Pedro Medina Vico
Profesor de la Universidad de Granada | Jefe de Grupo en el Centro de Investigaciones Genómicas y Oncológicas (GenyO) | Director del Aula de Investigación contra la leucemia infantil.
El día 7 de octubre de 2020 Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna fueron reconocidas con el prestigioso galardón científico por traer al campo de la biotecnología una herramienta para editar nuestro material genético de forma selectiva, efectiva y sencilla. Un reconocimiento merecido por las brillantes aportaciones de estas científicas, que además hace patente el papel cada vez más importante de las científicas en nuestra sociedad.
La asombrosa tecnología CRISPR-Cas traída al laboratorio menos de una década atrás, ha revolucionado la genómica y la ingeniería genética. Gracias a ella, en los laboratorios de todo el mundo podemos cambiar el significado de la información contenida en los genes. Esto es algo que sólo se podía hacer anteriormente por unos pocos y expertos laboratorios. Eso sí, con más dificultades, más esfuerzo, más coste y de forma menos eficiente.
La herramienta CRISPR-Cas ha hecho posible que ahora sea todo más sencillo. Lo que ha acelerado la investigación de enfermedades genéticas como el cáncer y ha abierto las puertas al desarrollo de una mejor terapia ya que podemos reparar los defectos genéticos que provocan la enfermedad de forma más efectiva.
¿Pero de dónde trajeron estas innovadoras científicas esta tecnología? Como tantas otras herramientas y tecnologías, las hemos traído estudiando organismos, aprendiendo de ellos, y «tomando prestada» su tecnología.
Como tantas otras herramientas y tecnologías, las hemos traído estudiando organismos, aprendiendo de ellos, y tomando prestadas su tecnología. Así, por ejemplo, hemos tomado prestada de la bacteria Agrobacterium tumefaciensel conocimiento para hacer plantas transgénicas. También “tomamos prestadas” de las bacterias, las enzimas de restricción, que son nuestras tijeras moleculares para cortar ADN.
Quién descubrió en las bacterias estos elementos, también merece su crédito. En este caso específico de la tecnología CRISPR-Cas un investigador de la Universidad de Alicante, Francisco Juan Martínez Mojica, más conocido como Francis Mojica fue fundamental en el descubrimiento de este sistema en bacterias, y así lo publicó en su artículo «Intervening sequences of regularly spaced prokaryotic repeats derive from foreign genetic elements»en la revistaJournal of Molecular Evolution en 2005.
Sin este descubrimiento que parte de lo llamamos la investigación básica sobre el genoma de unas bacterias que vivían cerca de su Elche natal en las salinas de Santa Pola, no se hubiese podido desarrollar la herramienta CRISPR-Cas-9 que ha sido merecedora de este premio Nobel. Precisamente tuve el placer de conocer personalmente a Francis Mojica y Emmanuelle Charpentier (foto adjuntas) cuando recibieron un premio junto a Jennifer A. Doudna por parte de la Asociación Española Contra el Cáncer por sus investigaciones.
La concesión de este Premio Nobel puede ayudarnos a plantearnos varias cuestiones:
¿Es el premio Nobel un buen referente para medir a los descubrimientos científicos?
Sin duda es el premio más prestigioso en áreas como biomedicina, y tiene mucha historia. Aunque, también reglas arbitrarias. Por ejemplo, no se puede conceder a título póstumo, ni a más de 3 personas. Esto último hace que su concesión en la actualidad pierda mucho de su sentido ya que la época en la que los descubrimientos lo hacían personas individuales ha pasado.
Ahora las aportaciones se hacen por equipos, a veces de forma simultánea, y a veces por decenas de científicos, que han realizado aportaciones relevantes. Recuerdo cuando realizaba mi postdoctorado en Estados Unidos, hablando sobre la naturaleza del premio nobel, en un campus universitario donde se acababa de otorgar un premio nobel el que era jefe del laboratorio donde trabajaba me comentó: “Si tu realizas un descubrimiento importante en mi laboratorio, el premio Nobel me lo llevaré yo”. Algo que puede parecernos justo, pero es una realidad.
Por otra parte, los Premio Nobel lo eligen personas que tienen que evaluar relevancias subjetivas. Así el premio Nobel, no está tan claro como el trofeo pichichi, que se otorga al que mete más goles, que al fin y al cabo es un criterio objetivo. El comité que elige a los Nobel, a su vez está influenciado y no es inmune a las modas (que en ciencia también las hay) o las presiones de los lobbies. Prueba de ello es que hay premios nóbeles otorgados a hechos o descubrimientos, de cuestionable relevancia.
Es conocido el caso de Egas Moniz que recibió en 1949 el Nobel de medicina, “por su descubrimiento del valor terapéutico de la lobotomía en determinadas psicosis”. Moniz realizó las primeras lobotomías en humanos, que se han demostrado ineficientes y altamente dañinas para el tratamiento de enfermedades neurológicas. De hecho, asociaciones de familiares de ‘víctimas de la lobotomía’ han reclamado que se retire a Egas Moniz el Premio Nobel, que aun conserva. Más recientemente Barack Obama en 2009 ganó el Premio Nobel de la Paz, en lo que fue también una controvertida elección.
En España la ciencia carece de apoyo.
Exiguo apoyo ha tenido Francis Mojica, para postularse como merecedor del premio Nobel. En primer lugar, Francis Mojica tuvo problemas de continuidad en los fondos para seguir investigando sobre el sistema CRISPR. Esto se debe a la infrafinanciación endémica española, que aportan un paupérrimo 1% de su I+D de su PIB, en lugar del 3% que otorgan otros países de su entorno socioeconómico. Países con más tradición científica como Estados Unidos, posicionan y promocionan sus descubrimientos y científicos, y las patentes que generan. Muchas veces hacen de lobby y los promocionan para que obtengan otros premios que se consideran antesala de los Nobel y que les dan visibilidad. Desgraciadamente los premios más internacionales y prestigiosos de España, los premios Princesa de Asturias, excluyeron a Francis Mojica, y promocionaron la candidatura de Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna al concederles a estas dos investigadoras su premio en 2015.
La ciencia aplicada brilla más que la ciencia básica, pero depende de ella.
La ciencia básica, es la que genera nuevo conocimiento sin fines prácticos inmediatos y tiene que tener una base sólida para que este conocimiento pueda aplicarse en la ciencia aplicada, que es la que genera patentes y estas a su vez negocio. Ambas son importantes, y pese a que los políticos promocionen sólo la ciencia aplicada, la ciencia básica es fundamental. Los últimos premios Nobel están dando un valor a la ciencia aplicada, que muchos científicos discuten. Varias razones pueden motivar este hecho.
En primer lugar, la investigación básica es más cooperativa, y es más difícil distinguir que individuo aporta más, lo que es un problema importante si sólo puedes elegir a tres personas para un Nobel.
En segundo lugar, la publicidad que generan los premios Nobel no pasa desapercibida para las empresas y naciones que tienen las patentes de los científicos que lo ganan. Es conocido que las herramientas biotecnológicas de los sistemas CRISPR-Cas han generado una industria biotecnológica importante, que de hecho se encuentra enzarzada en una guerra de patentes, con intereses económicos importantes. Poco lobby en este sentido pueden hacer los investigadores de la ciencia básica que no proporcionan patentes, por lo carecen de empresas/gobiernos que publiciten o promocionen su trabajo.
Aunque este Nobel no sea un ejemplo, en ocasiones se ha decidido reconocer a investigadores básicos y aplicados. Personalmente tuve la ocasión de conocer a Roger Y. Tsien en el congreso de los Premios Nobel, organizado en Lindau en 2014 al que tuve el honor de asistir. El profesor Roger Tsien, que tuvo la deferencia de asistir al congreso pese a que estaba recuperándose de un infarto, había aplicado con éxito el uso de las proteínas fluorescentes para el estudio de sistemas biológicos junto con Martin Chalfie. Una de estas proteínas fluorescentes, que se utilizan en ciencia para marcar y seguirl el rastro de moléculas en sistemas biológicos fue descubierta por Osamu Shimomura cuando estudiaba una medusa.
Los tres investigadores, básicos (Shimomura) y aplicados (Tsien, Chalfie), fueron reconocidos por el premio Nobel de Química en 2008. Siguiendo esta analogía en este premio Nobel Mojica podría haber sido Shimomura.
Una última reflexión. Si Francis Mojica hubiera sido estadounidense, o como Severo Ochoa, hubiese trabajado en EEUU, ¿tendría el premio Nobel? Me temo que nunca lo sabremos. Aunque sin duda Francis hubiera tenido más apoyo para continuar sus estudios pioneros y quizás para aplicarlos antes que el resto de la comunidad científica. También más apoyo a la hora de promover su candidatura. Me gustaría equivocarme, pero mucho tiene que cambiar la estructura científica para que España tenga un investigador con un premio Nobel trabajando desde España con el actual exiguo apoyo que tiene la ciencia. Lo que está claro es que la maltrecha ciencia española lo necesitaría para darse un nuevo impulso como cuando se dio cuando Cajal y Ochoa obtuvieron dicho galardón.