Esta es la segunda vida que pueden tener las botas de trabajo en lugar de acabar siendo un residuo contaminante al eliminarse incinerándolo

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Cada año, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Santa Fe de Bogotá en Colombia (EAAB) les entrega a sus 3.000 trabajadores alrededor de 6.000 pares de botas de caucho negras con puntera de acero para realizar actividades como mantenimiento y obras civiles. Aunque después de su uso la mayoría de estas botas se incinera, el hule con el que están elaboradas serviría como materia prima para fabricar sillas, bancas y mesas para parques y espacios abiertos.

Esta innovadora propuesta para la ciudad y las empresas de la construcción surgió en el Grupo Parche, conformado por estudiantes de sexto semestre de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, y forma parte del proyecto “Hacia elementos de dotación y protección personal circulares”, que se realiza en la cátedra Práctica Proyectual VI.

El hormigón o concreto es un material de construcción elaborado a base de cemento, arena y piedras, utilizado en el país en obras de arquitectura e ingeniería. Entre sus características están su alta maleabilidad, gran consistencia, bajo coste y rápido secado.

La estudiante Valeria Sierra, integrante del grupo, explica que “las botas de dotación están hechas de caucho vulcanizado con algodón por dentro y punta de acero; su peso aproximado es de 2,8 kilos”.

La EAAB tiene alrededor de 3.000 empleados, y por norma debe darles 2 dotaciones al año (6.000 dotaciones), que después de su uso se incineran.

Por eso el grupo propuso que las botas en buen estado se donaran al programa del Agro SENA, que busca beneficiar a las poblaciones rurales a través de estas dotaciones.

Cada semestre la EAAB incinera más de 600 pares botas de caucho con puntera, lo que le cuesta 1.198.400 pesos, y se estima que su tasa de contaminación es de 3.480 kilogramos de dióxido de carbono equivalente (kg/CO2), es decir 5,8 kilogramos de este material por par.

En cambio, si las botas se trituran el costo es de 684.800 pesos y la contaminación disminuye a 1.500 kg/CO2, es decir 2,5 kg por par.

En la combustión aparecen gases tóxicos –como dióxido de carbono, azufre y compuestos clorados– además de otros elementos químicos que se desplazan y se van depositando en los pulmones, los ojos y la piel causando enfermedades respiratorias y altos niveles de contaminación.

Gránulos de caucho

En el trabajo, las botas de caucho negras con puntera pasan por un proceso de limpieza y desinfección, y luego se separan los materiales distintos al caucho, como el acero y el PVC.

“Después el caucho se somete a un proceso de triturado y granulado que da como resultado gránulos de caucho entre 0,8 y 12 mm; estos se mezclan con el concreto dando el ‘hormigón de caucho’, y con este material se pueden hacer mobiliarios urbanos como sillas, mesas y bancas para parques”.

“Ya con el caucho triturado analizamos la ciudad buscando que sus contaminantes dejen de ser un problema y se conviertan en una solución; nuestra idea es dejar de restar para empezar a sumar, y por eso consideramos que la idea del mobiliario para espacios públicos sea un diseño amigable con el medioambiente en el que converjan la parte estética y la social”, menciona la estudiante Sierra.

En el proceso de ideación de alternativas de uso para esta prenda de protección personal, el grupo Parche realizó una lluvia de ideas de la que surgió “utilizar estos gránulos de caucho en impermeabilizantes para techos, pisos interiores y exteriores, mantos asfálticos y canchas sintéticas”, resaltan los integrantes del grupo.

Cuando este mobiliario cumpla su vida útil se podrá utilizar en rellenos asfálticos para pavimentar las vías o tapar los huecos de la ciudad.

“La aplicación de los gránulos de caucho reciclado son una solución constructiva y ecológica que ayuda no solo al equilibrio ambiental sino también a suplir algunas necesidades del sector industrial, deportivo, decorativo y urbano”, concluyen.