La UGR, como parte de la Red Española de Universidades Promotoras de Salud (REUPS), impulsa dentro de la segunda edición de la iniciativa “Un mensaje saludable por un objetivo común” la campaña que en este mes de enero invita a reflexionar sobre la compasión y autocompasión.
“Enero, beneficios de la compasión y autocompasión para eliminar el sufrimiento”
José Luis Cabezas Casado. Profesor Titular del Departamento de Psicología Evolutiva y Educación, analiza los beneficios de conectar con las emociones, con alegrías o con sufrimientos de uno mismo y de otras personas.
Doctor en Psicología por la Universidad de Granada, José Luis Cabezas es profesor e investigador en Psicología el Departamento de Psicología Evolutiva y Educación de esta Universidad. Miembro del grupo de investigación Gerontología, su línea de investigación se centra en Soledad y Mayores – Intervención desde la Inteligencia Emocional
En tiempos históricos de sufrimiento, como supone la Pandemia actual, es necesario reflexionar sobre la importancia de la comprensión de los sentimientos relacionados con el dolor emocional tanto en las personas que nos rodean, como incluso respecto a nosotros mismos. Sentimientos que no podemos ni debemos ignorar. En Psicología se dice que no existen emociones positivas o negativas, todas son fruto de una evolución cerebral de miles de años, y por tanto todas, incluso las relacionadas con el sufrimiento, son la mejor forma en la que nuestro cuerpo puede reaccionar. Son reacciones que nuestra psicología necesita procesar, descifrar y trabajar para convertirlas en saludables.
Cuando hablamos de “Compasión” podríamos intuitivamente entenderlo como “pasión con”, o “compartir emociones con”. Es por tanto la capacidad de conectar con las emociones, con alegrías o con sufrimientos de la otra persona, de ponernos en su lugar y comprenderla. El sufrimiento, sea físico o emocional, tiene un elemento amplificador cuando es vivido en soledad (que no siempre significa tener físicamente personas cerca), y que más bien tiene que ver con no sentirse reconocido, comprendido y amado. El sufrimiento se amplifica en soledad y la alegría se amplifica en la colectividad. La Psicología actual ha estudiado profundamente estos temas aplicados al trabajo, como por ejemplo con enfermos terminales, duelo, catástrofes, emergencias, etc. pero también aplicado al sufrimiento que nos encontramos en el día a día cotidiano.
Conectar con las emociones ajenas es una habilidad que se adquiere y se entrena, siendo muy necesaria en todas las disciplinas cuyo objeto de trabajo abarca vertientes diferentes del ser humano. Conectar con las emociones provoca en la persona una serie de beneficios: palía los sentimientos de soledad, aumenta su capacidad de afrontar el sufrimiento, aumenta su adherencia a las orientaciones (por ejemplo, tratamientos), etc. La Compasión, según la evidencia científica (citando a Emma Seppala, 2016) tiene una serie de beneficios como son la reducción del dolor crónico (Carson et al., 2005), la reducción de los efectos de trastornos de estrés postraumático (Kearney et al (2013), activa la empatía y el procesamiento emocional en el cerebro (Hutcherson, Seppala & Gross, 2014), reduce algunos efectos del envejecimiento (Hoge et al., 2013), aumenta los comportamientos altruistas (Leiberg, Klimecki and Singer, 2011), aumenta la empatía (Klimecki, Leiberg, Lamm and Singer (2013), disminuye los prejuicios hacia minorías (Kang, Gray & Dovido, 2014) y aumenta la conexión social y la autoestima (Kok et al., 2013) y (Shahar et al, 2014).
Igualmente, también se hace necesaria la Autocompasión, entendida como una necesaria comprensión de los propios sentimientos, reacciones e incluso interpretaciones respecto a nuestra propia historia y vivencias. Tenemos derecho a disfrutar de lo que nos hace felices, a comprender nuestros dolores, a darnos permiso y tiempo para sentirlos, gestionarlos y avanzar. En Psicología siempre decimos que lo importante no es lo que nos ha ocurrido en esta vida, sino cómo interpretamos lo que nos ha ocurrido y qué hacemos con ello.
Proponemos a continuación algunas pautas para mejorar la compasión, la conexión con el sufrimiento de los demás y con el propio, pautas para para vivirlo de una forma saludable:
- Empezar por la Autocompasión. Para tener compasión con otras personas primero hemos de desarrollarla y entrenarla con nosotros mismos. Hemos de comprendernos, valorarnos, aceptarnos, querernos a nosotros mismos con nuestras capacidades diferentes y singulares. Cada persona es única e irrepetible, como también lo somos nosotros. Querernos a nosotros mismos es el primer paso para querer y comprender a los demás de un modo saludable.
- Practicar la Empatía, la capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona antes de responder y actuar. Intentar ver el mundo desde sus ojos, desde su historia y con todos sus matices antes de reaccionar. Este ejercicio aumenta la comunicación exitosa y constructiva. Esto vale también para la relación con otros grupos sociales y otras culturas, evitando estereotipos malsanos que nos alejan de una realidad objetiva y saludable.
- Practicar la Amabilidad. Las formas son muy importantes en los procesos emocionales. Afrontar problemas con habilidades sociales y con una capacidad de comunicación saludable aumenta la probabilidad de conseguir solucionarlos a la vez que nos hace más felices individual y colectivamente. Esto es especialmente importante en grupos de trabajo y convivencia.
- Desarrollar la capacidad de perdonarse a sí mismo y a los demás. Esta capacidad ha sido muy estudiada desde la perspectiva de la inteligencia emocional. Perdonar es sacar todo aquello innecesario en uno mismo o en los demás, que depositaron las circunstancias y que nos impide llevar a cabo un avance y un aprendizaje positivo de lo vivido y de la vida que está por llegar. Perdonar y perdonarse a sí mismo siempre que se pueda es una excelente, valiente y saludable habilidad emocional necesaria para avanzar.
- Reconocer lo positivo que me une a los demás, más que enfatizar la diferencia que me aleja o lo negativo que me predispone a una respuesta sólo sesgada al problema. Hablar de ese positivo refuerza el trabajo en los equipos a la vez que predispone a una respuesta recíproca positiva por parte del interlocutor.
- Centrar la atención en el momento presente. Alguien dijo una vez que la tristeza tiene mucho de sobredosis de pasado y la ansiedad mucho de sobredosis de futuro. Posiblemente así sea. Centrarnos en el momento presente es una excelente estrategia psicológica para avanzar tanto en los momentos felices como en aquellos impregnados de sufrimiento.
- Tratar a los demás como me gustaría que me tratasen a mí. Esta máxima milenaria y común en diferentes culturas encierra muchas pautas saludables también psicológicamente.
- Conectar con el sufrimiento de los demás. Apoyar a las personas que sufren, en especial en tiempos de pandemia, es una de las mejores formas de cuidarnos colectivamente. Dependemos unos de otros colectivamente. Ser feliz tiene mucho de intentar hacer feliz (sin dependencias) a otras personas.
En definitiva, la Compasión y la Autocompasión son cualidades psicológicas saludables que nos hacen mejorar la vida social e individual psicológicamente. Nos hace más felices. La felicidad y la salud se valora especialmente cuando nos faltan. La Compasión y la Autocompasión son quizás vertientes de ese constructo mucho mayor, y también estudiado desde diferentes disciplinas y artes como es el “Amor”. En medio de una Pandemia histórica como la que vivimos actualmente y que tanto sufrimiento trae al ser humano, sólo la Ciencia y el Amor (a uno mismo y a los demás), en sus múltiples expresiones, nos permitirán salir adelante.