Elementos de la leche de vaca podrían propiciar el desarrollo de fármacos contra el cáncer de mama

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El cáncer de mama es una de las enfermedades que más afecta a las mujeres; aunque en la actualidad no existe un tratamiento efectivo para combatir las células malignas que se esparcen y multiplican por doquier, la química arroja luces sobre cómo se podría mitigar su impacto: la caracterización de un péptido encontrado en alimentos como la leche de vaca abriría el camino.

Un péptido es una cadena de aminoácidos, moléculas que se pegan como fichas de Lego y que, dependiendo de su orden, genera compuestos distintos; se encuentran en alimentos como el maíz, el arroz, el trigo y en el calostro, la primera leche que se produce cuando los mamíferos inician la lactancia.

En la primera entrega de ese líquido denso, cremoso y amarillento hay una proteína llamada lactoferrina que ofrece aportes al sistema inmune de la cría y que desprende péptidos naturales como la lactoferricina, la cual tiene propiedades anticancerígenas.

En el Departamento de Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se está buscando la forma de construir en laboratorio un compuesto que tenga aminoácidos parecidos y que pueda tener las mismas cualidades para atacar el cáncer de mama.

En qué elemento de la leche podría estar la base del tratamiento contra el cáncer de mama

En una tesis del Doctorado en Química se encontró que un péptido llamado tetramérico, derivado de la lactoferricina bovina, eliminó alrededor del 90 % de las células del cáncer de mama en una prueba de citometría de flujo, que consiste en someterlas al péptido y ver si se destruyen a sí mismas por la influencia de la secuencia (apoptosis), si los aminoácidos las matan (necrosis), o si no pasa nada.

Aquí es donde aparece Kevin Andrey Huertas, magíster en Ciencias con énfasis en Química de la UNAL, cuyo trabajo permitiría que en un futuro dicho descubrimiento se pueda llevar a las farmacéuticas para que sea fabricado como un medicamento que trate el cáncer de mama.

El magíster señala que las farmacéuticas buscan que se haga una descripción molecular del péptido en cuestión, si esto no está definido, no lo van a aceptar.

«Además, la Farmacopea de Estados Unidos (USP), que describe los estándares de calidad para los productos farmacéuticos, no tiene registrada esta secuencia de aminoácidos, por lo que estructurar sus propiedades de masa, contenido de residuos de solvente y eficacia del orden específico del compuesto es fundamental para que en el futuro se pueda patentar desde la UNAL».

El laboratorio de la vida

Imagínese un gramo de arena al que se le pegan pequeños dulces, cuya cadena tiene un nombre determinado, este proceso es el mismo que se lleva a cabo para crear los péptidos en laboratorio, o péptidos sintéticos. A una resina se le pegan aminoácidos para crear los compuestos específicos, en este caso el tetramérico derivado de la lactoferricina bovina.

Mediante el método Karl-Fischer, el magíster Huertas analizó el sólido generado de esa unión de aminoácidos y determinó el contenido de agua que queda de la mezcla, ya que la resina está dentro de un medio líquido, esto con el fin de tener de manera más pura lo que se quiere utilizar.

Además, usando la resonancia magnética nuclear, que evalúa a nivel atómico la estructura química del péptido, estableció la cadena de hidrógenos y otros elementos que ayudarían a que un farmaceuta conozca la composición y reconozca el compuesto específico; y con la espectrometría de masas determinó la masa molecular del péptido para tener la seguridad de que los aminoácidos son los indicados.

Este estudio forma parte de un macroproyecto del grupo de investigación Síntesis y Aplicación de Moléculas Peptídicas (SAMP), del Departamento de Química, cuyo objetivo es desarrollar un medicamento para el cáncer de mama. «Así, se han evaluado más de 600 péptidos, y se ha encontrado que existen tres fundamentales que tienen una reacción importante contra las células cancerígenas; uno de ellos es el que yo caractericé molecularmente, lo cual supone un avance tanto para el proyecto como para el desarrollo de mejores estrategias contra la enfermedad», indica.

Agrega que «el aporte desde la química es determinante, porque sin esta caracterización no se puede entrar a fabricar medicamentos contra la enfermedad, que serían un mecanismo de defensa y de ayuda para tratamientos como la quimioterapia, o en el caso del cáncer de mama, la cirugía para quitar el seno o la parte de que esta más afectada».

Según la Organización Mundial de la Salud, más de 600.000 mujeres fallecen cada año por cáncer de mama; en Colombia, durante la década de 2010 la enfermedad cobró la vida de 22.174 mujeres.

Por esta razón, este avance –que en la ciencia se construye paso a paso y con un arduo trabajo– resulta muy prometedor, y en unos años –que en las farmacéuticas muchas veces son entre 6 y 8 años desde que se entrega la secuencia de laboratorio– favorecería la vida de miles de personas.