El trabajo social incrementa la resiliencia de sus profesionales y estudiantes

Los trabajadores sociales realizan la difícil tarea de acompañar a las personas en sus demandas de transformación ante las dificultades y adversidades con las que se encuentran o ayudarles con alguna demanda social.

Para desarrollar su labor tienen que enfrentarse a situaciones que ponen a prueba su estabilidad psicológica, por lo que es necesario que los profesionales tengan una actitud positiva ante la vida. Con esta premisa, dos investigadoras de la Universidad de Málaga han llevado a cabo un estudio que trata de explicar cómo afectan los rasgos de personalidad en la resiliencia de los estudiantes y profesionales de trabajo social.

“En nuestra labor es importante enseñar a las personas que acuden a nosotros a ser resilientes para que afronten las adversidades de la manera más correcta posible pero, ¿realmente lo somos los que nos dedicamos a esta labor?”, reflexiona María de las Olas Palma García, profesora del Área de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Facultad de Estudios Sociales y del Trabajo, que junto a Isabel Hombrados Mendieta, del Área de Psicología Social de la Facultad de Psicología, es responsable de la investigación.

“La resiliencia es la capacidad para superar situaciones adversas e incorporar los mecanismos que hemos utilizado a nuestro aprendizaje, y así afrontar una etapa similar en el futuro”, explica Palma García. Esta aptitud es común a todas las personas, sin embargo algunas consiguen desarrollarla más. Este estudio trata de aclarar qué rasgos de la personalidad ayudan a la evolución de esta característica en estudiantes de Trabajo Social y profesionales del mismo. Para ello, se ha analizado a 479 participantes, repartidos entre alumnos de la titulación de diferentes cursos y trabajadores sociales de toda la provincia. Asimismo, entre los primeros se ha realizado un seguimiento para saber cuál es el impacto de las enseñanzas de la carrera universitaria en su capacidad resiliente.

Durante el proyecto se han observado cinco rasgos que están íntimamente ligados a esta competencia: el neuroticismo (inestabilidad e inseguridad emocional), que afecta negativamente, la extraversión, la apertura, la amabilidad y la responsabilidad, que la incrementan. En los trabajadores sociales se ha percibido un descenso del neuroticismo a lo largo de su carrera profesional. Por su parte, los estudiantes también obtenían idénticos resultados a medida que iban avanzando de curso académico.

Con respecto a la extraversión, la apertura, la amabilidad y la responsabilidad, los estudiantes experimentaban un aumento en estos rasgos a través de progresión en la titulación, al igual que lo hacían los profesionales. Todo esto concluye que en la formación universitaria o ejercicio profesional se va adquiriendo mayor desarrollo de la resiliencia e incorporando en la personalidad aquellos rasgos que la favorecen. De esta forma, el contexto universitario y profesional del Trabajo Social constituye un espacio privilegiado para la promoción de esta aptitud, tanto en los propios estudiantes y profesionales, como en las personas con las que desempeñan su tarea laboral.

Estudio pionero

María de las Olas Palma García lleva alrededor de una década dedicada a esta línea de investigación que tiene por objeto potenciar las características de los trabajadores sociales para mejorar su labor. “Me di cuenta que había muchos líneas de estudio basadas en observar las consecuencias negativas del ejercicio de la profesión, como el estrés. Sin embargo existía poca información con respecto a los aspectos positivos y quise analizarlos”, comenta la investigadora.

Palma García se dedicó profesionalmente al trabajo social antes de ser profesora de la Universidad de Málaga. En este entorno pudo observar de primera mano cómo sus compañeros iban desarrollando la resiliencia mientras iban avanzando en su labor. “En este trabajo te encuentras muchas situaciones complicadas y no solo aprendes de tu propia experiencia, sino que también puedes incorporar la forma en que se enfrentan a las adversidades las personas a las que atiendes”, afirma la investigadora, a lo que añade que hay una relación recíproca entre resiliencia y competencias profesionales. En definitiva, con este proyecto se busca valerse de esta herramienta para hacer más eficaz su labor ayudando a las personas a enfrentarse de manera exitosa a sus dificultades.

Además del enfoque optimista del estudio, esta investigación incorpora otro aspecto novedoso, el público estudiado. En esta ocasión, los estudiantes participan por primera vez y se les realiza un seguimiento. “Es complicado poder analizar a los mismos individuos más de una vez. En la Universidad hemos tenido la suerte de poder hacerlo con los alumnos y poder ver su evolución al avanzar en los cursos”, explica.

Esta línea de investigación continúa con el grupo de Calidad de Vida e Intervención Comunitaria y Organizacional que está inmerso en una nueva etapa que pasa por observar la resiliencia en otras titulaciones para poder descubrir que áreas son las que ayudan a incrementar esta capacidad en la carrera y mejorar estas áreas en la docencia. “Sin duda, es muy importante que los futuros trabajadores sociales dispongan de una buena capacidad resiliente para ser más eficaces en su trabajo y desarrollar su vida personal de manera más satisfactoria”, concluye.

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