Un grupo de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Almería desarrolla nuevas variedades de tomate que conservan todo el sabor de los tradicionales, al tiempo que resisten enfermedades y duran más. Tomates con sabor y adaptados a los nuevos modelos de cultivo.
El objetivo era dar con una variedad resistente a plagas y enfermedades, con una alta capacidad de producción y una vida larga tras el corte. Y se consiguió con creces, de forma que la agricultura intensiva ha logrado unas cotas de productividad en tomate difícilmente imaginables cuando se comenzaron a instalar los primeros invernaderos en la provincia de Almería.
Se les olvidó el sabor
Sin embargo, en todo el proceso de mejora de las variedades de tomate y de los sistemas de producción, el sabor quedó al margen, de manera que los tomates que se producen hoy día tienen unos niveles de sabor muy alejados de las variedades tradicionales. Se produjo lo que se conoce como una erosión genética, al potenciar unas características concretas y sin vigilar que las otras también seguían presentes en el fruto.
Recuperar el sabor tradicional es uno de los nuevos retos que se ha marcado el sector hortofrutícola almeriense, el mayor productor de tomates de toda Europa, cuyos productos están presentes en los lineales de todo el continente. Por eso se ha puesto manos a la obra, para recuperar el sabor del tomate tradicional, en unas condiciones de producción propias de nuestro tiempo, gracias a un proyecto de colaboración con la Universidad de Almería, con el que se persigue la mejora de dos variedades tradicionales.
Mejora genética de tomates tradicionales
El acuerdo se enmarca en el proyecto TRADIGEN, de la convocatoria Retos Colaboración, ayudas destinadas a universidades y centros de investigación, para el desarrollo de líneas conjuntas con empresas. Y que se está llevando a cabo por investigadores de la Universidad de Almería y la empresa Natursur.
TRADIGEN finaliza el próximo mes de febrero y persigue desarrollar a partir de las variedades tradicionales de tomate rosa y negrito, unas nuevas resistentes a enfermedades, y cuyos frutos aguanten más tiempo una vez cortados.
Mayor variedad genética en cultivos
La parte científica de este proyecto la dirige la catedrática del grupo de investigación Fisiología y Genética del Desarrollo Vegetal, Trinidad Angosto, que explica que como objetivo general se persigue incorporar una mayor variedad genética en los cultivos y poner en valor dos variedades tradicionales, que no estaban en producción intensiva debido a su fragilidad ante patógenos y ser más perecederas.
Se trata de variedades que por primera vez se ‘refuerzan’ para entrar en los invernaderos de Almería y llevarlos a los mercados internacionales como productos de gama premium. Un proceso que se ha realizado con semillas de la colección de germoplasma de variedades tradicionales del grupo de investigación de la Universidad de Almería.
El trabajo para dar con las nuevas variedades está en su fase final y los resultados son muy alentadores. Por un lado, se han logrado unos niveles de sabor mucho más elevados que los tomates ‘normales’, propios de las variedades tradicionales. Y se han conseguido plantas resistentes a los virus más prevalentes en el sureste español que limitan fuertemente el cultivo de tomate, y frutos con una vida entre 15 y 20 días más larga.
Genoma del tomate
Si en otras épocas, los agricultores se guiaban por la intuición para cruzar productos hortofrutícolas y obtener nuevas variedades, ahora las pautas las marca el genoma del tomate, secuenciado hace ya unos años. Así, los investigadores de este proyecto pueden seleccionar en fases tempranas las plantas que contienen las características que interesa desarrollar en productos nuevos.
Tras seleccionar un conjunto de variedades tradicionales interesantes, el siguiente paso fue el cruzamiento con las de variedades que tienen las resistencias a las enfermedades más habituales y las que contienen el carácter de larga vida, con el objetivo de que el producto resultante reúna las mejores características de unas y otras. Solo mediante el cruce, generación tras generación, permite obtener un producto con las características deseadas.
“Lo que se hace es seleccionar, con marcadores moleculares, cuáles son las que llevan el gen de la resistencia y, sobre éstas, se van haciendo retrocruzamientos para marcar ese carácter en la variedad tradicional, sin que ésta pierda sus características por las que nos interesa esa variedad tradicional: buen sabor, firmeza, color…”, aclara Trinidad Angosto.
Siete generaciones hasta dar con la variedad deseada
Habitualmente se necesitan unas siete generaciones para dar con el resultado esperado, y que en este proyecto ya van por la sexta, tanto para la introgresión de la resistencia, como para el carácter de larga vida comercial; a punto ya de dar con la definitiva que, en vista de los resultados, se integrará en los sistemas de producción intensiva de esta empresa.
En el fondo, es un proceso de cruzamiento tradicional, pero en el que se ha dado un paso más, al reducir la incertidumbre sobre los resultados.
“Es un trabajo muy laborioso, porque hay que hacer muchos cruzamientos, muchos procesos de selección genética y fenotípica. Hay que comprobar también su capacidad para producir frutos y que éstos tengan el tamaño adecuado. También que mantengan los parámetros de calidad y agronómicos más convenientes”, dice la investigadora de la Facultad de Ciencias Experimentales.
En plántula y después en campo
La primera selección se realiza en plántula. Mediante análisis moleculares, los investigadores pueden comprobar cuáles contienen los genes que expresan la resistencia a las enfermedades y los que prolongan la vida de los frutos.
Entonces se pasa a una segunda fase ya en campo (en este caso en invernadero) y se les deja producir frutos. Se analizan los niveles de producción, el tamaño de los frutos, la calidad, durabilidad y todas las características que se tienen en cuenta para entrar en el mercado.
Análisis de calidad de los tomates mejorados
Durante todas las fases de TRADIGEN se han realizado análisis de calidad de los frutos, en los que se controlan parámetros tales como el contenido en sólidos solubles, ácidos, compuestos antioxidantes, firmeza, forma y color, entre otros. Además, se ha diseñado un panel de cata, para seleccionar el sabor que más se ajusta a los objetivos de la empresa participante en este proyecto conjunto.
Finalmente se registrarán las variedades nuevas, que parten de una tradicional, en las que además de conservar sabor y aspecto, cuentan con resistencias a las enfermedades más comunes y caracteres que mejoran su cultivo.
Este proyecto de colaboración entre la Universidad de Almería y la empresa Natursur pone de relieve una tendencia creciente en la agricultura intensiva, que busca acoger lo mejor de las prácticas tradicionales, sin renunciar a las ventajas de la tecnología vegetal más avanzada.
Del mismo modo, demuestra los buenos resultados que da la colaboración entre el mundo de la empresa y la universidad, dos mundos que se necesitan y que han encontrado un entorno común en este tipo de proyectos. La experiencia ha sido tan buena, que el grupo de la Universidad de Almería está preparando un proyecto nuevo de colaboración con esta misma empresa.