El título de su conferencia ha sido ‘Vivir y nacer con VIH: el gran don con el que nací’. Iván Garrido, psicólogo, escritor y activista LGTBIQ+, además de CEO del Proyecto Kintsugi, ha puesto el cierre de modo brillante a la campaña ‘Abrazando la diversidad: Jornadas para una UAL libre de discriminación’ de la Universidad de Almería.
Tras unos días intensos en los que se han ofrecido charlas, talleres educativos, mesas-coloquio y exposiciones artísticas que exploran la identidad de género y la sexualidad, ha llegado a término este ciclo organizado por el Vicerrectorado de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social de la Universidad de Almería en el marco de la celebración, el pasado 17 de mayo, del Día Internacional contra la LGTBIfobia.
La vicerrectora, Maribel Ramírez, ha realizado una valoración final muy positiva, insistiendo en que las actividades ofrecidas han sido “diseñadas para fomentar un entorno más inclusivo y respetuoso” y han supuesto “una unión de fuerzas para ofrecer un variado programa”. Se ha cumplido la finalidad que se buscaba: “Cada una de estas actividades ha sido pensada para educar, sensibilizar, formar y promover el respeto por la diversidad, invitando a la comunidad universitaria a participar activamente en la construcción de una sociedad más justa y equitativa”.
Calificándola como “enriquecedora”, Ramírez ha agradecido la “participación activa y el entusiasmo demostrado durante la campaña”, y más específicamente que entre todos se haya podido construir “un espacio de reflexión, de aprendizaje y de compromiso que, sin duda, nos enriquece como comunidad universitaria”.
En ese sentido, su último protagonista, el propio Iván Garrido, ha expresado su satisfacción por que la Universidad de Almería haya tenido esta iniciativa: “Creo que es muy importante, porque al final la universidad no deja de ser la cuna del futuro para cualquier comunidad, y que haya jornadas como esta hace que los jóvenes aprendan, pero no solamente de lo que dicen los libros, sino de la transmisión de persona a persona del conocimiento y de la experiencia, y que podamos humanizarnos y saber lo que han vivido las demás personas, en definitiva, humanizar los conocimientos del libro”.
Como base de su aportación se sitúa que “las cicatrices se convierten en oro, pero no son oro; pasan por diferentes estados y muchos al principio no son oro, son muy dolorosas, pueden ser muy, muy profundas y pueden dejar secuelas de por vida”.
Es por ello que “las cicatrices no hay que romantizarlas, simplemente lo que hay que hacer es saber reconstruirlas, hay que aprender a gestionar el dolor, saber transitarlo, aprender a curarlas se tarde el tiempo que se tarde, y una vez que las tengamos curadas ya y se hayan quedado como se hayan quedado, aprender a lucirlas como oro, aprender a decir ‘esta es mi persona, esta es mi cicatriz’, ahí va a estar de por vida y que eso nos sirva como algo de admiración propia”. Ese es un concepto fundamental porque “todas las personas tenemos cicatrices, nos rompemos en un lugar u otro de nuestras vidas, siempre nos vamos a romper, y qué más maravilloso que aprender a vivir con ellas y lucirlas, de ahí la belleza de las cicatrices”.
Contando su propia historia como base, Iván Garrido se da a los demás: “Mi historia parece muy diferente al resto, nací con VIH, que hay muy poquitos casos visibles en España y en otras partes del mundo, pero al final no es tan diferente al resto; todos hemos pasado por circunstancias en las que nos hemos sentido únicos, en las que nos hemos sentido diferentes, que no encajamos dentro del grupo de los ‘iguales’, en la que hemos sufrido una muerte repentina en nuestras familias, una separación… son duelos, no dejan de ser duelos, de una manera u otra”. Ha continuado su descripción por su sufrimiento de bullying en el colegio, crecer y afrontar su orientación sexual: “Mi historia no deja de ser una historia de diferencia, de duelo, de aceptación, de asimilar las circunstancias que vienen dadas, pero insisto en que no deja de ser una historia normal y corriente, pero lo que pasa es que como tiene un nombre muy potente, que es VIH, que en el imaginario normal se va a Sida y a muerte, y llama más la atención”.
Desgranado el contenido de su conferencia, Garrido ha reconocido que su pretensión es que los asistentes se hayan llevado puestas varias ideas clave. Una de ellas es “que el VIH no deja de ser un simple virus y que las personas que lo tenemos somos 150.000 en España, una cifra bastante notoria, pero solamente hay unos pocos que lo decimos y eso es por el estigma”. Así ha deseado “que se reduzca ese estigma sustancialmente, que las personas con VIH medicadas, que somos casi todas, no transmitimos el virus y tenemos una crónica de vida igual que el resto de las personas”.
Además de que “el estigma desaparezca” ha pretendido “enseñar a la gente que una enfermedad, una casuística de tu vida, no te define, porque quien te define eres tú a ti mismo con tus actos diarios, con tu conducta, con tus haceres, con tu día a día y con tu trabajo personal; ni una enfermedad, ni una carrera, ni un título te van a definir, sino que eres tú con tus actos quién te va a definir y quién te vas a empoderar”.
En todo caso ha matizado que “es lícito no saber empoderarse, pero hay que buscar herramientas para poder hacerlo y siempre sí es lícito pedir ayuda, y para eso estamos aquí, para ayudarnos entre los iguales”. Así, reconoce textualmente que “el kintsugi es mi modelo de vida, mi filosofía”, explicando que “todas las personas somos piezas de cerámica que, tarde o temprano, nos rompemos y hemos de aprender a ver la belleza de las cicatrices y reconstruirnos artesanalmente, con empoderamiento, fuerza y brillo”.