Un estudio demuestra que producir ciencia en colaboración con la sociedad es una forma exitosa de promover la implicación de la población local en la conservación de la biodiversidad.
Un estudio, publicado recientemente en la Revista Ecosistemas de la Asociación Española de Ecología Terrestre (AEET), revela cómo se pueden aplicar fórmulas colaborativas de hacer ciencia que promuevan con éxito la participación de la población local en el ámbito de la conservación de la biodiversidad.
Ejemplo de ello son los resultados obtenidos en esta investigación puesta en marcha en el Parque Natural Marítimo-Terrestre de Cabo de Gata-Níjar (Almería), donde gracias al desarrollo de procesos participativos y el uso de herramientas gráficas como el objeto frontera se han logrado impulsar más de diez estrategias colectivas para promover la conservación del hábitat prioritario del Azufaifar o Z. lotus, especie que desempeña un papel clave para la disponibilidad de agua y nutrientes en este ecosistema semiárido que en las últimas décadas ha experimentado un grave deterioro.
Azufaifar en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar
“El éxito de los resultados demuestra que los esquemas de trabajo transdisciplinares deberían estar integrados en las instituciones académicas para fortalecer la colaboración entre ciencia, gestión y sociedad en el ámbito de la conservación de la biodiversidad”, defienden en este estudio realizado por un equipo de profesionales del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya, del Centro Andaluz para la Evaluación y Seguimiento del Cambio Global de la Universidad de Almería y del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio “Ramón Margalef” de la Universidad de Alicante.
El objeto frontera, es una herramienta gráfica diseñada específicamente en este estudio capaz de, por un lado, evaluar la viabilidad de la puesta en marcha de estrategias colaborativas (sinergias y grado de interés), y por otro, actuar como catalizador para que diferentes grupos de personas se coordinen y asuman un compromiso de responsabilidad compartida de cara a implantar estrategias que contribuyan a la conservación de la biodiversidad.
En el caso del Azufaifar en Cabo de Gata, el uso de esta herramienta ha logrado impulsar hasta 13 estrategias de conservación creadas de forma colectiva por un grupo de 97 personas (investigadores, gestores de la administración y agentes sociales), de las cuales 6 ya han sido implantadas y otras 7 están en fase de coordinación.
Gestores, científicos, colectivos sociales y empresas
En este proceso participaron gestores de la administración de la Delegación Territorial de Medio Ambiente y Territorio en Almería de la Junta de Almería y, la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía (AMAYA); entidades científicas como el Instituto de Investigación y formación Agraria y Pesquera de Andalucía (IFAPA), el Centro Andaluz para la Evaluación y Seguimiento del Cambio Global de la Universidad de Almería y la Estación Experimental de Zonas Áridas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; colectivos sociales como Ecologistas en Acción Almería o la Asociación de Educación Ambiental El árbol de las piruletas; y empresas como Biosabor, entre otras entidades.
Entre las estrategias puestas en marcha se encuentran ejemplos como la Ruta de Cambio Climático, un itinerario eco-turístico en el Parque Natural Marítimo-Terrestre Cabo de Gata-Níjar que muestra el valor del hábitat de Z. lotus y su problemática asociada al cambio climático, cuyos contenidos fueron desarrollados colectivamente por las personas participantes en el proceso de la investigación.
A esto se suma, la celebración de un curso para personas voluntarias que dio lugar a una agenda de actividades informativas sobre el ecosistema del Azufaifar entre los y las visitantes de la zona; el diseño de una Maqueta del Azufaifo que está expuesta en el Jardín Botánico “El Albardinal”; o la elaboración de un informe con evidencias científicas sobre el ecosistema del azufaifar de cara a reducir las importantes lagunas de conocimiento que existen, y con objeto de informar a las autoridades de gestión competentes para que sea incorporado a los instrumentos de planificación hidrológica de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas para mejorar su protección legal.
Producir ciencia en el contexto del mundo real
En las últimas décadas, gran parte de la comunidad científica aboga por nuevos modelos de producir conocimiento que contribuyan a la resolución de problemas ambientales en el contexto del mundo real, es decir, fórmulas colaborativas de hacer ciencia que tengan en cuenta las necesidades en gestión y las demandas sociales. Este tipo de modelos cooperativos permite que investigadores, gestores del medio natural y otros agentes sociales adopten un rol más activo e interactúen durante el desarrollo de las investigaciones científicas, de cara a trabajar conjuntamente ante problemas ambientales y proponer respuestas efectivas para la conservación de la biodiversidad y de los servicios de los ecosistemas.
Este estudio demuestra empíricamente cómo el desarrollo de esquemas de trabajo transdisciplinares puede lograr que un grupo diverso formado por más de 90 personas (investigadores, gestores y agentes sociales) trabajen de forma colectiva en la conservación del hábitat prioritario Z. Lotus aportando conocimiento desde diferentes disciplinas, ámbitos y sectores (ecológico, legal, cultural, social). Cuyo éxito depende, según concluye el equipo de investigación, de aspectos operativos como “la generación de ambientes de confianza y entendimiento mutuo; la transferencia de conocimiento de forma transdisciplinar; y la creación de procesos de debate para el co-aprendizaje y co-producción de conocimiento enfocados a la obtención de resultados prácticos”.
Enfoque “ganador-ganador”, un factor clave para promover la colaboración
Los resultados de este proceso colaborativo llevado a cabo en Almería, señalan al objeto frontera como un factor clave para promover la colaboración y coordinación que se necesita para la puesta en marcha de estrategias colectivas. Según apuntan en la investigación, esta herramienta gráfica contribuyó “de forma determinante” a que los grupos participantes visualizaran las estrategias desde un enfoque “ganador-ganador”, alineando los intereses de los grupos participantes e impulsando así la coordinación de los recursos humanos necesarios para poner en marcha las acciones.
Sin embargo, según resaltan desde el equipo de investigación “existen pocos estudios empíricos que evidencien el uso de objetos frontera como catalizadores del trabajo colaborativo entre ciencia, gestores y sociedad en el ámbito de la conservación de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas”. Una herramienta muy recomendada para métodos de trabajo transdisciplinares, que tal y como defienden en este estudio, “podría ser adaptada a otros contextos para promover la acción colectiva orientada a la conservación de la biodiversidad”.