El bioquímico y comunicador científico, conductor de ‘El cazador de cerebros’ de La 2, Pere Estupinyà, es el invitado especial con el que se ha celebrado la entrega número cien de los Viernes Científicos, que desde hace trece años organiza la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Almería (UAL).
Durante aproximadamente una hora y media de este viernes, 21 de octubre de 2022, se ha establecido una conexión temporal con otro viernes, un 22 de mayo de 2009. Fue entonces cuando, con la charla titulada ‘Evolución de comportamientos altruistas en el ser humano y en resto de los animales’, Manuel Soler, catedrático de la Universidad de Granada, se erigió como el primer ponente de los Viernes Científicos de la Facultad de Ciencias Experimentales. Trece años han mediado entre uno y otro día y, sobre todo, justo cien ediciones de una propuesta de divulgación científica que ha roto con las expectativas. Para tal ocasión de hacerse centenaria, se ha elegido como ponente a Pere Estupinyà, que es bioquímico y un comunicador científico muy mediático, ya que dirige y presenta el programa ‘El Cazador de Cerebros’ en La 2 y colabora con ‘A vivir’ de la Cadena Ser, además de haber publicado cinco libros, entre ellos ‘El Ladrón de Cerebros’.
El Auditorio de la Universidad de Almería se ha llenado para disfrutar de su conferencia, ‘El optimismo no ingenuo de la ciencia’, en la que ha dibujado las tendencias presentes de investigación que marcará a la sociedad futura. Ha sido presentado por la vicedecana Jacoba Salinas, una vez que el decano Juan José Moreno se ha encargado de dar el brillo merecido a la consecución de este número de ediciones. Ha reconocido la labor de las personas que han participado en el proyecto durante todo este tiempo, empezando por Enrique de Amo como decano en el momento en el que se lanzó esa iniciativa. Ante una cifra tan redonda, que en si misma parece una meta, ha planteado un nuevo inicio porque “llega a los cien más fuerte que nunca”. Moreno ha puesto en valor la relevancia del ponente elegido, “hemos hecho una apuesta especial por Pere Estupinyà, muy conocido”.
Ha reconocido que “fue una experiencia empezar en 2009, cuando llegar al centenar de ediciones era casi una utopía”. Hay gran cantidad de motivos para estar “muy satisfechos”, puntualizando que “no solo el equipo actual, sino el equipo anterior, que inició los Viernes Científicos”. Cien viernes, cien semanas, “más de cien horas de divulgación científica”, yendo incluso fuera del campo de actuación de la propia facultad: “Hemos intentado siempre abordar las temas que más interesan a nuestras cuatro titulaciones, Matemáticas, Química, Biotecnología y Ciencias Ambientales, pero siempre abiertos a otras posibilidades, con ponentes que nos han hablado de robótica o de aspectos de ingeniería”. Uno de los secretos de la longevidad es “nunca estar cerrados”, porque se ha tenido claro que “todo lo que sea ciencia en su sentido amplio ha tenido un lugar”.
También ha sido vital el respaldo de la comunidad universitaria en cuanto a participación en los eventos programados, así como el de la institución: “Siempre hemos tenido el apoyo de toda la Universidad de Almería, de Extensión Universitaria y Divulgación Científica, de alumnos, de profesores y PAS, eso siendo una actividad propia de la Facultad de Ciencias Experimentales, y prueba es que mucha gente que no puede asistir nos pregunta que si pueden verlo en algún sitio; afortunadamente hace dos años que tenemos canal de YouTube y ahí están todos desde 2020”. Felicitaciones muchas, una de ellas ha llegado por parte de José Antonio Garrido, director del Secretariado de Divulgación Científica: “Este secretariado llegó mucho después de que ya estuviera asentada esta actividad; los Viernes Científicos es de los eventos más notables de divulgación no solo de la UAL, sino de toda la provincia, y solo podemos congratularnos, felicitarles, agradecerles el esfuerzo y desearles que sigan cosechando éxitos”.
Otra felicitación ha correspondido al propio Pere Estupinyà: “Para mí es un honor que me inviten para este aniversario cien de los Viernes Científicos, y si ha durado ese número de ediciones es que funciona muy bien, que a los organizadores y asistentes les gusta la actividad y tiene un impacto positivo, ya que si no habría cambiado al fórmula”. En ese sentido, ha reconocido que “es muy difícil medir se impacto en divulgación científica, pero hay que tenerlo en cuenta para elegir la mejor para aprovechar todo lo que se pueda los recursos existentes”, siendo clave que “cuando algo funciona hay que mantenerlo y no dejarse llevar por eso de ‘ser creativos’, que hay que serlo, por supuesto, pero también seguir alimentando lo que sí funciona, como es este caso”.
Ha manifestado que “la ciencia tiene algo mágico, que cuando empiezas a explicar a alguien algo que no sabe, algo que es nuevo, algo que quizá no se sabía antes… consigues que se mantenga atento”. Con todo, “la sociedad creo que no demanda que haya más divulgación, hay un sector que sí, pero es cierto que se reacciona de manera positiva cuando se la das, y se ha visto con la COVID, que había personas que veían la ciencia súper lejana y que cambiaban de canal cuando veían un científico”, ha dicho de un modo textual. Así, “la sociedad se ha acostumbrado a escuchar al científico y que aparezcan términos científicos, lo cual es positivo, y ahora falta ver los números de si esto es cierto, pero la sensación es que hay en general una mejor consideración y mayor interés por la ciencia”. Falta algo más de demanda de este contenido, pero “cuando alguien aparece en un canal o emisora hablando de ciencia, no se cambia, se dice ‘a ver qué me cuenta’, y esto es muy interesante”.
Sobre su ponencia en particular, Estupinyà ha disertado sobre “el potencial enorme transformador de la ciencia, para bien y para mal, y usada de manera socialmente beneficiosa tiene un potencial enorme de mejorar nuestras vidas, pero no es lo único, y es por eso que el título dice ‘optimismo no ingenio’, ya que la ciencia es un ingrediente fundamental, porque genera más conocimiento para conocer mejor el problema y nuevas tecnologías para atajarlo, y el gran ejemplo es la crisis climática, pero no es suficiente”. A su juicio, “no puedes pensar que solo con tecnología se arregla todo, porque se llega a los ‘tecno-optimistas’ exagerados, sino que se necesita integrar la tecnología en una toma de decisiones en ámbito político, social, individual…”. Eso sí, “si hay algo que te permite ver todas las crisis en las que estamos metidos con cierto optimismo, eso es la ciencia”. Ha puesto la muestra de varias enfermedades como Alzheimer o ciertos cánceres, “con lo que hay ahora no los vas a curar, pero la ciencia da pequeños milagros que suponen entender pequeños procesos moleculares que te permiten generar algún cambio”, o de la energía solar, “lo hacían las plantas y los científicos han permitido que lo hagamos nosotros”. Es el optimismo “de que las cosas pueden cambiar a mejor”.