El oficio de contar noticias

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    ImageEl buen periodista está obligado a asumir el principio constitucional de que nadie es culpable mientras no se demuestre que lo es, y evitará al máximo que su información tenga consecuencias dañosas. El primer periódico que en España se dotó de un estatuto de redacción, de un manual de estilo y de la figura del defensor del lector fue El País que en uno de los apartados sobre el tratamiento de la información dice: El periodista transmite noticias comprobadas, y se abstiene de incluir en ellas sus opiniones personales. Cuando un hecho no haya sido verificado suficientemente el redactor evitará en las noticias expresiones como al parecer, podría, no se descarta o similares. No se puede dar a alguien por ilocalizable por el mero hecho de que un redactor no le haya encontrado. En Andalucía el único medio que cuenta con esas figuras de garantía es la RTVA, adelantándose en su aplicación a RTVE y siendo Canal Sur una de las pocas cadenas autonómicas que garantiza el pluralismo con esas figuras.

    El periodista no es noticia y no debe erigirse como tal. El buen periodista de televisión debe ser como cualquiera que se dedique al oficio de contar a la gente lo que le pasa y ocurre. Debe ser intuitivo para captar la novedad, dotado de escepticismo para mirar la realidad y de criterio para discernir entre lo esencial y lo accesorio, capacitado para la síntesis y el análisis, cualificado para comunicar…pero, además, tiene que saber trabajar con rapidez y sin riesgo de error sobre lo más llamativo, sorprendente o útil para los ciudadanos a los que nos debemos. Hay que añadir, según el manual de estilo de Canal Sur Televisión, un sentido natural para explicar las cosas con un lenguaje conveniente y el instinto para hacerlo con la palabra justa en el tono adecuado.

    Todos estos datos sobre el buen nombre del periodismo vienen a colación porque, el pasado miércoles, mi compañero de Canal Sur, el periodista, Salvador Rodríguez Moya Salva Moya (Madrid, 1970), acudió a Olula del Río para informar en directo para toda Andalucía del doble crimen ocurrido en la sede de Mármoles Ballester. Uno de los hermanos del presunto autor de la muerte se encaró y agredió, en presencia de varios números de la Guardia Civil, tal como aparece en los videos de Informativos y del programa Andalucía Directo, sin que se interesaran de oficio por lo ocurrido.

    Da la sensación con esas actitudes que este oficio apesta cuando en realidad si no existiéramos la democracia sería vulnerable. No seríamos nada. Salva Moya siguió contando, después de la agresión, sin ninguna contaminación, con gran profesionalidad, lo que estaba ocurriendo. Moya es un periodista de este tiempo sin revanchismo que sabe de qué va este oficio cuando en los campos de fútbol ha sufrido la desconsideración de energúmenos.

    Se ajustó, con precisión, a las noticias veraces que demandan los ciudadanos y al manual de estilo que marcan los grandes medios de comunicación. Los periodistas no somos jueces ni policías; nuestro único patrimonio es el de la firma. Su actitud, la de Moya, y el apoyo de todas las organizaciones periodísticas, de sus compañeros y del director general de RTVA, de las organizaciones sindicales, la solidaridad entre empresas, hace grande el oficio de contar cosas sin corporativismo.

    De hecho, dos días después de lo sucedido, reflexionamos una noticia, con la rapidez con las que se editan las informaciones, para colocar en el programa Las noticias de Almería un vídeo el que aparecía el supuesto agresor de Salva Moya. En la intimidad, pensamos que ese supuesto delincuente, que encima de todo nos escupe, no era digno de prestarle ni un segundo. Salió y habló en imagen contando cosas que pueden aportar más información a los ciudadanos que es, reiteramos, a quien nos debemos. Se demuestra, una vez más, que en el periodismo no trabajamos para nosotros sino para los demás, con vocación de servicio.

    Puede que algunos no hayan entendido el por qué de ofrecer esa información en la que apareció, en la tele, el presunto agresor de Salva Moya. Traigo varios ejemplos: La cadena para la que trabajaba el cámara José Couso ha seguido informando e intentando entrevistar a los que le asesinaron. Si dentro de un rato me encuentro con Bin Laden no se preocupen que trabajaré al máximo para entrevistarlo aunque sea con la cámara del móvil.

    Quiero que estén todos seguros de una cosa: muchos hemos sufrido amenazas, persecuciones, denuncias, pero a la hora de informar no hemos puesto ni un frame (término televisivo, menos de un segundo) de rencor. Además, gente que nos detesta o intenta denigrarnos sale en la radio o en la tele casi a diario porque no nos debemos a nuestra dignidad íntima sino a contribuir el enriquecimiento del conocimiento.

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