Un estudio elaborado por profesores de las Facultades de Políticas y Sociología y de Económicas y Empresariales de la UNED concluye que, en Europa, solo el 6 % de los hombres con hijos menores de 15 años ha realizado un cambio laboral costoso que ha podido afectar tanto a su remuneración como a su carrera laboral, frente al 34 % de las mujeres, que han adoptado medidas tales como reducir la jornada o trabajar a tiempo parcial, llevar a cabo tareas menos exigentes o cambiar de trabajo para facilitar la conciliación de las vidas laboral y familiar. Estas grandes diferencias se dan en todos los países europeos, incluidos los nórdicos, más igualitarios en cuanto al género.
El trabajo, publicado en la prestigiosa revista Gender, Work and Organization bajo el título de Caring fathers in Europe: Toward universal caregiver families? y enmarcado dentro del proyecto europeo Men in Care que lidera la profesora Teresa Jurado, propone una definición de “hombre que cuida” como un padre trabajador que, para satisfacer las necesidades de cuidado, ha adaptado su vida laboral de un modo que potencialmente conlleva una penalización económica, y analiza la prevalencia de hombres al cuidado entre los hombres que viven con hijos menores de 15 años en los 27 países de la Unión Europea más Islandia, Noruega, Suiza y el Reino Unido. Para ello, utiliza datos representativos recientes (la Encuesta de Población Activa Europea Europea, LFS, y su módulo ad hoc de 2018 sobre el equilibrio entre la vida laboral y familiar.
Así, Cristina Castellanos, profesora de la Facultad de Económicas y Empresariales de la UNED y coautora del trabajo junto a los profesores Irina Fernández Lozano, Juan Ignacio Martínez Pastor y la propia Teresa Jurado, destaca que “mientras que en Europa las cifras medias son del 34 % de las mujeres frente al 6 % de los hombres, en España, estas cifras serían del 26 % de mujeres y el 4’ 5 % de hombres, mientras que en Alemania son del 54 % y del 5’7 %, respectivamente, o del 9’8 % y el 4’5 % en Dinamarca, mostrando las relevantes diferencias según el tipo de Estado de bienestar”.
La profesora matiza que, “aunque cada vez más, los hombres desafían la suposición de que el cuidado es una tarea femenina y se implican en el cuidado de niños y adultos dependientes, esto no tiene necesariamente consecuencias para su trabajo remunerado, ya que muy rara vez realizan adaptaciones costosas en su vida laboral”. Es decir, los hombres no están dispuestos mayoritariamente a hacer uso de los permisos si no están retribuidos entre un 80-100% de sus salarios y tampoco están dispuestos a hacer otras adaptaciones laborales costosas para poder disponer de más tiempo para cuidar a sus hijos en las siguientes etapas. “Los permisos intransferibles, totalmente remunerados y que se usan de forma autónoma son una palanca de cambio y de inicio al cuidado infantil y los padres los usan mayoritariamente”, señala la experta.
Los que sí están dispuestos, responden a un perfil muy claro, tal y como expone Castellanos: “tienen una ocupación no manual (excluidos los directivos), tienen contratos temporales o son autónomos, están en pareja con mujeres que tienen empleos de 40 o más horas a la semana, tienen un alto nivel educativo, y trabajan en empresas favorables a la familia”.
¿Y qué podemos hacer?
Cristina Castellanos es muy clara en este sentido: “nuestra recomendación política es ampliar el tiempo de cuidado en general, para permitir un mejor y mayor cuidado de niños y ancianos, mediante incentivos públicos y normativas, y que se tenga una semana laboral de 30-35 horas sin reducción de salario”.
“Si las instituciones no se vuelven más igualitarias entre hombres y mujeres”, concluye la profesora, “la gente tendrá que nadar contra corriente, y comportamientos igualitarios sólo serán posibles para una minoría de hombres profesionales bien remunerados en lugares de trabajo favorables a la familia o por cuenta propia que estén en pareja con mujeres que dispongan de elevados recursos absolutos y relativos”.