Deforestación, incendios forestales, minería, construcción de hidroeléctricas, e incluso mal manejo transfronterizo de la cuenca del Amazonas, son factores que podrían estar detrás de la muerte de 120 delfines rosados y grises en el lago Tefé (Brasil), en condiciones que aún son un enigma para la ciencia.
El biólogo Federico Mosquera Guerra, investigador del Grupo de Investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), señala que “aunque en un principio se ha hablado del calentamiento del agua como un fenómeno que ha incidido en la muerte de estos mamíferos, lo que está sucediendo en la Amazonia es el resultado de una conjunción de factores que están siendo ignorados”.
“Uno de los aspectos que más ha incidido en la muerte de los delfines es la constante transformación a la que se ha sometido a la región, con una escala entre el 25 y 30 % del área total, y es necesario entender que el umbral de resiliencia de este ecosistema ya ha pasado en los diferentes niveles de la cuenca”.
Aunque la materialización de esas transformaciones se ha centrado especialmente en la deforestación, que en 2022 alcanzó los 1,98 millones de hectáreas según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina (MAAP), este no es lo único factor que está provocando tal degradación.
Una de las principales amenazas que enfrenta esta región es la instalación de centrales hidroeléctricas. En 2020 el biólogo adelantó una investigación en la que evidenció que la construcción de estas libera depósitos naturales de mercurio, resultado de la remoción de grandes cantidades de tierra, que ingresan al agua y por ende a los peces e incluso a los humanos.
Especies como pirañas, bagres y delfines están expuestos a estos factores. La presencia de metales pesados en su organismo debilita su sistema inmune, haciéndolos propensos a virus o enfermedades.
“Es muy factible que cuando se realicen las respectivas pruebas de laboratorio a los delfines hallados en el lago Tefé se concluya que la causa de su muerte es un morbilivirus, uno de los principales causantes de enfermedades en estos cetáceos. Precisamente en 2021, investigadores de la Universidad de Hawái descubrieron una variante agresiva de morbilivirus que en el pasado fue responsable de muertes masivas de delfines y ballenas en Australia y Brasil”.
Agrega que “ninguna ciudad de la Amazonia tiene sistemas de tratamiento de aguas, sino que todos los vertimientos van a los lagos y los ríos. Allí, un caudal bajo, con una alta carga de materia orgánica producto de los desechos humanos, agropecuarios e industriales, se vuelve un caldo de cultivo para la generación de virus como este”.
A esta situación se suma el hecho de que los delfines son una especie sensible con bajas tasas de reproducción, que alcanza la madurez sexual hacia los 10 años, por lo que a lo largo de su vida tienen solo entre 4 o 5 crías.
El biólogo Mosquera considera que otros aspectos que están influyendo en la cuenca amazónica son la alteración de los ríos voladores y su precario manejo transfronterizo.
Sobre el primer fenómeno, explica que los ríos voladores son la relación que existe entre el océano, la selva y los andes. “Los árboles de la selva liberan agua en forma de vapor, el vapor se junta en las nubes que se desplazan con el viento y se precipitan en forma de lluvias. Y justo ahora estamos en el fenómeno de El Niño que se caracteriza por esa alteración en la temperatura de los océanos. Y claro, esta alteración se debe a la deforestación y a las sequías, entre otros factores”.
En cuanto al manejo transfronterizo, señala que los hechos ocurrieron en una cuenca que se comparte con Colombia en el río Caquetá, Brasil en el río Yapurá, y un sistema de humedales asociados que son los lagos de Tefé.
“Aquí vemos una alta carga contaminante que se ejerce en la zona transfronteriza en el río Cahuinarí, a lo que se suma la carga orgánica de la ciudad de Tefé, que aumenta la carga bacteriana y viral en el agua del lago y que no tiene el efecto de dilución porque se está afectando el ciclo hidrológico”.
“Los delfines son bioindicadores que nos dicen que los peces tienen mercurio, que se está degradando la cuenca y que se deben tomar acciones inmediatas porque no le estamos prestando la atención que merece este hecho. No es solo la muerte de 100 delfines, también es el impacto sobre más de 40 millones de personas que dependen del consumo de peces”, concluye.