Las renovables tienen un lado oscuro si no se hacen bien: una especie podría desaparecer

Especialistas del CSIC alertan del peligro que supone la implantación masiva de fotovoltaica sin los estudios de impacto adecuados.

Compartir

El avance del cambio climático exige acciones urgentes en el panorama energético, y las renovables están llamadas a tomar el relevo de los combustibles fósiles. Sin embargo, la implantación masiva y acelerada de parques fotovoltaicos prevista por la Unión Europea (UE) puede poner en peligro a una especie amenazada, si no se realizan estudios de impacto ambiental más ajustados a la realidad, según alertan investigadores de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) del CSIC.

Ejemplares de ganga ortega en el Desierto de Tabernas. Foto: Pepe Bayo.

Los científicos muestran su preocupación por que la normativa de la UE sobre aceleración de las energías renovables del Plan REPower UE no cuenta con la planificación adecuada y requiere estudios específicos sobre especies amenazadas. Por lo que piden tiempo y la armonización del desarrollo de la industria energética verde con la conservación de la biodiversidad.

Qué especie amenazada estaría en situación crítica con la aceleración de las renovables prevista por la UE

La especie que actualmente está amenazada y que entraría en una situación crítica, con la aceleración de las renovables prevista por la UE es la ganga ortega, un ave que vive en el entorno almeriense del Desierto de Tabernas.

Según ha estudiado un equipo liderado por el investigador de la EEZA, Francisco Valera, y otros científicos de la Universidad de Almería (UAL), el nuevo procedimiento para la aceleración de renovables es negativo para las poblaciones de la especie de estudio, tanto a escala regional (Andalucía) como local (Campo de Tabernas, Almería).

Sus resultados demuestran que solo una pequeña parte (el 17,7%) del territorio andaluz ocupado por esta especie está incluido en algún espacio protegido, y que la información sobre la distribución de la ganga ortega que tienen las administraciones competentes apenas refleja, en el mejor de los casos, el 41% de la distribución real del ave en el Campo de Tabernas. Este estudio ofrece, además, la primera evidencia científica de extinción local de la amenazada ganga ortega, como consecuencia de una falta de planificación territorial y de información veraz y actualizada a la hora de implementar la energía fotovoltaica.

Cómo se puede reducir el impacto sobre la biodiversidad del plan de aceleración de renovables

Los especialistas tienen claro cómo reducir el impacto del plan de expansión de las renovables sobre la biodiversidad. “La participación de expertos en el procedimiento para la concesión de la autorización ambiental, aportando información científica fidedigna y actualizada, reduce hasta un 94% el impacto que tiene la implantación de plantas fotovoltaicas en la Ganga ortega en el área de estudio”, señala Francisco Valera. Por tanto, “la eliminación de la participación pública que proponen las nuevas normativas supone prescindir de una medida eficaz para evitar efectos adversos de la implantación de la energía solar sobre la biodiversidad”, añade.

Los estados miembros de la UE tienen dos años para designar las zonas más apropiadas para un desarrollo acelerado de las renovables. El estudio de la EEZA muestra que el diseño correcto de dichas zonas requiere de trabajos de campo específicos para poder conocer con más exactitud el área de distribución de especies amenazadas. Los fondos Next Generation representan una excelente oportunidad de financiación para este tipo de estudios, como es el caso de los desarrollados por este grupo de investigación de la EEZA.

La armonización del desarrollo de las energías renovables y la conservación de la biodiversidad es posible. Sin embargo, la urgencia en la toma de medidas y en su implementación impiden la adquisición del conocimiento científico imprescindible para lograr dicha armonización.

Este estudio ha sido publicado en la revista Environmental Impact Assessment Review y ha sido financiado por la Unión Europea, a través de fondos Next Generation, y la Agencia Estatal de Investigación.