Un biomarcador sanguíneo podría ayudar a predecir el riesgo de ictus en pacientes con fibrilación auricular

Investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) han detectado que una proteína en la sangre (biomarcador sanguíneo) podría ayudar a predecir el riesgo de ictus en pacientes con fibrilación auricular. Este hallazgo podría mejorar los tratamientos de los pacientes que sufren esta arritmia, al incluir más criterios y la personalización de su tratamiento.

En la actualidad, gran cantidad de pacientes con fibrilación auricular se ven obligados a tomar medicación (anticoagulantes orales) según una escala: la CHA2DS2-VASc. Esta escala es la recomendada por todas las guías de manejo de la fibrilación auricular para identificar a aquellos pacientes que deberían de ser anticoagulados por tener un mayor riesgo de ictus.  La misma incluye eminentemente factores de riesgo clínico,  características del paciente como si ha sufrido un ictus anterior, si tiene alguna enfermedad cardiovascular previa o si es hombre o mujer.

Lo significativo de estos avances, llevados a cabo por la Ana Belén Arroyo Rodríguez, de la Universidad de Murcia (UMU), junto a sus directores de tesis, Rocío González-Conejero Hilla y Constantino Martínez Gómez, es que por primera vez se demuestra la participación de una proteína liberada por los neutrófilos, células del sistema inmune, en el riesgo de ictus en pacientes con fibrilación auricular anticoagulados. 

A través de esta investigación se concluye que una de las sustancias que liberan los neutrófilos, la elastasa, podría mejorar la capacidad de predicción del riesgo cardiovascular, de cara a incluirla como un criterio más dentro de la escala citada, para identificar el riesgo de los pacientes de una forma más personalizada. Los niveles en sangre de elastasa, afirma este estudio, vienen determinados por una variante genética localizada en un gen de un microRNA (miR146a). Así, personas con esta variante son más susceptibles de liberar elastasa a la sangre en un contexto inflamatorio, por lo que dicha variante se presenta además como marcador genético pronóstico de los niveles de elastasa.

La arritmia más frecuente entre la población

La fibrilación auricular es una alteración del ritmo cardíaco que se produce cuando las dos aurículas del corazón laten de forma caótica e irregular. Las personas que sufren esta arritmia son más propensas a sufrir ictus. Al fallar las aurículas, la sangre no fluye correctamente, favoreciendo la formación de un coágulo que, en un momento dado, podría soltarse y emigrar a las arterias cerebrales y, en el caso de encallarse, dar lugar a un ictus. Esta arritmia cardíaca es la más frecuente en la población con una prevalencia de alrededor del 2% en la población aumentando hasta el 15% en pacientes mayores de 80 años. 

Según señalan los investigadores, “uno de los factores que puede estar implicado en la formación del coágulo es la inflamación”, ya que las personas que sufren de arritmia cardiaca tienen un estado de inflamación crónica asociada a una alteración genética. 

La elastasa, un biomarcador sanguíneo para predecir trombos

Aquellas personas portadoras de la variante genética de miR146a tienen una mayor respuesta inflamatoria, más posibilidades de la activación de neutrófilos y más liberación de componentes por parte de estos a la sangre. A través de una serie de experimentos, se ha demostrado que uno de los componentes liberado por los neutrófilos, la elastasa, puede ser un biomarcador sanguíneo de riesgo de trombos. Estas sustancias liberadas tienen un lado positivo, proteger de la infección, pero, por otra parte, pueden ocasionar un estado inflamatorio y protrombótico importante si la respuesta inflamatoria persiste. 

Este estudio se ha realizado en 336 pacientes con fibrilación auricular menores de 76 años, a los que se les ha hecho un seguimiento prospectivo. La investigación, publicada en la revista de alto impacto Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology (ATVB), favorece que, al medir el biomarcador sanguíneo hallado, “se pueda predecir aquellos pacientes que puedan ir a peor para identificar el riesgo de los pacientes”, señalan los expertos.

El siguiente paso en la investigación, financiada por el Instituto Carlos III y la Fundación Séneca con el grupo de Excelencia de la misma, consiste en la validación en otras cohortes nacionales, primero, y después europeas, de que tanto la alteración genética como la sustancia que liberan los neutrófilos están relacionadas con la aparición de eventos cardiovasculares adversos, como puede ser el ictus. Los investigadores señalan que “estos resultados suponen un paso más en el  conocimiento de esta enfermedad, por lo que, de ser confirmados, podrían ayudar en el manejo clínico de los pacientes” 

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