Corongo es una ciudad del norte de Perú que cuenta con una tradición que se pierde en el origen de los tiempos: la de controlar el abastecimiento del agua y la gestión la tierra y mantener la memoria histórica de unas tradiciones agrícolas que se remontan a períodos preincaicos. Al igual que el Consejo de Hombres Buenos de Murcia o el Tribunal de las Aguas, se remontan siglos atrás, hasta la Edad Media, en su papel de mediadores en los problemas surgidos por el uso del agua.
Las dos instituciones españolas fueron reconocidas hace diez años por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la Humanidad, mientras que el Sistema de Jueces de Agua de Corongo alcanzó esta distinción en 2017.
El sistema en el que basan sus juicios se fundamenta en la solidaridad, la equidad y el respeto a una naturaleza que sigue siendo la reina en buena parte de su país. Y todo con un objetivo fundamental: que la provisión hídrica sea equitativa y sostenible, como comentan Jorge Patrocinio Trevejo Méndez y Pedro César Zúñiga Paredes, Jueces del Agua de Corongo, que estuvieron en la Universidad de Murcia para participar en la celebración del décimo aniversario del reconocimiento por la UNESCO del Consejo de Hombres Buenos en una jornada que se realizó ayer y ha sido coordinada por la profesora de la UMU Rosa Mª Hervás Avilés.
Jorge Trevejo y Pedro César Zúñiga observan muchas similitudes entre el tribunal murciano y el de Perú: “justicia y equidad en los problemas del agua son los temas en los que trabajamos los dos tribunales”, comenta el primero, para añadir que “hay un terreno en el que quizás nos diferenciamos bastante: todo lo que tiene que ver con los temas rituales relacionados con tradición andina preinca”, “pero los demás temas –añaden-, entre ellos lo relacionado con la administración del canal, los conflictos generados por la distribución del agua, los canales, las parcelas de terreno o el método de riego por inundación son compartidos por Murcia y Corongo”.
Afirman que en su demarcación existen tres meses de lluvia torrencial y nueve meses de estiaje, ese es precisamente el período en el que más conflictos se producen, aquellos en los que hay que administrar la escasez, ese es el período en el que el juez tiene que intervenir más”, aseguran, para abastecer las 800 hectáreas que componen el territorio irrigado de Corongo.
Comentan que fueron los propios españoles, a su llegada a Perú, los primeros que dieron noticias de la existencia de estos jueces del agua, y que la cultura peruana, tanto en su etapa inca como preinca, tenía una cultura del agua muy importante, y poseía un gran conocimiento de la ingeniería hidráulica.
Comentan que ni la agricultura ni el sistema de riego han variado mucho en la comarca durante los últimos cinco siglos: se usa la misma tecnología, aunque los productos sí que han cambiado: “en las últimas décadas han llegado las papas modernas, que han desplazado a las papas nativas, pero ahora hay un intento de regresar al cultivo tradicional, al de toda la vida: papa, maíz, cebada… y a los métodos de siempre”.
La profesora de la UMU Rosa Hervás se congratula de haber podido dar a conocer en la Universidad de Murcia esta realidad tan lejana y al mismo tiempo tan próxima, y propone que “se establezcan vínculos culturales entre estas dos realidades geográficas, de las que ambas partes tenemos mucho que aprender”, algo en lo que se mostraron de acuerdo los dos jueces del agua peruanos, haciendo votos por iniciar una colaboración, que no dudan que será fructífera para las dos poblaciones, a través de la Universidad de Murcia y la de su zona en Perú.