La exposición, compuesta por un centenar de retratos, se podrá visitar hasta el próximo 7 de mayo.
La Sala de Exposiciones del Rectorado de la Universidad de Málaga acoge la muestra ‘Mona Guerra. Retratos Esenciales’, una exposición individual que pretende poner en valor la figura y trayectoria de la pintora madrileña Mona Guerra, afincada en Málaga desde hace años.
Esta exposición se articula en torno a los últimos retratos que la artista ha elaborado (2019- 2022), dibujos y pinturas que han sido trabajados y depurados a partir de sucesivos apuntes y estudios, inspirados en familiares, amigos y conocidos. Son retratos, en apariencia, extremadamente sencillos, unas cuantas líneas los construyen, y, sin embargo, captan a la perfección la energía y personalidad del retratado. Capturando el gesto de la persona y sintetizándolo en pocos trazos, Guerra es capaz de construir auténticos retratos psicológicos.
A través de diferentes técnicas -dibujo a carboncillo, pastel y acrílico- y un alto rigor conceptual, la artista introduce al visitante en un mundo pictórico -más de cien retratos-, que va y viene constantemente entre la figuración y la abstracción, buscando la disolución entre ambas categorías; los trazos geométricos y los expresivos; la sobriedad del negro sobre blanco y la explosión del color plástico; las miradas directas y las esquivas.
En palabras de la vicerrectora de Cultura de la UMA, Tecla Lumbreras, ‘en estos retratos descubrimos a personajes singulares inspirados en su entorno personal, a modo de álbum familiar, creados a partir de líneas o pinceladas que esconden una técnica impecable y, sobre todo, transmiten vida’.
La exposición, que se podrá visitar hasta el 7 de mayo, está comisariada por el profesor de la UMA, Pepo Pérez y por Regina Pérez Castillo.
Sobre la artista
Mona Guerra (Madrid, 1942) es una artista plástica afincada en la provincia de Málaga desde hace cincuenta años que, por cuestiones generacionales y culturales, no ha podido proyectar su trabajo como mereciera.
Su obra es clara heredera de las experiencias postcubistas que se gestaron en el panorama artístico español entre los años cuarenta y cincuenta. Desde sus comienzos, su lenguaje pictórico ya resultaba en buena medida rupturista. Sin alejarse de la figuración, Guerra demostraba cierta inclinación por la configuración geométrica de rostros y paisajes, así como un gesto libre y expresivo en el dibujo.
Dichos rasgos se van consolidando a lo largo de su carrera: primero, en la academia de Eduardo Peña y, posteriormente, en el estudio del pintor Pedro Mozos (ambos en Madrid). Pero su lenguaje pictórico será influenciado definitivamente por el pintor Juan Manuel Díaz-Caneja, con quien compartió numerosas vivencias y de quién tomó esa manera de mirar y representar la realidad en su sustancia “primitiva”, desvelándola en formas de compleja sencillez.