Una investigación de la UGR ha demostrado el origen granadino de los escultores del Siglo de Oro Miguel Jerónimo y Jerónimo Francisco García, más conocidos como los hermanos García. Tras hallar sus partidas de bautismo y defunción, se demuestra que nacieron en Granada en 1576, en una familia acomodada dedicada al comercio de la seda en la Alcaicería, según un estudio desarrollado por el investigador del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada (UGR) Manuel García Luque.
La revista Archivo Español de Arte, que edita el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publica el artículo que refleja la investigación, titulado “Un retrato biográfico de dos escultores en la sombra: los hermanos Miguel Jerónimo y Jerónimo Francisco García”.
Hasta ahora, no se contaba con suficientes datos documentales que permitieran trazar una biografía de los hermanos, que eran gemelos. Sólo se conocía que fueron unos escultores que vivieron en Granada a principios del siglo XVII.
García Luque encontró las partidas de bautismo y defunción de los hermanos en la Parroquia del Sagrario de Granada. Junto a estos documentos, el investigador halló una copia del testamento de uno de los hermanos, Miguel Jerónimo García, en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. El original desapareció en el incendio del Archivo de Protocolos de Granada, en el año 1879.
Ese incendio “destruyó muchísima información sobre la historia de Granada en los siglos XVI, XVII y XVIII, lo cual supone un obstáculo a veces insalvable para los investigadores que estudiamos esta época”, explica García Luque. Antes que este investigador, otros siguieron la pista de los hermanos, pero una información equivocada, dada por un historiador del siglo XVIII y ahora desmentida por García Luque, obstaculizó sus estudios.
Aparte de su origen, testimonios de sus contemporáneos indican que los hermanos estaban especializados en la producción de imágenes en cera y terracota.
Uno modelaba y otro policromaba, en un trabajo artístico en equipo que se cree terminó siendo silenciado por ellos mismos, por el temor a la mácula social que implicaba el desempeño de una actividad manual como la escultura.
El investigador indica que “no está claro por qué trataron de ocultar esta actividad artística, pero hay que tener en cuenta que en esa época el desempeño de trabajos manuales no formaba parte de las actividades propias de la élite social y que probablemente no se dedicaban profesionalmente a esto, ya que pertenecían a una familia acomodada cuyo padre debía ser un personaje bastante conocido en la época, porque la calle donde vivieron –actual Horno de San Matías– era entonces conocida como «calle de los hijos de Pedro García»”.
Este miedo se acrecentaría desde que Miguel Jerónimo se ordenara como presbítero en torno a 1627, un dato que antes se desconocía, también fruto de este estudio.
Investigaciones como esta que se ha desarrollado en la UGR tratan de rehabilitar su memoria y hacerlos más conocidos para el público general, al valorar la elevada calidad de sus obras, en ocasiones atribuidas a artistas como Alonso Cano o Martínez Montañés, lo que los acreditaría “como dos de los grandes maestros de la escultura barroca española”, según expresa García Luque.
De hecho, el relieve de San Jerónimo, una de las últimas creaciones de los hermanos García, aún está catalogado en el Museo Nacional de Escultura como obra de Alonso Cano.
Manuel García Luque es investigador predoctoral de la UGR, perteneciente al grupo de investigación «Andalucía-América: patrimonio y relaciones artísticas» y miembro del equipo de trabajo del proyecto I+D «Barroco entre dos mundos: relaciones y alternativas en la escultura andaluza e hispanoamericana entre 1700 y 1750».