Un investigador de la UMU participa en una carta abierta a Nature Climate Change sobre el estado de los ecosistemas subterráneos

Expertos de varios centros de investigación de España, Estados Unidos, Italia y Finlandia piden que el medio subterráneo sea considerado en las agendas internacionales de conservación de la biodiversidad y mitigación del cambio climático.

A pesar de que los ecosistemas subterráneos son probablemente el medio no marino más extendido de la Tierra, encontrándose bajo el 20% de la superficie global, su porcentaje de solapamiento con áreas protegidas es de tan solo un 7%.

En este sentido, “su exclusión de los planes globales de conservación margina su importancia ecológica y económica, además de obstaculizar la posibilidad de protegerlos”, argumenta David Sánchez, investigador Ramón y Cajal del Departamento de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU).

La carta explica que el cambio climático se presenta como una amenaza creciente para la conservación de la biodiversidad subterránea. De hecho, según señalan los investigadores, en un futuro cercano la provisión de múltiples servicios ecosistémicos que son necesarios para el bienestar humano podría estar comprometida, así como el logro de buena parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Por ello, “había que hacer algo para poner este hecho en conocimiento de la comunidad científica con el fin de buscar una solución al problema”, explica el investigador de la UMU.

Valor del ecosistema subterráneo

La reflexión señala que la sociedad reconoce típicamente las cuevas, que representan solo la fracción accesible a los humanos del medio del subsuelo, por su inherente belleza y misterio, así como por contener tesoros de materiales paleontológicos y arqueológicos. “Aquí es donde generalmente termina nuestro conocimiento sobre este hábitat, pero su importancia va mucho más allá”, continúa Sánchez.

En primer lugar, se estima que el 95% del suministro de agua dulce líquida disponible en el mundo se encuentra en el medio subterráneo y más de una cuarta parte de la población humana depende total o parcialmente de ella. Asimismo, estos ecosistemas albergan organismos altamente especializados, con interesantes adaptaciones a vivir en la oscuridad y que son de gran interés tanto desde una perspectiva evolutiva como de conservación.

“Esta biodiversidad proporciona una serie de servicios a la humanidad de incalculable valor”, comenta el investigador de la UMU. Por ejemplo, participan en la polinización, como los murciélagos cavernícolas, en la renovación del carbono, la degradación de contaminantes peligrosos y son fuente de inspiración en números estudios de biomedicina”.

La omisión del medio subterráneo

El texto continúa describiendo las iniciativas globales desarrolladas para hacer frente a este desafío, a caballo entre la ciencia y la política, para delinear agendas internacionales sobre biodiversidad y cambio climático más allá de 2020⁠. Por ejemplo, la red de seguridad global (Global Safety Net, en inglés) tiene como objetivo que el 50% de la Tierra esté protegida formalmente para detener la pérdida de biodiversidad, reducir las emisiones de CO2 y fomentar la eliminación de carbono por la naturaleza.

En la misma línea, la Estrategia de Biodiversidad 2030 de la Unión Europea es un plan obligatorio a largo plazo que tiene como objetivo transformar el 30% de las tierras y mares de Europa en áreas protegidas, al tiempo que impulsa el desarrollo económico y la mitigación del clima. Para ser efectivas, estas agendas internacionales deben considerar cuantas más especies y ecosistemas sean posibles. Sin embargo, este grupo de investigadores recalca que hay una omisión recurrente: el medio subterráneo.

En resumen, “parece que el aforismo ‘ojos que no ven, corazón que no siente’ haya dirigido hasta ahora tanto el interés científico como las decisiones políticas. Casualmente, 2021 es el Año Internacional de las Cuevas y el Karst. Dada su importancia, es el momento de que los ecosistemas subterráneos asuman el lugar que les corresponde en las estrategias y agendas internacionales sobre cambio climático y conservación de la biodiversidad global”, concluye el experto de la UMU.

Investigadores multidisciplinares

El grupo de expertos, compuesto por David Sánchez-Fernández, Diana M. P. Galassi, J. Judson Wynne, Pedro Cardoso y Stefano Mammola, colaboran con cierta frecuencia en temas relacionados con biología subterránea. La colaboración, por tanto, surge de la multidisciplinariedad de sus estudios, ya que “tenemos perfiles complementarios, especializados en arañas, murciélagos, fauna acuática subterránea, cambio climático y conservación. De esta forma podemos abordar algunos temas con una perspectiva bastante amplia”, explica Sánchez.

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