamente establecieron buena relación con el rey que la regía.

La expedición había recaído poco antes de llegar, en el alguacil mayor, Gonzalo Gómez de Espinosa, quien había sido un personaje clave en la resolución del “motín” de San Julián, y consiguientemente era el capitán de la Trinidad, y Juan Sebastián Elcano, que había participado en aquel hecho en el lado de los capitanes que exigieron la rectificación de Magallanes y había sido perdonado, se había hecho cargo del mando de la Victoria.

En aquel año de 1520 los portugueses, que sostenían que la Especiería estaba en su demarcación, estaban establecidos en Ternate, isla inmediata a Tidore. Ante esa circunstancia, y avisados que estaba por llegar una armada portuguesa desde Malaca con órdenes de prenderles si descubrían en su demarcación, rescataron (compraron) clavo como para llenar las dos naos que les quedaban, la Trinidad y la Victoria, y se aprestaron para partir apresuradamente de vuelta a España.

Qué ruta siguieron para volver a España

No consta en ninguna crónica ni testimonio de la época qué ruta pensaban seguir para regresar, pero sí que sabemos que nada más salir a mar abierto, la Trinidad empezó a embarcar mucho agua, por lo que tuvieron que volver apresuradamente a Tidore, donde comprendieron que la reparación necesaria llevaría un trabajo de varios meses, por lo que se decidió que saliera sola la Victoria, y la Trinidad lo haría cuando estuviera lista.

El hecho de que la Victoria, al mando de Elcano, inició el viaje inmediatamente, y tomó rumbo Sur para volver por el océano Índico es suficiente prueba de que esa era la ruta que también tenían pensado seguir cuando hicieron el primer intento, frustrado. Mucho se especula hoy en día sobre la razón para esta elección, pero dos cosas están claras, aquella era la estación del monzón de invierno, que es el que permite cruzar aquel océano saliendo de la India, y que es la ruta que debió de pensarse ya antes de salir de Sevilla, en consonancia con la ruta que se pensaba hacer en el viaje de ida. Sea lo que fuere, el caso es que la Victoria hizo el viaje hasta el Cabo de Buena Esperanza en ruta sin escalas desde Timor, donde recalaron después de dejar las Molucas.

Al respecto hay que señalar que es perfectamente posible que aquellos marinos estimaran que esa isla estaba en la demarcación castellana, y sin embargo también debieron de entender que los portugueses pensaban lo contrario.

El paso del Índico al Atlántico les costó mucho trabajo por ser una zona desconocida por los castellanos, y de no fácil navegación debido sobre todo a las corrientes que en ella se producen, pero por fin, con el mástil de proa (el llamado “trinquete”) roto por un temporal, consiguieron doblarlo y pudieron poner rumbo al Noroeste, en demanda de España.

Después de algún intento de aprovisionarse en la costa africana, por fin decidieron recalar en Cabo Verde, escondiendo que venían de donde venían. Inicialmente fueron bien recibidos por el gobernador de la isla, cayeron en la cuenta de que había vivido una fecha de menos desde la salida de España por haber navegado siempre hacia el Oeste, y pudieron comprar víveres y hasta embarcar esclavos para dar a las bombas de achique, pero finalmente los portugueses supieron que iban cargados de mercancía que solo podía obtener en el Maluco y trataron de detenerlos.

Para evitar el arresto, Elcano zarpó el ancla y largó velas inmediatamente, dejando varios hombres en tierra, y procedió a completar el viaje navegando, como era obligado, hasta Azores y luego poniendo rumbo al Este.

La ofrenda de Elcano, de Elías Salvatierra.

Cuándo regresaron a España

La Victoria llegó a Sanlúcar de Barrameda el día 6 de septiembre del 1522, y dos días después llegó a Sevilla, donde la dotación acudió en acción de gracias a orar iglesias de Nuestra Señora de la Victoria y de Santa María de la Antigua, y después rindió administrativamente el viaje ante los oficiales de la Casa de la Contratación.

Juan Sebastián de Elcano escribió al rey desde el mismo Sanlucar dándole cuenta de la expedición, señalándole que lo que, a su parecer, más debían estimar es haber descubierto toda la redondez de la Tierra, y este le respondió a vuelta de correo requiriéndole que acudiera a su presencia en Valladolid. Elcano se puso inmediatamente en viaje, acompañado de dos de los diecisiete tripulantes que llegaron con él a Sevilla. Los elegidos fueron el piloto, Francisco Albo, y el barbero, Hernando de Bustamante. Los tres tuvieron que declarar ante los oficiales del rey para que explicaran los sucesos no bien aclarados de una epopeya tan inconmensurable. Y es que aquella aventura, no fue un hecho aislado ni llevado a cabo solo por voluntad de unos pocos. Más bien al contrario, fue un hito importantísimo en una larga carrera española por conocer y dominar el mundo, y todo tenía que quedar perfectamente explicado.

Qué suerte corrió la nao Trinidad

La historia de la expedición Magallanes-Elcano tiene un epílogo, dos continuaciones y una consecuencia que merecen mención en este breve resumen de la hazaña. El epílogo es la desafortunada historia de la nao Trinidad y su tripulación. Cuando estuvo lista para volver a navegar la cargaron de nuevo y, antes de que los portugueses pudieran impedirlo, se hizo a la mar cargada también de especias para volver a España, pero dado que la estación había cambiado y ya era la del monzón de verano, navegó a rumbo noreste, en dirección sustancialmente contraria a la de la Victoria, tratando de encontrar los vientos del Oeste que debieron suponer soplaban en latitudes mayores en la parte norte del Mar del Sur (el Océano Pacífico), que les llevarían, a similitud de lo que sucedía en el Mar del Norte (el Océano Atlántico) de vuelta al Nuevo Mundo (América).

La fortuna no les acompañó, y el efecto combinado de la fatiga del barco y de su tripulación, enfrentado de condiciones meteorológicas extraordinariamente adversas, les obligaron a regresar al Maluco donde los que habían sobrevivido a los casi siete meses de penosa navegación, fueron apresados por los portugueses y la Trinidad naufragó. Solo un puñado de aquellos pudieron regresar a España años después, entre ellos el alguacil, ya entonces capitán, Gómez de Espinosa.

Qué expediciones siguieron a la circunnavegación de Magallanes-Elcano

La primera continuación es la siguiente expedición enviada por Castilla para continuar con el descubrimiento de la Especiería. Se trata de la armada que, bajo el mando superior de García Jofré de Loaisa y con Juan Sebastián de Elcano como segundo, salió de Coruña en 1525, apenas tres años después del regreso de lo poco que quedó de la de Magallanes.

El hecho de que la ruta prevista, y esto sí que está perfectamente documentado, era la del Cabo de Buena Esperanza, y que solo por insistencia de Elcano ya iniciado el viaje se cambió por la del Estrecho de Magallanes, es un fuerte indicio que apoya la ya expuesta tesis de que con la de Magallanes pasó algo parecido.

En cualquier caso, el resultado de esta segunda expedición fue claramente funesto, pues no solo, en su transcurso, y en particular en el Mar del Sur que cruzara durante la primera vuelta al mundo, murió Elcano (como también murieron el propio Loaysa y tantísimos más), sino que de las cinco naos que salieron solo una llegó a las Molucas, pero no pudo regresar.

Como en el caso de la Trinidad, solo algunos tripulantes regresaron tiempo después, en manos de los portugueses, a España.

Carta Universal de Diego Ribero, de 1529, conservada en el Museo Vaticano.

La última expedición que surcó la ruta del Estrecho de Magallanes

La expedición de Loaysa fue la última en la que se utilizó la ruta del Estrecho de Magallanes para llegar a la Especiería, pues a partir de ella las siguientes se hicieron partiendo de la costa Pacífica del Nuevo Mundo.

La segunda continuación que merece citarse (después varias más infructuosas entre ambas) fue todo lo contrario. Se trata de la expedición de Legazpi a Filipinas, mucho más tardía (1564), pero mucho más exitosa porque fue la primera que consiguió enviar de regreso al menos un barco.

Nos referimos a la navegación que hizo la nao Santiago, con el cosmógrafo (y fraile y antiguo marinero y después capitán de la expedición de Loaysa) Andrés de Urdaneta, a quién se atribuye (un tanto forzadamente) el descubierto de la ruta del Tornaviaje, que durante alrededor de dos siglos y medio España utilizó para comerciar con China (el llamado Galeón de Manila, que unía Filipinas con Nueva España).

Por fin, la consecuencia de la expedición de Magallanes-Elcano fue el tratado de Zaragoza de 1529 por el que, incapaces de ponerse de acuerdo en si las Molucas caían de verdad en la demarcación castellana de Tordesillas o si, como pretendían los portugueses, caía del lado de reino vecino, este renunció a su reclamación previo pago de una fuerte suma de dinero. A partir de ese momento y hasta mucho tiempo después, la paz entre Castilla y Portugal no fue perturbada por disputa territorial alguna. Más bien al contrario, cuando los holandeses atacaron las Molucas, fue Castilla quien ejerció el intento de defenderlas para la monarquía católica.

Cuál fue el resultado final de la expedición de Magallanes-Elcano

El resultado general de la expedición Magallanes-Elcano, fue el de un éxito glorioso para la corona castellana, pero ese éxito fue parte de un éxito aún mayor, y este lo fue de España, porque españoles fueron quienes, mucho más allá de ser los primeros en dar la vuelta al mundo, lo abrazaron. Y este es el mejor momento para aclarar que, en aquel tiempo, castellanos, y portugueses se sentían españoles por igual.

Estos por el Este y aquellos por el Oeste, abrieron las rutas marítimas que conectaron desde entonces todos los continentes, yendo a encontrarse en el otro lado del mundo. El pequeño hecho de que tuvieran ciertas discusiones acerca de a cuál de los dos reinos correspondía el descubrimiento de la perla que unía el collar de posesiones que se habían repartido en Tordesillas, no puede esconder el hecho de que lo que de verdad hicieron fue colaborar a partes iguales en ese abrazo que nadie dio antes, y toda la humanidad aprovechó después.