El Vicerrectorado de Cultura y Sociedad ha inaugurado en la Sala de Exposiciones del Paraninfo una muestra muy especial, toda vez que tiene su origen en la propia Universidad de Almería (UAL) y que representa un claro ejemplo de transferencia de conocimiento y de divulgación. Se trata de ‘Hantam, tras las huellas de la alfarería andalusí’.
La exposición, nacida a partir de un proyecto de investigación emprendido por el Grupo Abdera, ha tenido previamente mucho éxito en el Museo de Almería y que ha sido posible gracias a la participación de una decena de alfareros de la provincia.
Su propósito ha sido poner en valor este patrimonio cultural a través de la recreación de piezas de hace doce siglos, pero respetando la receta medieval, y salvaguardar de este modo un saber milenario que se encuentra en peligro.
La manera de conseguirlo ha sido un ‘proyecto colaborativo’ mediante el cual se ha estudiado la transferencia de tecnología encontrada en el yacimiento arqueológico de Bayyana (Pechina), el primer taller de cerámica vidriada de todo al-Andalus. Paralelamente se ha potenciado también el objetivo de impulsar el papel económico, social y cultural de la alfarería almeriense.
María del Mar Ruiz, vicerrectora de Cultura y Sociedad, ha reconocido como “un placer inaugurar esta exposición”, remarcando que es el “fruto de la transferencia de un proyecto que rescata todo el proceso de elaboración de la alfarería, desde el vidriado en plomo hasta la
cocción en horno de leña”.
Ha destacado que el visitante de la muestra “se va a remontar a la época árabe” y “va a ver cómo esa tradición se ha conservado en los alfareros actuales” a través de las réplicas expuestas. Ruiz ha manifestado que lo que se pretende es “que este legado no se pierda”, recordando que permanecerá abierta un mes, los martes y jueves por la mañana.
La vicerrectora ha agradecido la colaboración del Museo de Almería en este proyecto y ha felicitado a todo el Grupo de Investigación ‘Abdera’, de la Universidad de Almería, por la labor realizada, así como a los profesionales de la alfarería que se han sumado y lo han hecho posible. Estos han sido Juan Simón, de Sorbas, Ángel y Loli, Rafael Granados, Baldomero García, Matthew Weir y Víctor Morales, todos ellos de Níjar, ‘Los Puntas’, de Albox, Alfarería González Castellón, de Alhabia, y Antonio Flores, de Costacabana.
Juntos han creado aproximadamente un millar de piezas que pasan a ser patrimonio de la UAL. Como investigadora principal del ‘Proyecto Transferencia Tecnológica de la Cerámica Vidriada Andalusí’, Elena Salinas ha tenido la misión de realizar la primera visita guiada por la muestra, no sin antes destacar que “la Universidad ha hecho una apuesta fuerte por que este legado no se pierda, ya que no es sólo patrimonio material, sino también inmaterial, ese conocimiento”.
Ha reconocido que “la provincia de Almería es probablemente la que más conserva este legado alfarero” y ha puesto el foco en la relación que se ha establecido entre los investigadores y los profesionales de la alfarería a través de esta “transferencia tecnológica: han transmitido un conocimiento que a menudo proviene de la época medieval y que se ha pasado de generación en generación durante mil años”.
Sobre “el componente humano imprescindible” se ha centrado la investigadora Manuela García, coorganizadora de la exposición, dando muestras de gratitud a las familias alfareras participantes: “Creo que es el capital principal del proyecto, porque al principio se planteó más desde el punto de vista de la tecnología, de investigación histórica, pero ‘lo humano’ es lo que ha dado al proyecto una trascendencia”.
Ha explicado que “como historiadores, obviamente, nuestra obligación es la investigación, pero transmitir ese conocimiento a la sociedad en general, la divulgación, es un elemento fundamental”, textualmente. Así, ha valorado positivamente “poder contar con estas personas y aprender de ellas”, lo que ha sido una experiencia muy enriquecedora.
Elena Salinas ha querido insistir en la misión de preservar frente a la realidad actual, “la idea es que la exposición se haga permanente en algún lugar”, mientras que Manuela García ha querido llamar la atención sobre que “este trabajo de investigación ha hecho visible a un número de personas que hace muchísimos años hicieron un trabajo similar y que se ha ido olvidando, porque nos interesan las piezas, las analizamos desde un punto de vista tecnológico, y creemos que son estupendas, pero se nos olvida que ahí hay unas manos que las han ido haciendo y que nos las han legado hasta el día de hoy”.
El vínculo entre investigadores y artesanos se ha transformado en “amistad”, incluso, desde el respeto a sus dificultades: “Todos nos hemos unido y valoramos lo complicado que tiene competir con algunos medios tecnológico que sí que producen mucho, pero no con esa alma creativa
detrás”.