José Luján aspira a liderar la Universidad de Murcia. Es uno de los cinco candidatos a rector de esta universidad que celebra elecciones el próximo 6 de marzo, y promete trabajar para que la Universidad de Murcia sea “la universidad moderna y prestigiada que todos deseamos”. En esta entrevista desgrana los aspectos más importantes de su programa.
¿Qué cree que puede aportar a la UMU?
Me presento a las elecciones al rectorado de la Universidad de Murcia convencido humildemente de que, en este momento de mi vida personal y profesional, con la experiencia acumulada como docente, investigador y gestor y, sobre todo, con la colaboración de las personas que me acompañan en este reto, estoy en condiciones de poder contribuir a la solución de muchos de los problemas que actualmente afectan a nuestra universidad. Y también a devolver a la comunidad universitaria la ilusión y la voluntad de trabajar en común buscando la excelencia en el desarrollo de nuestras funciones docentes, de investigación y de transferencia.
¿Con qué objetivo identificaría su candidatura?
Nuestro lema, “La Universidad que queremos”, fija muy claramente el objetivo de las personas que estamos trabajando en la candidatura. Por una parte, nos anima el amor que profesamos a la institución que profesionalmente nos lo ha dado todo, y por tanto, y necesariamente, que también nos ha ayudado a crecer como personas. Por otra parte, y como consecuencia natural, nos mueve la voluntad de trabajar para que la Universidad de Murcia sea la universidad moderna y prestigiada
“Trabajamos por una universidad reconocida nacional e internacionalmente por la excelencia de su docencia e investigación”
que todos deseamos, una universidad reconocida nacional e internacionalmente por la excelencia de su docencia e investigación, por la transferencia del conocimiento y por sus relaciones con el entorno social y empresarial. Pero también queremos una universidad abierta y cercana, una universidad inclusiva en todos los sentidos y acepciones de esta palabra, una institución en la que todos somos necesarios para alcanzar nuestras metas.
¿Qué cambios necesita esta universidad?
La Universidad de Murcia tiene ante sí un doble escenario de actuación y reforma. En un primer plano están las que podríamos calificar como “reformas estratégicas” definidas en función de las líneas o ejes que orientan nuestro proyecto o modelo de universidad considerando de forma prioritaria la búsqueda de la excelencia en el cumplimiento de las funciones docente y de investigación, la razón de ser de la universidad. Y para ello es preciso avanzar en los ámbitos de la internacionalización, la calidad, las relaciones con la sociedad y la empresa y en la gobernanza y buen gobierno. Esos son nuestros ejes estratégicos. Por otra parte, hay que abordar reformas coyunturales (y urgentes), fundamentalmente centradas en cómo los trabajadores de nuestra universidad podemos contribuir aún más a que la misma alcance sus objetivos. Desde esta perspectiva hay problemas cuya solución no admite demora, como son la insostenible situación de los profesores asociados, el envejecimiento de la plantilla de personal docente e investigador que dificulta la continuidad de líneas de investigación y ha precarizado la labor docente, la inaceptable proporción de empleados interinos, la inexistencia de un estudio de plantilla del PAS o el precio de los másteres que está impidiendo a nuestros estudiantes dar continuidad a sus estudios.
¿Cómo mejoraría el posicionamiento de la UMU en los diferentes rankings nacionales e internacionales?
Los rankings son instrumentos que sirven para medir qué hace cada universidad y cómo es vista en el concierto mundial de universidades. Son, por tanto, muy herramientas muy importantes. Y como fundamentalmente atienden a la excelencia en la investigación, ése es el ámbito en el que la Universidad de Murcia debe insistir para atraer talento y potenciar a los grupos de investigación competitivos que pueden darnos visibilidad internacional. Y en este sentido, una de nuestras líneas estratégicas es la internacionalización. Ahora bien, los rankings
“La UMU debe insistir en la excelencia en la investigación para atraer talento y potenciar a los grupos de investigación”
son un medio, pero no son el fin. El fin es la obligación de satisfacer con altos estándares de calidad nuestras funciones docentes, investigadoras y de transferencia del conocimiento. Y hacerlo sin olvidar a las personas. Porque podemos escalar posiciones en un ranking, pero si no somos capaces de dignificar las condiciones de trabajo de los empleados de la universidad, acabar con la figura de los denominados “falsos asociados”, reducir la temporalidad en el PAS, o facilitar el acceso a la universidad a personas sin recursos, quizá el empeño no sirva para tanto.
¿Cuáles deben ser las señas de identidad de la UMU y cómo espera potenciarlas?
La Universidad de Murcia debe ser reconocida como una universidad con historia y con futuro. Muy frecuentemente nos dejamos deslumbrar por los méritos de universidades como la Pompeu Fabra o la Carlos III, creadas en contextos económicos y políticos muy determinados que es muy difícil que se repitan. A diferencia de ellas, la Universidad de Murcia tiene 100 años, esa historia es un valor irrenunciable que debemos defender. Y desde la tradición impulsar nuestro futuro que solo puede estar en la búsqueda de la excelencia docente e investigadora en todos los campos del saber.
¿Qué papel debe jugar la UMU en la Región? ¿y a nivel nacional?
La Universidad de Murcia es una de las instituciones punteras y de referencia en la Región de Murcia. Junto con la UPCT, con la que se complementa, es la “joya de la corona” de la docencia, investigación, innovación y transferencia del conocimiento en nuestra región y una referencia nacional de primer orden. Asimismo, es necesario aumentar nuestra presencia internacional aprovechando la experiencia que ya tienen en ese ámbito muchos de nuestros centros, departamentos y grupos de investigación.
La relación con la UCAM ha sido bastante tensa, ¿cómo plantea que debe ser?
La relación natural que debe existir entre instituciones de educación superior cada una de las cuales desarrolla su proyecto con autonomía, conforme a su naturaleza y dentro de los límites que marca el ordenamiento jurídico.
¿Cuáles han sido los errores que se han cometido en la gestión y qué solución propone para solventarlos?
No creo que deba opinar sobre la gestión equipo rectoral saliente en la medida en que el Rector Orihuela no se presenta a las elecciones. Todo el mundo sabe que ha habido decisiones muy contestadas. Es algo inevitable cuando se gestiona. Pero por encima de ellas prefiero valorar los aciertos y, sobre todo, el empeño puesto del rector y su equipo para la mejora y progreso de la Universidad de Murcia.
¿Y la relación con el Gobierno regional? ¿Qué le pediría y cómo cree que debería ser el modelo de financiación más adecuado?
La existencia y mantenimiento de una universidad pública, como la de Murcia o la Politécnica de Cartagena, es una decisión política de enorme transcendencia que obliga a todos los agentes implicados a ser consecuentes con ella. Principalmente, obliga a tener siempre presente la naturaleza y valor de las funciones que la universidad debe satisfacer y, por tanto, a asegurar que esas funciones se cumplan de manera eficiente y eficaz. Ello significa, en primer lugar, que las relaciones con el Gobierno regional deben estar presididas por el principio de lealtad institucional. En segundo término, que el Gobierno debe administrar el conjunto del sistema regional de universidades de manera coherente con su previa decisión de crear y mantener una universidad pública.
“Habrá que definir una estrategia global de investigación y adoptar medidas de atracción del talento joven”
Y, en tercer lugar, que las universidades públicas, como integrantes del sector público regional, deben ser suficientemente financiadas con cargo a los presupuestos generales de la CARM para el cumplimiento de sus fines. Más allá de esa financiación, la universidad debe intensificar la búsqueda de vías para la obtención de ingresos complementarios a los procedentes de los presupuestos generales y del abono de las tasas académicas, especialmente trabajando en los ámbitos del mecenazgo y de la financiación externa institucional y empresarial de la investigación, la innovación y la transferencia del conocimiento.
Unos de los lastres pueden ser la endogamia y el clientelismo, ¿de qué forma plantea solucionarlos?
De la endogamia y, sobre todo, del clientelismo en la universidad española, se viene hablando desde antes de que yo pisara la universidad. El autor caravaqueño Miguel Espinosa hizo de ello el tema de uno de sus libros más conocidos, “Escuela de Mandarines”, publicado tras muchas vicisitudes en 1974. Y desde la aprobación de la Ley de Reforma Universitaria en 1983 han sido varias las reformas que se han sucedido; al parecer sin éxito, porque el tema es recurrente. Yo creo, sin embargo, que en la queja hay mucho de cliché, y que esta cuestión exige un análisis más profundo del que aquí puede hacerse. En todo caso, sí me parece necesario señalar que la universidad actual es una institución democrática, participativa y en la que existen bastantes controles que, con carácter general, impiden prácticas de “mandarinato”. Lo que no quita, obviamente, que pueda haber situaciones excepcionales que deben identificarse y corregirse.
La plantilla investigadora necesita savia nueva, ¿cómo cree que puede atraerla?
Eso es evidente. Como consecuencia de la crisis económica se han congelado las vías naturales de inicio de la carrera investigadora. Corregir el daño derivado de esa situación es uno de los retos que la Universidad de Murcia tiene ante sí. Y para afrontarlo habrá que definir una estrategia global de investigación y adoptar medidas de atracción del talento joven, de apoyo a los grupos noveles para que mejoren su competitividad o de actualización de las infraestructuras de los laboratorios.
¿Qué medidas plantea para mejorar la situación del alumnado, la calidad de la docencia y la empleabilidad?
En esta pregunta se plantean diferentes cuestiones cuya contestación obligaría a explicar todo un programa electoral. Los estudiantes son la razón de ser de la universidad. Y todas las medidas que deba impulsar un equipo de gobierno deben tener ese norte. Sus problemas más inmediatos tienen que ver con el acceso a los estudios (tasas y precios públicos, becas, …), con las dificultades que para el aprendizaje y su posterior evaluación resultan de una asunción del denominado “plan Bolonia” excesivamente rígida y burocratizada que, en la práctica, les exige unos tiempos de estudio y preparación muy superiores a los plasmados de forma teórica en las memorias de los títulos, y con la necesidad de preparase adecuadamente para un mercado de trabajo muy competitivo y en constante transformación. Para enfrentar estas y otras cuestiones, en la candidatura estamos concretando las medidas que incorporaremos a nuestro programa electoral.
Y también llevaremos a ese programa medidas que afectan en común a estudiantes, a profesores e investigadores y al personal de administración y servicios, medidas que tiene que ver con la gobernanza y el estilo de gestión, con nuestra visión de la universidad como un espacio abierto e inclusivo, comprometida con el valor de la igualdad entre mujeres y hombres y la lucha contra la violencia de género, transparente, socialmente responsable, respetuosa del medio ambiente y consciente del papel dinamizador y transformador que le toca desempeñar en el actual momento histórico.