El libro Identidad de género: una aproximación psicobiológica aúna los resultados de doce años de investigación del Departamento de Psicobiología de la UNED. Este equipo, pionero en la investigación de las variables biológicas de la identidad de género, integra por primera vez las variables biológicas y sociales en un enfoque más amplio y moderno de la identidad de género.
El profesor Antonio Guillamón, catedrático emérito de Psicobiología de la UNED explica que la investigación ha analizado a personas cisgénero binarias (aquellas cuya identidad de género coincide con sus genitales) y transgénero binarias (en las que ambos aspectos no coinciden) mediante técnicas de genética molecular y de neuroimagen estructural y funcional. También se estudiaron los efectos epigenéticos y cerebrales del tratamiento hormonal de afirmación de género.
Entre los hallazgos más importantes sobre identidad de género que se revelan en esta publicación, el profesor de la UNED apunta que “a nivel cerebral, se ha descrito por primera vez la existencia de fenotipos cerebrales relacionados con la identidad de género”.
“En concreto, podemos distinguir cuatro tipos de cerebro (hombres y mujeres cisgénero y hombres y mujeres transgénero binarios) que se relacionan directamente con la percepción que cada individuo tiene sobre su propio género. Estos hallazgos han sido corroborados por un estudio mega-analítico internacional muy reciente.
El libro proporciona una visión global de la identidad de género porque la aproximación es “doble”, apunta Guillamón. “Por una parte, se facilita una explicación del porqué de las variantes cis y transgénero. Nuestros datos remiten a una diferenciación de la corteza cerebral propia de cada variante de identidad de género, unos hallazgos que despatologizan a las personas transgénero. Por otra parte, se muestran datos que explican cómo funciona el cerebro, la conectividad cerebral en el espacio y el tiempo en cada uno de los fenotipos”.
“Con respecto al por qué”, continúa el experto, “nuestros datos tanto a nivel de genética molecular como de neuroimagen sugieren que cada variante fenotípica cerebral asociada a los hombres y mujeres cisgénero y transgénero se debe a una diferenciación cerebral peculiar para cada uno de los cuatro fenotipos“. En concreto, “se observa un mayor grosor en diferentes zonas de la corteza cerebral de cada uno de los grupos, lo cual se traduce en diferencias en las funciones relacionadas con esas zonas específicas”.
“Si nos centramos en el cómo”, explica Guillamón, “hay que abordar la conectividad funcional dinámica, esto es, cómo se propaga la información en las redes neurales. Aquí también hemos observado la existencia de cuatro fenotipos cerebrales. En consecuencia, nuestra explicación es que hay cuatro formas de diferenciación cerebral. Estos hallazgos proporcionan una base para afirmar que ser persona transgénero no es una patología, es decir, despatologizan la visión del transgénero”.