En la muy recomendable novela La noche de San Juan (Johannisnacht, 1996), Uwe Timm narra las hilarantes peripecias de un periodista que recibe el encargo de escribir un artículo sobre la historia de la patata. Evidentemente, la patata es una excusa, aunque una poco inocente. Por muy insignificante que nos pueda parecer, la patata ocupa un lugar significativo en el mundo culinario y es, además, un alimento de gran importancia histórica.
Etimología de ‘patata’
La palabra patata (que según el Diccionario etimológico de Corominas procede originariamente del cruce de papa del quechua con batata del taíno) y el alimento al que se refiere son conocidos mundialmente gracias a los empeños de Cristobal Colón en llegar a la India y crear así una nueva ruta de especias.
Los conquistadores españoles se encontraron en los nuevos territorios con una flora, una fauna y, evidentemente, una cultura, totalmente nuevas. Para nombrarlas, se apropiaron de una serie de términos que comenzaron a usarse en España y en su literatura durante los siglos XVI y XVII, –parece que el primer préstamo léxico fue la palabra canoa– y que se extendieron de allí al resto de lenguas europeas.
Las lenguas como palimpsestos históricos
Muchos otros términos del castellano actual, como aguacate, chocolate y tomate, provienen de algunas lenguas amerindias como el náhuatl y son también fruto de los zigzagueantes viajes de los conquistadores que surcaron mares y océanos en busca de tesoros. Estos ejemplos ilustran cómo la etimología –el estudio del origen de las palabras– nos descubre palimpsestos de nuestros mundos, que narran acontecimientos históricos significativos.
A través del español han llegado estas voces a muchos otros idiomas. Por ello no es casualidad que sean muy parecidas en su escritura y, hasta cierto punto, pronunciación: Tomate en alemán, tomate en francés y portugués, tomato en inglés (los italianos lo bautizaron como pomodoro de pomo d’oro, manzana de oro); y en el caso del aguacate, contamos con abacate en portugués, Avocado en alemán, avocado en inglés e italiano y avocat en francés. Sin la palabra chocolate, no tendríamos tampoco las deliciosas descripciones de este alimento en la novela infantil Charlie y la fábrica de chocolate (1964) de Roald Dahl ni los golosos beneficios para nuestra salud.
El término patata es especialmente interesante de analizar. Pasó del español a una gran cantidad de lenguas (batata en árabe y portugués, patata en euskera, griego e italiano, potato en inglés). La excepción del francés, pomme de terre, se explica porque prefirieron utilizar un calco semántico (es decir, una traducción literal) de la expresión latina malum terrae, que se usaba para designar los tubérculos comestibles, aunque esta lengua cuenta también con patate, un término más familiar.
Las Kartoffel alemanas
Sorprende también la traducción de patata al alemán: Kartoffel. Tal y como explican los hermanos Grimm en su Diccionario alemán –cuya primera edición pesaba más de 80 kilos–, la palabra Kartoffel procede de la voz tartofolo (trufa pequeña) del italiano, que a su vez proviene de terrae del latín. Es fácil deducir que los términos karloff del búlgaro, kartoffel del danés y el ruso, y muchos otros similares que se utilizan en el Norte de Europa y en la Europa del Este se originaron a su vez en el alemán, y llegar a la conclusión (porque la etimología de las palabras nos ayuda a comprender la historia) de que este alimento llegó allí desde tierras germanoparlantes.
La patata, que en un principio fue cultivada por sus bellas flores, no fue bien acogida en tierras teutonas. Aunque el denominado Decreto de la Patata en 1746 favorecía la introducción del tubérculo en Prusia como solución contra las hambrunas de la época, los campesinos, desconfiados, se negaron a cultivarla. Fue entonces, en plena Ilustración, cuando a Federico II de Prusia (1712-1786) se le ocurrió cultivar patatas en sus huertos y mandarlas custodiar para despertar la curiosidad de sus campesinos. Su plan funcionó. Algunos interesados acudieron a sustraer algunas plantas y comenzaron a cultivarlas ellos mismos.
Hoy en día, la patata es uno de los alimentos básicos de muchas de las cocinas del mundo y se prepara de multitud de maneras. En la gastronomía alemana destacan maravillosas ensaladas de patatas, los Klösse o Knödel (jugosa masa de patata que acompaña a la carne) y los Reibekuchen (postre elaborado con patata rallada y cebolla al que se le añade queso, yogurt o puré de manzana). Su importancia es tal que la lengua alemana nos ha obsequiado con un gran abanico de sinónimos que se usan según regiones y países germanoparlantes: Erdapfel, Erdbirne, Grundbirne y Potaten, entre otras.
Expresiones que provienen de ‘patata’
Existen también palabras derivadas de patata y de papa (término que se usa en algunas partes del sur de España y en las islas Canarias) y multitud de expresiones que las incluyen. En español, papear y papeo provienen también de papa y contamos con no entender ni patata. En francés, avoir la patate significa sentirse en plena forma; y en alemán Die dümmsten Bauern haben die dicksten Kartoffeln (Los granjeros más tontos cosechan las patatas más gordas) podría traducirse como “Todos los tontos tienen suerte”, y Für jemanden die Kartoffeln aus dem Feuer zu holen equivale a nuestro “Sacarle a alguien las castañas (en alemán, patatas) del fuego”.
Además, tanto en alemán como en francés y en español puede ser usada de forma peyorativa. En español “ser una patata” indica aburrimiento en “la película es una patata”, falta de preparación en “es una patata de abogado” y ser poco hábil en “soy una patata conduciendo”. En el alemán coloquial, el término Kartoffel se refiere a lo alemán y a los alemanes, y puede ser utilizado como un insulto; y en francés patate significa también bruto, poco inteligente o nariz prominente.
La trifulca de las ‘French fries’
En inglés existen al menos dos formas de llamarlas cuando se comen fritas. En la variante británica, la etimología de la palabra chips proviene del inglés antiguo cipp y se refiere a su forma fina y estrecha. Sin embargo, el término French fries, que se utiliza en el inglés estadounidense, proviene de los soldados de este país que estaban estacionados en Bélgica durante la Primera Guerra Mundial y tuvieron la suerte de probar las patatas fritas por primera vez.
En 2003 ocurrió otro acontecimiento histórico que se vio reflejado en el término French fries. Los EE. UU., con George W. Bush como presidente, declararon haber encontrado armas de destrucción masiva en Irak y buscaron alianzas para invadir este país. Debido a la falta de evidencias, Alemania, Francia y Rusia se opusieron a esta guerra. Como resultado, el Congreso de EE. UU. anunció que las French fries pasarían a denominarse freedom fries (patatas de la libertad), y algunos restaurantes y cafeterías –entre ellos la del Capitolio de Washington— apostaron por esta nueva denominación en forma de protesta, aunque el intento no prosperó.
Viajar en nombre de la patata
Para los amantes de la arquitectura y los viajes, finalizo con una última idea: la tumba del rey Federico II de Prusia en el Palacio de Sansoucci en Postdam bien merece una visita. Verán allí que, sobre su lápida, los visitantes depositan patatas a modo de homenaje; tan importante es la patata en Alemania y tanto nos cuenta la etimología de la palabra patata, sus traducciones y sus acepciones sobre nuestra(s) historia(s).
Para los muchos que no puedan viajar por el momento, lean y sumérjanse en el laberíntico y divertido relato de La noche de San Juan de Timm y comprenderán que la excusa de que el protagonista tuviera que escribir un artículo sobre historia de la patata no era tan inocente.
Autora:
Patricia Álvarez Sánchez, Profesora de Traducción e Interpretación, Universidad de Málaga.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.