El cantautor Tontxu, en su canción Risk de 1997, decía:
“Una partida de Risk, un Trivial, un Parchís. Montones de preguntas sobre ti. Mezclar tus fichas con las mías. Bajo la mesa, tramposas tus caricias.”
Casi 25 años después, no solo me sigo reuniendo con los míos cada vez que puedo para “echar una partidita”, sino que además he empezado a incorporar los juegos de mesa en mi docencia universitaria.
El potencial educativo
Me atrevo a afirmar que prácticamente todos los juegos de mesa son educativos, independientemente de la edad de los jugadores, ya que estimulan, entre otras cosas, la comprensión lectora, la escritura, el cálculo mental, la estrategia o la creatividad. Además, hay muchos juegos temáticos que, si están diseñados con suficiente rigurosidad, favorecen el aprendizaje sobre un tema específico.
Consciente del potencial educativo de estos juegos temáticos, en los últimos años he empezado a utilizarlos como herramientas docentes en la Universidad. En este contexto, de la misma forma que recomiendo bibliografía, en forma de libros de texto, documentales, artículos y ensayos sobre ciencia y tecnología química y ambiental, he incorporado en mi lista de recomendaciones algunos juegos que, desde mi criterio, aportan un contenido complementario a la formación de los estudiantes en química e ingeniería química.
Por ejemplo, a los estudiantes de primer curso les suelo recomendar los mini-juegos Periodic, Ion, Covalence y Subactomic, que gamifican los conceptos fundamentales de química tales como la formulación y la tabla periódica de los elementos. También suelo mencionar la versión de Timeline sobre Ciencia y Descubrimientos, que consiste en la ubicación temporal de los eventos científicos más importantes.
En los cursos sobre sostenibilidad, siempre aprovecho para recomendar el juego CO₂ Segunda Oportunidad, un complemento imprescindible para futuros químicos e ingenieros verdes. Este complejo juego de estrategia se basa en la planificación de infraestructuras, la compra de derechos de emisión de carbono, la participación en cumbres climáticas y la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible. También suelo incluir el Alta Tensión, sobre gestión de recursos eléctricos y fuentes de energía, el Terraforming Mars, sobre gestión de proyectos multidisciplinares de ingeniería, o la baraja “Mujeres en Ciencia”, diseñada para la visualización de la contribución científica de mujeres que han quedado injustamente en el anonimato.
A los alumnos de máster, sobre todo a los interesados en la investigación, les suelo recomendar el juego Alquimistas, que parodia de forma muy divertida la profesión de investigador. Encarnando un hacedor de pociones, el objetivo es llevar a cabo experimentos, publicar teorías, asistir a congresos y obtener becas para subir su reputación.
Más de 120 000 juegos catalogados
Además de los que tenía Tontxu, todo el mundo conoce unos cuantos clásicos como son el ajedrez, el dominó, la oca, el Monopoly, el Pictionary, el Party o el Scattergories. Si no es capaz de nombrar al menos dos o tres más, lamento decirle que se ha quedado muy atrás.
En la web BoardGameGeek, el IMDb de los juegos de mesa, hay catalogados más de 120 000 juegos. El mercado de los juegos de mesa está en pleno auge y tiene muy buen pronóstico. Los juegos de mesa ya no se venden solo en jugueterías, sino también en tiendas especializadas, tanto físicas como en línea. Además, los almacenes de productos de ocio general tienen una sección cada vez mayor dedicada a los juegos de mesa.
Los diseñadores de juegos de mesa también han sabido sacar buen partido de las distintas plataformas de crowdfunding. Por ejemplo, la editorial sevillana ThunderGryph Games lanzó en 2021 una campaña para un juego basado en los viajes de Darwin a las Galápagos, recaudando 1 100 000 euros de casi 17 000 mecenas.
A pesar de que todavía hay mucha gente que sigue pensando que “es cosa de frikis”, lo cierto es que cada vez somos más los aficionados a este pasatiempo, y más los hogares que tienen, al menos, una copia de Los colonos de Catán.
Al igual que pasa con los cómics, los videojuegos, o las novelas y películas de fantasía o ciencia ficción, el estigma del friki como “aficionado obsesionado” se está desvaneciendo, superándose además las brechas de edad y de género.
Pantallas versus cartas, dados ¡y amigos!
Estamos en una época en la que la industria de los videojuegos se ha convertido en el principal mercado del entretenimiento. A pesar de sus aspectos positivos, existe una preocupación generalizada sobre su uso abusivo y potencial adicción, especialmente entre los menores. Si a esto le sumamos la popularidad de las plataformas de series en streaming y el teletrabajo, al final del día nos pasamos más horas de las que deberíamos delante de las pantallas de nuestros ordenadores, teléfonos y tabletas.
Los juegos de mesa están hechos de papel, cartón, madera, resina y plástico. Representan una alternativa de ocio no digital, que se puede disfrutar con el tacto, la vista y el olfato. Los fabricantes de juegos de mesa son muy conscientes de esto, y cada vez le ponen más cuidado a la estética y la calidad de los materiales, sacando frecuentemente versiones deluxe de los juegos más demandados.
Otra particularidad de los juegos de mesa es que implican a dos o más personas. Por lo tanto, promueven un ambiente de ocio social, cara a cara y comunicativo. Se pueden combinar con una cena o un café, amenizar con música y disfrutar tanto en el salón como en la terraza. Pero, sobre todo, lo más importante es que los tenemos que disfrutar con los amigos o la familia.
Para todos los gustos
Hay muchos tipos de juegos de mesa: de cartas, de construcción de mazos, de preguntas y respuestas, de enigmas, de batallas, de estrategia, de colocación de trabajadores, de gestión de recursos, de improvisación, de exploración de mazmorras, etc. Los más versados los clasifican en dos categorías: los Eurogames, normalmente de estrategia compleja y con relativamente poco margen para el azar; y los Ameritrash, que suelen ser juegos muy centrados en temáticas como zombis, ciencia ficción o fantasía.
Recientemente se han popularizado los juegos cooperativos, es decir, juegos en los que los participantes no compiten entre ellos, sino que tienen que unir fuerzas para enfrentarse a un reto común: o todos ganan o todos pierden. Estos juegos están especialmente indicados para jugar con niños o para “enganchar” a amigos con poca experiencia.
Acaba de terminar el curso, y toca reflexionar sobre cómo va a ser la docencia del próximo. El verano es buen momento para probar algún juego cuya temática se aproxime a nuestra especialidad y evaluar su potencial educativo para nuestros alumnos, nuestros hijos y nuestros amigos, tengan la edad que tengan.
Artículo de Juan Manuel Paz García, Profesor Contratado Doctor, Departamento de Ingeniería Química, Universidad de Málaga, Universidad de Málaga