Los purines de cerdo se han convertido en un problema ambiental que crece a medida de que se multiplican las macrogranjas. Estos residuos, procedentes de los excrementos de los animales, dejan una huella ambiental prácticamente imborrable en los acuíferos y hasta ahora su tratamiento se limitaba a almacenarlos en balsas seguras. Sin embargo, el modo en que se tratan los purines puede cambiar de forma radical con un método desarrollado en el proyecto europeo GREENFARM, en el que participan la Universidad de Almería y la Universidad de Valladolid (UVa), para transformar estos vertidos en abonos para la agricultura.
Anualmente se generan cerca de 70.000 toneladas de purines de cerdo en España y los investigadores de ambas universidades han sabido ver en ellos una oportunidad de negocio, según la investigadora de la UVa, Silvia Bolado.
Cómo se transforman los purines en abono agrícola
Los purines de cerdo se transforman en abono agrícola después de haber servido de aditivo al elemento líquido para el cultivo de microalgas. Las sustancias químicas contenidas por estos residuos de origen ganadero sirven de alimento a la biomasa algal, de donde finalmente se extraen los productos que actuarán como abono agrícola.
Además, con estas microalgas también se pueden generar productos de alto valor añadido como proteínas, que podrán ser utilizadas en alimentación animal, en industria o en agricultura; o como carbohidratos, que podrían servir para la generación de biocombustibles, como metano o alcoholes, o bioplásticos.
La idea de GREENFARM es trabajar circularmente: a partir de las granjas de cerdos se generan purines, con los que posteriormente se alimentan microalgas, a través de las cuales se generan bioestimulantes con los que se vuelve al punto inicial, el campo.
Es rentable desde el punto de vista económico
Tras la realización del análisis técnico económico desarrollado por los investigadores del Instituto de Procesos Sostenibles de la UVa, estos concluyen que “los procesos propuestos para la revalorización de los purines son económicamente y ambientalmente viables, aunque para decantarse por uno de los procesos propuestos habría que tener en cuenta diferentes factores como la distancia y el transporte”.
El proyecto GREENFARM, financiado con fondos europeos, trabaja de forma directa sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 aprobada por Naciones Unidas en 2015 ya que:
- la tecnología desarrollada y probada por los investigadores de las universidades de Valladolid y Almería permite mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos.
- se recuperan los nutrientes contenidos en los efluentes y se minimizan los impactos negativos de los procesos de los procesos de tratamiento convencionales.
- se ofrece una solución viable para el proceso de reducción de residuos, reciclado y reutilización.