La revista Nature publica hoy un estudio que revela que la vida reapareció en el cráter de Chicxulub (México) pocos años después del impacto del asteroide. Se trata de un agujero de 180 kilómetros de diámetro provocado por el asteroide que se cree que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años, y cuya violencia ha sido comparada con la de mil millones de bombas atómicas. El impacto ocasionó una de las cinco grandes extinciones en masa del Fanerozoico, la correspondiente al límite Cretácico/Paleógeno que provocó la desaparición de los dinosaurios de la faz de la Tierra.
El impacto alteró significativamente el medio a nivel global, produciendo grandes terremotos de magnitud superior a 11 en la Escala de Richter, tsunamis de entre 100 y 300 metros de altura, aumentos de temperatura, fuegos a distancias de entre 1.500 y 4.000 kilómetros del cráter, y lluvias acidas, entre otras catástrofes. Como consecuencia, se extinguieron alrededor del 70% de las especies marinas y continentales que vivían en ese período, lo que supuso un gran cambio en la evolución de la vida sobre la Tierra, con importancia sobre las especies que habitan en la actualidad.
Miembros de la Expedición 364 del International Ocean Discovery Program (IODP) “Chicxulub: drilling the K-Pg impact crater” de la que forma parte el catedrático del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la UGR Francisco Javier Rodríguez-Tovar, han publicado nuevos resultados sobre los estudios realizados en los testigos obtenidos tras la perforación del cráter de Chicxulub.
El análisis integrado de datos geoquímicos y paleontológicos ha permitido alcanzar una sorprendente conclusión: la vida reapareció en Chicxulub pocos años después del impacto del asteroide y el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en los primeros 30.000 años, un tiempo geológico comparativamente breve.
Si bien esta rápida recuperación había sido reconocida por el doctor Rodríguez-Tovar en anteriores trabajos realizados sobre afloramientos del límite Cretácico/Paleógeno localizados a más de 5.000 km de distancia del impacto, como los de España, Sur de Francia, Italia, o Túnez, la importancia de los nuevos resultados radica en comprobar que esta recuperación es también “inmediata” en la propia zona del impacto, donde el drástico cambio paleoambiental fue mucho mayor.
“Esta recuperación es incluso más rápida que en otras zonas más alejadas del impacto, y es consecuencia de la importante conexión de la zona del impacto con aguas abiertas, lo que permite el rápido restablecimiento de las condiciones favorables para el desarrollo de la vida”, explica el investigador de la UGR.
El doctor Rodríguez-Tovar destaca la importancia del estudio de las trazas fósiles (icnología) para alcanzar las conclusiones obtenidas. Y es que descubrimiento de trazas fósiles en los primeros sedimentos depositados tras el impacto confirma la rápida recuperación de los organismos que viven en el fondo marino y que producen estas trazas.
Durante los primeros días de junio se volverán a reunir los miembros de la Expedición 364, incluido Rodríguez-Tovar, en Mérida (México) para visitar los afloramientos del límite K-Pg asociados al cráter y abordar las próximas líneas de investigación.