Artículo de José Luis Verdegay. Departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada.
La trascendencia que tiene la inteligencia artificial (IA) en nuestras vidas y cómo las va a cambiar en el inmediato futuro es algo que ya nadie discute. Los actuales modelos de IA generativa están capacitados para controlar buscadores, plataformas, redes sociales, etc. posibilitando nuevas formas de dominio e influencia en la sociedad, que podrían socavar nuestra seguridad, salud incluida, intimidad o autonomía de forma nunca imaginada. ¿Pero cabría la posibilidad de una estrategia común para su desarrollo en Iberoamérica?
Aunque casi todo el mundo es consciente de esto, son pocos los países, mucho menos las organizaciones multinacionales, que tratan de establecer unas reglas que permitan y garanticen mantener a las personas en el centro del escenario, con el objetivo primordial de protegerlas de posibles consecuencias indeseadas derivadas de la IA.
Cómo actúa Iberoamérica en la regulación de la IA
En este estadio, en un extremo destaca la Unión Europea (UE) con la reciente aprobación de la Ley de la Inteligencia Artificial; en otro Iberoamérica, a remolque en muchos casos de lo que deciden terceros; en medio podríamos situar a las grandes empresas multinacionales del sector, que en aras del negocio pueden desarrollar políticas comerciales (incluso) contradictorias en países distintos de una misma región.
En este contexto, estamos es un momento muy oportuno para que las universidades españolas, a través de sus equipos de investigación, que mantienen arraigadas, estrechas y sólidas relaciones con sus correspondientes iberoamericanos, contribuyan al desarrollo armónico de la IA, aprovechando el constante crecimiento de esta área, las colaboraciones ya existentes y el potencial de aplicación en campos tan específicos como bien conocidos por esos equipos, ayudando en su conjunto a mantener e incrementar la independencia individual, colectiva y tecnológica de la región.
Es bien sabido que entre Iberoamérica en su conjunto y los países que lideran el desarrollo de la IA a nivel mundial existe una gran brecha. Así, y por dar solo par de datos, según publicó el pasado año el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) de Chile, entre los años 2010 y 2021, el número de publicaciones científicas con autores pertenecientes a la región no llegó al 3%. Para el mismo período, en términos de inversión privada, la inversión conjunta de todos los países de la región no superó el 1,7% del total de la inversión de EE.UU. o del 5% de China. Seguramente un factor decisivo para tan bajos porcentajes es la falta de estrategias de investigación, desarrollo e innovación en esta área.
Por qué debería desarrollar una estrategia común sobre inteligencia artificial
El reto colaborativo superado en la UE puede plantearse ahora en Iberoamérica, que si no quiere quedar en manos de terceros, está obligada a realizar importantes aportaciones en esta disciplina, tanto de cara a sus nacionales como al resto del mundo, impulsando planteamientos colectivos y colaborativos en todos los niveles: Atracción y retención de talento, control y transparencia de datos, formación de la ciudadanía, transferencia tecnológica, uso en común de grandes recursos de cómputo y, por supuesto, regulación compartida de la IA. Todo ello debería enmarcarse en una Estrategia para el Desarrollo de la IA en Iberoamérica que supervisara, armonizara, encauzara y dirigiera las acciones conjuntas en el área.
Si bien los desafíos son enormes, las oportunidades lo son aún más. La IA tiene que ser una herramienta al servicio de las personas, y de cada uno de nosotros depende que esto sea así, por lo que la tarea es tan necesaria como urgente y exigente de actuaciones comunes, porque la magnitud del proyecto es tan importante que es prácticamente imposible, aparte de estéril, abordarlo de manera individualizada.
A partir de ahí, tanto la región como cada uno de sus países podría beneficiarse significativamente de desarrollar una estrategia común sobre IA porque impulsaría el desarrollo económico, social y tecnológico de la región, fortaleciendo su posición en el escenario mundial y beneficiando a sus ciudadanos.
Particularmente, al unir fuerzas, los distintos países podrían fomentar el desarrollo tecnológico individual y conjunto, aprovechando recursos compartidos y promoviendo la colaboración entre instituciones científico-académicas, empresas y gobiernos. Así mismo se podría mejorar la competitividad de la región en el mercado global, ya que del trabajo conjunto para fortalecer las capacidades en IA, todos los países podrían posicionarse mejor en la economía digital y aumentar su relevancia en la arena internacional. Pero si además se detectan las fortalezas singulares de la región en el ámbito de la IA que no se dan en otros entornos geográficos, se podría lograr un indiscutible liderazgo a nivel mundial.
Qué ventajas tendría actuar de manera conjunta en torno a esta tecnología
En el mismo sentido, una estrategia regional coherente y sólida en IA podría atraer inversiones extranjeras y promover la creación de spin-offs y empresas de tecnología en la región, que a su vez podrían generar empleo, impulsar la innovación y contribuir al crecimiento económico. Pero además, como se habrán de afrontar desafíos similares en áreas como salud, educación, transporte o medio ambiente, la IA será una herramienta poderosa para abordarlos, facilitando esa estrategia común el intercambio de conocimientos y buenas prácticas para enfrentar estos desafíos de manera más efectiva.
En cualquier caso, como el desarrollo y uso de la IA plantea importantes cuestiones éticas y de regulación, al coordinar esfuerzos a nivel regional, se pueden establecer estándares éticos y marcos regulatorios que protejan los derechos de la ciudadanía y promuevan un uso responsable de la tecnología, ayudando a reducir las brechas existentes respecto a las economías más avanzadas, promoviendo la capacitación en habilidades digitales, el acceso a recursos educativos y el desarrollo de infraestructura tecnológica.
Pero siendo obvia la necesidad de una acción común colaborativa, como los países de la región tienen muy diferentes niveles de desarrollo, ¿esa estrategia conjunta y de cooperación se podría aplicar igual en todos ellos? Desde luego es factible porque aunque los enfoques específicos pueden variar según las circunstancias de cada país, hay formas de aplicar principios comunes que beneficien a toda la región, ya que una estrategia común no necesariamente implica una implementación uniforme en todos los países, al poder diseñar marcos generales flexibles y adaptables a las necesidades y capacidades específicas de cada uno.
Cómo puede ser la colaboración en IA entre los países iberoamericanos
Por otro lado, a pesar de las diferencias, distintos países pueden colaborar y cooperar en las áreas donde les sea posible e interese, compartiendo recursos, conocimientos y buenas prácticas, así como estableciendo alianzas particulares para el desarrollo conjunto de proyectos en IA. De esta manera, en lugar de centrarse únicamente en tecnologías avanzadas, la aplicación de estrategias comunes concretas podría priorizar el fortalecimiento de capacidades básicas en IA, como la formación de profesionales, la creación de infraestructura digital o el acceso y uso de datos de calidad.
No olvidemos que, mientras que está claro que por la posible existencia de disparidades entre países, puede que sea necesario distinguir diferentes grados de apoyo y recursos según los niveles de desarrollo, lo que cualquier estrategia común que se diseñe deberá asegurar es su orientación inclusiva y equitativa, para no olvidar a grupos minoritarios, marginados o desfavorecidos en toda la región, poniendo especial énfasis en aplicar políticas específicas para promover la participación en el sector de la IA de mujeres, comunidades indígenas y personas con discapacidades.
Qué organismo político podría gestionar la estrategia común en IA
Pero si es importante poner en marcha cuanto antes una Estrategia para el Desarrollo de la IA en Iberoamérica, no lo es menos contar con un organismo político de gestión que tenga la capacidad de coordinar y facilitar la colaboración entre los países de la región. Ese papel podría jugarlo por ejemplo la Organización de los Estados Americanos (OEA), la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) entre otros.
En cualquier caso, siendo un aspecto crucial, la elección del organismo político más adecuado dependerá de varios factores, incluida la disposición de los países miembros, su estructura institucional y su mandato específico. Lo más importante es que quien asuma la coordinación de la estrategia tenga la capacidad y la convicción de facilitar el diálogo y la cooperación entre los países involucrados en la misma.
Cuál sería el papel de España en el desarrollo de la acción común de Iberoamérica
A partir de su naturaleza y experiencia europea, como ya se apuntó antes, España podría contribuir de manera importante al desarrollo de la Estrategia para el Desarrollo de la IA en Iberoamérica compartiendo la experiencia adquirida en el desarrollo y aplicación de su propia Ley de IA, así como las mejores prácticas y lecciones aprendidas en el proceso de su redacción y consenso, lo que podría incluir aspectos relacionados con la regulación, ética, gobernanza y promoción de la innovación en IA.
Asimismo, podría establecer mecanismos más específicos de cooperación bilateral con países hispanoamericanos interesados en el desarrollo de políticas y estrategias de IA, que podrían implicar ventajosos intercambios de conocimientos, capacitación de profesionales y colaboración en proyectos de investigación y desarrollo.
Más concretamente, España podría proporcionar apoyo técnico y financiero a aquellos países que desearan fortalecer sus capacidades en IA, colaborando en la formulación de políticas, en la capacitación de personal, en el desarrollo de infraestructuras tecnológicas y en la preparación de proyectos de innovación de interés común, actuando como un facilitador del diálogo entre los países iberoamericanos.
Por su parte, la UE tendría su papel en los temas de interés en torno a la IA, favoreciendo la organización de conferencias, seminarios y reuniones de expertos para intercambiar conocimientos y promover la cooperación en el área, sin olvidar el impulso a la adopción en común de estándares éticos y normativas internacionales para el desarrollo y uso de la IA, contribuyendo así a crear un entorno regulatorio más coherente y predecible a nivel global asociado a Iberoamérica.