La suposición científica de que el transporte de gases entre la superficie y la atmósfera se produce exclusivamente por el procedimiento de difusión es errónea. Así lo demuestra una investigación de la Universidad de Granada llevada a cabo por el profesor del Departamento de Física Aplicada Andrew Kowalski, que detalla cómo el flujo de vapor de agua (que no es 100% difusivo) supone el mayor intercambio de gases entre la superficie y la atmósfera, e impulsa una corriente de aire originada en la superficie. Este descubrimiento tiene importantes repercusiones en campos como la Biología o la Micrometeorología.
La nueva teoría, contabilizando el transporte no difusivo de gases, resulta clave para la estimación de la eficiencia del uso de agua de las plantas y también para la estimación de la concentración de CO2 en su interior, parámetro fundamental a la hora de analizar la fotosíntesis.
En Biología, los datos de estudio del proceso de fotosíntesis en las plantas se ven alterados. “Al suponerse que todo el transporte de CO2 durante la fotosíntesis se produce de forma difusiva, no se tiene en cuenta el realizado por la corriente impulsada por el vapor de agua que surge de las plantas, por lo tanto la fotosíntesis no se estudia adecuadamente”, explica el investigador Andrew Kowalski.
Esta demostración científica afecta también a la Micrometeorología. Algunas de sus teorías, como la de Monin-Obukhov, que relaciona el flujo de gases con los gradientes de concentración, requieren una revisión que abarque el flujo no difusivo.
El artículo fruto de esta investigación del profesor Andrew Kowalski ha sido publicado en la revista Atmospheric Chemistry and Physics.