La leche materna es el mejor alimento posible para los bebés, sin embargo no se libra de la contaminación de bisfenol A y parabenos. El 70 por ciento de las mujeres que han participado en un estudio de la Universidad de Granada tenían parabenos en su leche; y un 80, bisfenol A. Estos contaminantes emergentes son sustancias sintéticas presentes en productos de consumo cotidiano.
La presenta de estos contaminantes se ha detectado en las pruebas de un nuevo método bioanalítico que permite averiguar de manera inequívoca si la leche materna de una mujer contiene parabenos y bisfenol A, mediante una sencilla prueba.
La investigación, publicada en la revista Journal of Chromatography B, se llevó a cabo en una muestra formada por diez madres que amamantaban a sus hijos de la provincia de Granada, que participaron de forma voluntaria en el estudio.
Los científicos analizaron la presencia en la leche de estas mujeres de cinco importantes contaminantes emergentes en leche humana: los parabenos metil, etil, propil y butilparabeno, y el bisfenol A, peligrosos productos químicos.
La metodología propuesta por los autores de este trabajo, que se aplicó a las muestras de leche procedentes de estas madres que daban el pecho a sus hijos, permite detectar cantidades de hasta 0.1-0.7 nanogramos del contaminante analizado en 1 mililitro de leche.
“Aunque desde un punto de vista estadístico el número de muestras analizadas en este trabajo es pequeño, es importante resaltar que prácticamente todas las muestras estaban contaminadas con alguno o varios de los compuestos estudiados. La herramienta que hemos desarrollado abre la puerta a estudios generales más amplios, en los que se aumentará el número de madres analizadas”, explican los autores principales de este trabajo, los investigadores del departamento de Química Analítica de la UGR Rocío Rodríguez Gómez y Alberto Zafra Gómez.
Bisfenol A y parabenos
En las últimas décadas, el desarrollo industrial ha provocado un enorme aumento de la exposición humana a numerosos xenobióticos capaces de causar efectos adversos en la salud. Esto es particularmente importante en el caso de una serie de sustancias químicas sintéticas, denominadas disruptores endocrinos químicos (EDCs), que interfieren con la función normal de las hormonas.
“Se trata de una amplia gama de productos químicos que podemos encontrar en los alimentos que consumimos habitualmente, y también en el aire y el agua que consumimos. Entre estos productos químicos sintéticos destacan el bisfenol A (BPA) o los parabenos (PBs)”, señala el investigador de la UGR.
El BPA es ampliamente utilizado en la fabricación de plásticos de policarbonato y resinas epoxi, y se encuentra en productos de consumo habitual: latas de conserva, envases de alimentos y aguas, conducciones de aguas potables, automóviles y aviones, biberones e incluso en materiales relacionados con la salud humana, como prótesis o composites dentales.
Por su lado, los PBs son compuestos químicos ampliamente utilizados como bactericidas y conservantes antimicrobianos, especialmente contra mohos y levaduras en los productos cosméticos, productos farmacéuticos, alimentos y bebidas. Individualmente o en combinación, los PBs se utilizan en más de 13.200 formulaciones en casi todos los tipos de cosméticos.
“En los últimos años se ha demostrado la capacidad de estas sustancias químicas para interferir en importantes funciones fisiológicas. Además, se ha demostrado que los PBs no se metabolizan en tejidos de cáncer de mama y se ha centrado la atención en su potencial naturaleza carcinógena y tóxica”, destaca Alberto Zafra.
Uso de productos de higiene personal
Las principales vías de exposición humana a estos compuestos son la vía dérmica de contacto, por ingestión directa o por inhalación. “El estudio de la exposición a los disruptores endocrinos químicos es especialmente importante en el caso de los lactantes alimentados con leche materna, que están en las primeras etapas de desarrollo y por lo tanto son más vulnerables y susceptibles a cambios en el sistema endocrino”, apunta el autor principal de este trabajo.
El estudio realizado en la UGR encontró BPA en el 80 por ciento de las 10 muestras analizadas. Se cuantificó en 5 de ellas en concentraciones que oscilan entre 0.6 a 2.1 nanogramos por mililitro.
En cuanto a los parabenos, se encontraron niveles semejantes en siete (70%) de las muestras (entre 1-2 ng/mL), a excepción de 2 de ellas. La primera mostró concentraciones ligeramente más elevadas (1.3-5.4 ng/mL). La otra muestra contenía concentraciones aproximadamente 10 veces mayores que las demás.
“En general, nuestros resultados confirman la afirmación de que estas sustancias son ubicuas, lo que podría deberse a la utilización diaria y masiva de productos de cuidado personal por parte de las madres”, señala Alberto Zafra.
Un valioso fluido biológico
El investigador de la UGR afirma que la leche materna “es un fluido biológico valioso que puede servir como indicador tanto de la exposición materna a diferentes tipos de sustancias químicas, en particular a los EDCs, como prenatal, ya que puede ser una vía principal de exposición para los lactantes alimentados con ella a los contaminantes exógenos”.
“El control de estas sustancias –continúa- puede informarnos sobre la incidencia y la aparición de enfermedades y otros efectos adversos que se están relacionando con este tipo de moléculas, tales como diferentes tipos de cáncer, cambios en la estructura y función del cerebro, alteraciones del comportamiento, desórdenes en el sistema reproductivo, metabolismo, e incluso del sistema inmunológico, tanto en la madre como en su hijo a medio o largo plazo”.