Por primera vez al hablar de la historia de la ciencia en Almería se escribe en clave femenina. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX estuvieron compuestas por unos años de luces para la cultura española. Etapa de esplendor intelectual, es conocida hoy en día como la Edad de Plata de nuestro país. Al calor de aquellos años se hicieron grandes las figuras de escritores, intelectuales y científicos de ambos sexos, pero han sido mucho más reconocidos los hombres.
Así Federico García Lorca, Pío Baroja o Miguel de Unamuno entre los primeros, Ortega y Gasset o Ramón Gómez de la Serna en los segundos y Blas Cabrera o Santiago Ramón y Cajal en el tercer grupo, han tenido un merecido reconocimiento y una relevancia acorde a sus aportaciones. Pero en esa época también brillaron mujeres, como Dorotea Barnés o Pilar de Madariaga Rojo, si bien su papel en la historia suele ser menos conocido. Y si cuesta encontrar referentes femeninos de ese momento, más complicado aún resulta hacerlo en una provincia como Almería, tan alejada en ese momento de la élite intelectual y del prestigio de las grandes ciudades como Madrid.
Sin embargo, las hubo, y de arrojar luz sobre su trayectoria y sobre su legado se han encargado José Antonio Garrido, profesor del Departamento Biología y Geología de la UAL, donde es director de Divulgación Científica, Azucena Martín, biotecnóloga, y Mabel Angulo, periodista. Lo han hecho a través de la obra ‘Historia de la ciencia almeriense con nombre de mujer’, que ha sido publicada por el Instituto de Estudios Almerienses, bajo la edición de la Diputación de Almería, y que ya ha sido presentada. En este libro se rescata a figuras almerienses de gran relevancia, como Elena Gómez Spencer, la primera mujer médico nacida en Almería, Jimena Quirós, la primera oceanógrafa española, Isabel Téllez Molina, especialista en psiquiatría infantil, Juana Álvarez Bañón, que fue una sobresaliente farmacéutica, o Elena Lázaro Sánchez, primera oftalmóloga en ejercicio de Almería.
Así, con ‘Historia de la ciencia almeriense con nombre de mujer’ tratan de rescatar del olvido a estas y otras mujeres, personas muy fuertes e independientes que dejaron su huella en la historia de esta provincia y que merecen su hueco en ella. El prólogo ha corrido a cargo de la historiadora y catedrática de la Universidad de Granada, Cándida Martínez López, Consejera de Educación de la Junta de Andalucía entre los años 2000 y 2008, destacando que “se trata de una obra que nos permite conocer mejor a aquellas pioneras y nos demuestra que no somos unas recién llegadas”. Enfatiza en esa idea al añadir que “antes que nosotras hubo otras que abrieron sendas por las que ahora avanzamos, y al reconocerlas, cambiamos el conocimiento”.
Sobre José Antonio Garrido cabe destacar que suyas son las novelas ‘La clave de Prometeo’ (Editorial Grafema, 2005), ‘Descanse en paz’ (Editorial Atrapasueños, 2011) –con la que ganó el Premio de Novela Corta Ciudad de Algeciras– y ‘La pulsera de ágatas’ (Editorial Alhulia, 2013), además del libro de divulgación científica ‘Bajo los adoquines, la ciencia’ (Equipo Sirius, 2011). En cuanto a Azucena Martín, es redactora en la sección de Ciencia de ‘Hipertextual’ y realiza colaboraciones puntuales en otros medios de comunicación, si bien su principal formato de divulgación científica es el hilo en su cuenta de Twitter. Además, ha escrito la novela ‘Cartas de un Naufragio’ (Editorial Atlantis, 2008).
Respecto a Mabel Angulo, periodista especializada en ciencia, la astronomía su área favorita, en la actualidad trabaja en el centro de producción de la RTVA en Almería, en informativos diarios, y es redactora del programa CONCIENCIA de Canal Sur TV. Además, pertenece a la plataforma para la Divulgación y Comunicación Científica y Tecnológica de Almería, Almería ConCiencia. A las tres personas responsables de la autoría del libro se suman otras dos más con papel destacado, como es el caso de la ilustradora Noelia Sardinero, que ha dado luz a los rostros de las protagonistas, y el de Ludmilla Ortega, encargada de cuidar la maquetación para que el resultado final se presente como lo hace.