El Cervantes custodia desde hoy algunas primeras ediciones de Pedro Salinas

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La Caja de las Letras del Instituto Cervantes ha abierto hoy dos de sus cajetines para recibir el depósito «in memoriam» de Pedro Salinas, escritor y profesor, y el de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), organismo del que el poeta fue secretario general y «alma de su puesta en marcha», como indicó el director del Cervantes, Luis García Montero.

Asimismo, García Montero destacó la deuda del Instituto con la UIMP, «punto de referencia imprescindible para universidad, la ciencia y la cultura», porque ser «una avanzada en la enseñanza de español como lengua extrajera y con la que desde hace año tenemos el honor y la suerte de colaborar en el Máster Universitario en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera».

El rector de la UIMP, Carlos Andradas, recalcó el papel de Salinas como una figura inseparable a la entidad educativa pues «fue la persona más persistente y quién movió los hilos para dar forma a la universidad», hasta tal punto que su decreto fundacional «algunos lo atribuyen a su puño y letra», aseguró.

Las vicerrectoras de la UIMP, Margarita Alfaro Amieiro y Matilde Carlón Ruiz depositaron en la caja nº 1044 el legado del poeta, cedido por la Biblioteca Patrimonial del Cervantes, compuesto por las primeras ediciones de «Seguro azar» (1929), «La voz a ti debida» (1933) —cima de la poesía amorosa contemporánea en español— y «Correspondencia 1923-1951», de Pedro Salinas y Jorge Guillén (1992).

La institución de enseñanza, que fue creada en 1932 por el Gobierno de la II República a propuesta del ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, pasa a formar parte de la cámara acorazada del Cervantes con un legado compuesto por tres documentos y una medalla cedidos a perpetuidad.

El rector de la UIMP depositó en la caja nº 1045 los originales de la «Gaceta de Madrid» (antiguo BOE) del 24 de agosto de 1932, en el que se publicó el decreto fundacional de la Universidad Internacional de Verano de Santander (antecesora de la UIMP) y de la publicación «La Universidad Internacional de Verano de Santander» (1935), resumen de los trabajos de la universidad en sus dos primeros cursos. Asimismo, el depósito incluye un facsímil de la primera revista de estudiantes de la Universidad Internacional de Verano de Santander de 1933 y un ejemplar único no numerado de la Medalla conmemorativa del 90 aniversario de la UIMP.

Carlos Andradas recordó que la institución —definida por su «singularidad, calidad y libertad de cátedra »— celebró sus primeros cursos en el año 1933, por lo que este homenaje celebra sus nueve décadas de actividad académica. En el marco de esta efeméride el rector emplazó «a dentro de 10 años abrir esta caja para incorporar algún elemento más y para celebrar el centenario de esta institución imprescindible en el sistema universitario español».

Salinas, profesor y poeta del amor

Pedro Salinas (Madrid, 1891 – Boston, 1951), reconocido como el «poeta del amor» de la Generación del 27, fue también profesor y defensor de los valores ideológicos más altos y desinteresados de la cultura europea.

En sus primeros años de docencia trabajó como lector de español en La Sorbona (París), allí inició la lectura de Proust de quien tradujo al español de los primeros volúmenes de «En busca del tiempo perdido». Ya en España, es nombrado catedrático de Literatura española en la Universidad de Sevilla y, en 1932, elegido secretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, mediante su decreto fundacional.

Durante la guerra civil española fue profesor en Estados Unidos —Wellesley College y John Hopkins University— y así como en la Universidad de Puerto Rico, permaneciendo en el exilio hasta su fallecimiento.

Entre su obra poética más destacada se inscriben «La voz a ti debida» (1933), «Razón de amor» (1936) y «Todo más claro y otros poemas».
En prosa destacan los cuentos recogidos en «Víspera del gozo» (1926), la novela «La bomba increíble» (1950) y ensayos como «Literatura española. Siglo XX» (1941) o «La poesía de Rubén Darío» (1948).