La luz como un elemento que condiciona toda nuestra vida, más allá de su capacidad de iluminar espacios, capaz de incidir sobre los estados de ánimos, la productividad y también la economía. Así la entiende un profesor de la Universidad de Granada, pionero en el desarrollo del concepto de iluminación total.
La Real Academia define iluminar como “alumbrar, dar luz o bañar de resplandor”. Sin embargo, este concepto va mucho más allá de lo que viene recogido en esta entrada del diccionario ya que, como todo el mundo ha experimentado alguna vez, la iluminación influye en el estado de ánimo, puede ayudar en la tarea diaria o condiciona la actitud hacia el trabajo.
La iluminación es una realidad más amplia, que se puede entender de una forma distinta, como algo que deja de ser materia exclusiva de físicos e ingenieros, para entrar dentro del negociado de psicólogos, médicos, fisiólogos, docentes, sociólogos…
El director del grupo de investigación Luminotecnia para la Seguridad y Sostenibilidad y catedrático de la Universidad de Granada, Antonio Peña García, es uno de los impulsores a nivel internacional de esta manera nueva de entender la iluminación, con un concepto que él mismo ha bautizado como “iluminación total” (o total lighting, en inglés). Este enfoque, sobre el que apenas hay un par de artículos científicos en revistas internacionales escritos el propio Antonio Peña, está despertando el interés de investigadores de múltiples campos, porque se están dando cuenta de su potencial y de su aplicación en otros muchos ámbitos científicos.
¿Qué se entiende por iluminación total?
Este investigador de la Escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Granada explica que “no es una técnica, ni nuevas fuentes de iluminación, ni tampoco iluminar de una forma u otra, sino simplemente se trata de una nueva concepción global y transversal de la iluminación que trasciende el enfoque clásico”.
Una manera de arrojar luz pensando en qué ocurrirá después y no solo en los efectos inmediatos de acabar con una oscuridad para realizar una tarea determinada, como caminar por la calle, atravesar un túnel o poner un tornillo en un taller mecánico. En la concepción de iluminación total se va más allá y se piensa en las “derivadas segundas, terceras y sucesivas” por distantes que sean en el espacio y en el tiempo. Así, a los efectos que va a tener sobre el bienestar, la salud, la felicidad, la productividad de las personas que desarrollan la actividad en el espacio concreto que se desea iluminar, se suman por ejemplo, los impactos psicológico y sociológico.
Cómo surge el concepto de iluminación total
“Fui consciente de que había que dar un paso más allá, porque no nos bastaba con arrojar luz solamente para poder ver, sino que había que iluminar para conseguir un bienestar integral tanto nuestro como de nuestro entorno desde las más diversas perspectivas”, afirma. Hace algo más de diez años se realizó un hallazgo clave para esta forma de concebir la luz.
Se descubrieron los fotorreceptores del ojo que median entre la luz y los efectos no visuales, como la regulación de los ritmos circadianos, la atención, en el estrés y también en el estado de ánimo de las personas. Esta investigación resultó fundamental para que Antonio Peña García se pusiera manos a la obra a desarrollar el concepto de iluminación total. Y no fue la única.
Qué efectos de la luz en el comportamiento se han descrito
Años antes, este investigador de la Universidad de Granada realizó un estudio sobre los habitantes de zonas rurales turísticas de Vietnam, que completaban su renta vendiendo comida y productos típicos en mercados callejeros que se instalaban de noche. Esta actividad generaba problemas de sueño, de conducta y dolores de cabeza que, en un principio, no tenían por qué darse. Tras un análisis más profundo de la situación, Peña García llegó a la conclusión de que el origen de estas alteraciones en el bienestar de las personas podían estar directamente relacionadas con que la iluminación de esos mercados “era muy mala, estridente, agresiva y muy descontrolada y rompía el ritmo circadiano del sueño, regulado por la melatonina”.
En este estudio también se llegó a la conclusión de que el malestar provocado por esa mala iluminación de los mercados callejeros estaba entre los factores que motivaban el que las personas de estas zonas rurales se mudaran a entornos urbanos, donde tenían unas condiciones de vida mucho peores a la vez que la despoblación de las zonas rurales producía estragos en la agricultura.
Este investigador siguió trabajando en esta línea, para estudiar “los efectos colaterales de la luz sobre otros campos”, que se materializó en otro proyecto sobre la incidencia de la luz en los fenómenos de violencia en espectáculos deportivos de Brasil, en el que se descubrió que con una iluminación determinada se podrían reducir los episodios violentos entre espectadores. Otra muestra más de que la iluminación no solamente puede entenderse como el mero hecho de arrojar luz sobre algo.
Qué elementos entran en juego en el concepto de iluminación total
En la concepción de iluminación total entran en juego elementos de múltiples disciplinas, porque influye sobre la salud de las personas, sobre su bienestar y su estado de ánimo, pero también sobre la economía, en la medida en que las características de la luz pueden condicionar la productividad de los empleados de una empresa u ocasionar accidentes laborales debido a las alteraciones que se producen en su capacidad de concentración.
Antonio Peña García apuesta por abordar la iluminación “como una rama transversal con incidencia en la sociología, ergonomía, economía, industria o psicología entre otras”.
¿La iluminación total implica también repensar el uso de las pantallas?
El concepto de iluminación total lleva también a repensar el uso que se ha hace las pantallas. Esta manera innovadora de comprender la iluminación también abarca el cómo el estar continuamente ‘iluminados’ por las pantallas está afectando, por ejemplo, a la capacidad para centrar la atención en una tarea.
En opinión de este catedrático de la Escuela de Caminos de Granada habría que repensar desde la perspectiva de la iluminación total no solamente cómo es la luz que emiten esos dispositivos, sino los propios contenidos en sí, capaces de atrapar la atención de los usuarios, sobre todo de los más jóvenes, que están mermando su capacidad de concentración, especialmente en el ámbito académico, pero también en situaciones como la circulación a pie o en bicicleta. De la misma manera que también habría que poner en cuestión el que centros educativos sustituyan los libros tradicionales por dispositivos electrónicos.
El concepto de iluminación total o total lighting es bastante nuevo y está todavía en desarrollo, pero marca el camino a seguir para ahondar en algo fundamental para la vida como es la luz, cómo la percibimos y cómo nos afecta, para entenderla en toda su complejidad y de forma multidisciplinar.