La Universidad de Granada ha realizado un estudio que analiza la floración del Linum bienne, especie silvestre emparentada con el lino. Esta investigación ha identificado el clima como factor crítico para predecir la floración de dichas plantas. El trabajo científico, encabezado por la profesora del Departamento de Botánica de la UGR Rocío Pérez Barrales, ha estudiado cerca de 30 poblaciones de estas especies entre el sur de España y el norte de Inglaterra.
Los factores climáticos son determinantes en los eventos de reproducción de las plantas. “En otras palabras, las plantas son capaces de percibir las señales climáticas, como la precipitación, temperatura o fotoperiodo, y deciden así cuándo florecer”, explica la profesora de la UGR Rocío Pérez Barrales. Esas señales, según la investigación, sirven para predecir el momento óptimo de la reproducción.
Las plantas traducen las indicaciones del clima y las convierten en señales químicas que activan o desactivan los genes involucrados en la germinación, el crecimiento y la formación de flores, entre otros rasgos. Como el clima varía según la latitud, los cambios permiten una sincronización entre la variación climática a lo largo del año y la floración.
“En nuestro trabajo no solamente encontramos que la floración se puede predecir por las condiciones climáticas que experimentan las plantas en sus localidades de origen. También identificamos que las poblaciones se comportan de manera diferente entre el sur de España y el norte de Inglaterra en cuanto al frío. La exposición al frío permite adelantar la floración a las poblaciones más norteñas, en algunos casos, hasta casi 6 meses. En el sur, la exposición al frío apenas cambia la floración”, detalla Rocío Pérez Barrales.
Cambio climático y alteración
Con el cambio climático, el clima es más impredecible para las plantas. “Estamos viviendo inviernos con temperaturas primaverales, primaveras muy cortas y veranos con olas de calor cada vez más largas y que se repiten. Lo mismo está ocurriendo con las lluvias, o en el caso de la alta montaña, con las nieves. Esto hace que las plantas florezcan cuando no tienen que florecer, lo que no solamente es grave para las plantas silvestres, sino también un gran problema para la gestión de los cultivos”, alerta la investigadora principal del trabajo.
El periodo óptimo para el crecimiento y fructificación de los cultivos es cada vez más corto. Dicha situación afecta a la producción, la maduración y la cosecha. La profesora de la UGR responsable de la investigación pone un ejemplo: “El año pasado, el calor de marzo y abril, combinado con la sequía, adelantó la maduración de muchos cereales en Andalucía y no se formó grano de calidad. Esto anticipó la cosecha de cereales y provocó que se tuvieran que usar para forraje en lugar de para consumo humano”.
El cultivo del lino
Linum bienne es la especie silvestre más cercana al lino, que se utiliza para obtener fibras de tejidos y aceite de linaza a partir de las semillas. El lino se domesticó en el este del Mediterráneo hace aproximadamente 10.000 años. El estudio certifica que su floración depende del clima y de la exposición al frío. Esta información puede mejorar la producción de lino, una vez se identifiquen variedades silvestres que sean resilientes al cambio climático. Por ejemplo, se ha visto en algunos cultivos de climas más fríos que los inviernos suaves están retrasando su floración. En el caso concreto de esta investigación, la respuesta tan diferente respecto al frío pone de manifiesto que la variación puede tener un gran valor de cara a la mejora de la producción del lino.
“Nos interesa entender mejor la intersección entre floración, tamaño de la planta y producción de semillas para identificar si hay variación dentro de la especie silvestre que sea resiliente al cambio climático; y si esta variación se puede insertar en el cultivo. Somos optimistas en este sentido porque, tras su domesticación en el este del Mediterráneo, su expansión para cultivarse en Europa fue posible gracias a eventos de flujo génico entre poblaciones locales en Europa de Linum bienne y el cultivo”, argumenta Rocío Pérez Barrales.
Para los investigadores las buenas noticias vienen del hecho de que estos rasgos que dependen de la variación del clima a lo largo del año, según las estaciones (también llamados rasgos fenológicos), son codificados genéticamente y varían entre distintas poblaciones en el ámbito geográfico que ocupan las especies. Es posible, por tanto, que las plantas tengan suficiente variación genética como para dar una respuesta adaptativa al cambio climático si se encuentran variedades genéticas que sean resistentes al mismo. “Este es un aspecto que estamos investigando en mi grupo y el objeto de la tesis doctoral de mi estudiante Macarena Marín Rodulfo, que se está desarrollando en el Departamento de Botánica de la UGR”, concluye Rocío Pérez Barrales.
La investigación es el resultado de una tesis doctoral previa de Beatrice Landoni en la Universidad de Portsmouth y se realiza en colaboración con el investigador Adrian Brennan de la Universidad de Durham.