Un equipo internacional de científicos ha relacionado por primera vez la aparición de trastornos mentales en la población tras una inundación grave. El equipo de investigación está conformado por profesionales del Área de Gestión Sanitaria Norte de Almería, liderado por Andrés Fontalba Navas, responsable de investigación, y de las universidades de Granada (Juan Pedro Arrebola), Castilla la Mancha (Manuel Lucas Borja), Málaga (Jose Miguel Pena Andreu) y Cambridge (Jesús Pérez).
Su trabajo, que publica la revista Public Health, recoge los resultados del proyecto realizado tras las graves inundaciones sufridas en la zona del Levante almeriense en septiembre de 2012, una zona que quedó seriamente afectada tras la tormenta.
Para llevar a cabo este trabajo, en primer lugar los investigadores realizaron un estudio de las precipitaciones extremas con ayuda de un Sistema de Información Geográfica para el período de 1935 a 2012, que demostró que la precipitación acontecida en 2012 fue extremadamente alta.
El objetivo del estudio fue conocer la incidencia de síntomas de trastorno por estrés postraumático en la población expuesta a un evento extraordinario de lluvias torrenciales y una gran avenida en el año 2012, por lo que se entrevistaron a personas atendidas en Atención Primaria de la zona afectada por un equipo de médicos de Atención Primaria, coordinados por Virginia Gil Aguilar.
El trastorno por estrés postraumático es una enfermedad que surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica.
Como comenta el autor principal de este trabajo, el investigador Andrés Fontalba, “la incidencia de los trastornos mentales después de la inundación se incrementa considerablemente. Estos trastornos pueden persistir mucho después de que haya pasado la inundación, lo que subraya la importancia de la planificación y de dar respuestas eficaces y oportunas en salud”.
Los investigadores encontraron que el factor que tuvo una mayor influencia sobre la aparición de trastorno por estrés postraumático en la población de estudio fue las pérdidas económicas relacionadas con el desastre. Según indica Juan Pedro Arrebola, investigador de la Universidad de Granada y del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, y co-autor del trabajo, “este tipo de estudios son muy importantes para identificar colectivos especialmente vulnerables a los efectos de estas catástrofes, y contribuyen a establecer medidas preventivas más adecuadas”.
Se trata de posibles actuaciones a nivel preventivo y de intervención, apuntan los investigadores. No en vano, las medidas de repoblación forestal han sido las más extendidas y utilizadas para el control de avenidas y disminución de sedimentos emitidos por las cuencas hidrológicas afectadas por un evento de precipitación extremo.
Los árboles favorecen los procesos de interceptación e infiltración del agua en el suelo y disminuyen las escorrentías. Con todo, y dado los efectos de las avenidas sobre la salud mental, se consideran más que apropiadas como medidas para mitigar los efectos de las inundaciones.